En el invierno del 87 en Bolognia – Italia conocí a un estudiante mexicano que estaba estudiando en la universidad, y me contó, que tenia un primo que cuando venia su cumpleaños, una semana antes empezaba a festejar con una botellita de champagne diaria porque se acercaba el día para él mas importante del año, el día mismo hacia una fiesta porque el había venido al mundo ese día, y la mañana siguiente a su fiesta seguía una semana más con el champancito diario pues había pasado su cumpleaños.
Siempre me he acordado de esta anécdota. Cuando yo era pequeña el 9 de enero caía en verano donde yo vivía, nunca me festejaban el cumpleaños con amigos solo con la familia, pues todo el mundo estaba de vacaciones. Bueno lo hacían en marzo, antes de empezar las clases. Para mi nunca fue lo mismo.
Mi madre me hacia una torta enorme con nata y por dentro melocotones con dulce de leche, la preferida de todos en la casa. Recuerdo una en especial, que tenia unas figuritas de los Aristogatos, película de Disney que a mi padre y a mi nos encantaba. Ni se cuantos años tenia, 7 u 8 más o menos.
Luego en mi cumpleaños 10, ese mismo día falleció el hermano soltero de mi madre de un accidente de coches y se acabaron mis festejes familiares de cumpleaños. Pues para mi abuela que era su preferido fue como venirse el mundo abajo. Con los años me entere que mi bisabuela también falleció ese año. Luego yo estuve pachucha los años siguientes, o sea se olvidaron los cumpleaños por una temporada, salvo el saludo de mi padre diciéndome “ne, feliz cumpleaños y su súper abrazo” y los besos de mi madre. Eso si, siempre había torta de cumpleaños, sin velas ni festeje, pero la torta nunca falto.
Ahora me encanta festejar mis cumpleaños, aunque ahora no vivo donde es verano este día, pero si el final de las fiestas de las navidades. Pero bueno me importa menos. Aunque sea, puedo festejarl o casi.
Ya no tengo el saludo de mi padre, pues ya partió, aunque le recordare siempre cuando se asomaba a la puerta y me decía, su famoso “ne, feliz cumpleaños” . Mi madre no me hace ya tortas porque dice que tienen mucha azúcar y uno ya no esta para eso. Pero mi botellita de champagne o cava no me la quita nadie.
Los cumpleaños ya no son lo que eran, como los años que cumplimos. Mejor no pensar en los años que se van, sino en los que vendrán no?
Así que mañana me pasare la tarde tomándome con los amigos unas buenas copitas de champagne, comiendo una fantástica torta de chocolate con dulce de leche (que hago yo misma) sin importarme el azúcar, y esperando que mi madre desde lejos me llame por teléfono y me diga… “nena, feliz cumpleaños”.