Llevo unos días como se dice por aquí “espesita”.
Nunca entendí que significaba hasta esta semana. Tengo un montón de cosas que hacer, y solo hago las justas para ir tirando.
El tiempo pasa, soy consiente, pero no termino de avanzar.
Es increíble darse cuenta de repente que luego de una época chunga, las secuelas que ha dejado.
Tengo en la cabeza un hervidero de cosas que no logro poner en orden.
Uno de los principales problemas de ser autónomo con el trabajo es la disciplina. Siempre he creído que en este tema era muy disciplinada, pero me doy cuenta que no.
A veces es más fácil, tener un jefe que te de ordenes y te pique para que avances.
Lo mió ha sido una decisión meditada y no la cambio. Pero a veces necesitas un empujoncito para seguir avanzando.
Creo que es como los afectos. A veces se necesita un abrazo de oso para que uno se sienta querido y apoyado. Lo que los psicólogos llaman “contención.”
Pues ahora en mi trabajo me falta “contención”. Lo que peor llevo con este tema es la comunicación con el prójimo.  Con la gente que trabajo sinceramente no tiene mucho en común con migo y solo hablamos de trabajo.
El ser humano no está hecho para ser ermitaño. Estamos hechos para compartir, somos seres sociables por naturaleza genética.
Existirán más cosas invisibles para sentirme así. Yo las sé, pero me las guardaré. Pero mejor que las empiece a sacar fuera a que tomen el fresco porque sino chungo lo tengo.
Siempre he sabido que cuando menos tiempo tengo más hago. Es como si me pusiera las pilas justo al final. Pues el final para esto esta llegando, o me pongos las pilas o me jubilo anticipadamente.