La Fundación Vicente Ferrer ha comenzado una maratón por Internet de un mes, desde ahora hasta el 18 de diciembre, para intentar apadrinar 10000 niños en la India.
Yo tengo tres ahijadas de esta fundación.
Yo soy uno de los que ha nacido con suerte, en una familia, con estudios, con trabajo, donde crecí teniendo todo lo que quería o casi. Nunca me falto de nada, ni afecto, ni nada material.
Otros no tienen tanta suerte. Según donde la “cigüeña” te deje, es la vida que tendrás en general.
Hace mucho años, más de diez, un día me di cuenta que quería colaborar con alguna asociación para devolver un pedacito de lo que la vida me había dado a mi, que era mucho para mi ver. La iglesia no era el destino de mi dinero, tiene bastante para ser autosuficientes. Esto me llevo a tener una discusión con mi madre, que decía que lo mejor era este destino.
Pero no, busque, empecé a investigar, y me decidí por la Fundación Vicente Ferrer.
Todos estos años les he seguido la pista, y he visto a donde va el dinero y lo que han hecho con él. Me infunden toda la confianza.
Una de las cosas que más me dan seguridad en ellos, es como tratan a los niños.
Son todos iguales. No existen diferencias. Si algún “padrino” quiere enviar algo, no puede ser personal para su ahijado, sino algo para todos, o material para repartir en la escuela, o lo que sea. No marcan diferencias entre ellos.
No conozco a mis ahijadas, solo tengo una foto y sus nombres.
Sasikala, Bheemalingamma y Madhavi. Nombres complicados para mi, pero que forman parte de un cuento mió donde son las protagonistas.
No las quiero conocer en persona. Se que tiene unos padres que les quieren y que están bien. No era mi intensión formar lazos afectivos, solo quería ayudar con lo que pudiera. Como dicen los budista “querer sin apego”.
Dos veces al año, recibo una postal, de las dos mayores escritas, y de Madhavi que es la pequeña un dibujo.
Los tengo todos guardados.
Siempre las recuerdo y si hay algo sagrado en mi vida son dos cosas, pagar la hipoteca y aportar mi cuota mensualmente. Todo lo demás es superfluo. Puedo tener más o menos zapatos, o ir más o menos al cine o a un restaurante de moda, pero si coji una obligación hacia estas niñas es hasta el final.
Si puedes aportar tu granito de arena, apadrina un niño. No te arrepentirás.
Y no valen los razonamientos fáciles como me dijeron a mi el otro día “yo no se donde va el dinero”. Nada en la vida te da seguridad, pero si no empezamos por algún lado, nunca lograremos nada con este mundo. Hay que confiar.
Siempre hay alguien que tiene menos que tu. Es una obligación moral de los que tenemos más, el ayudar.
Si ya lo haces, donde sea, fantástico. Sino, piénsalo y ponte en marcha. Esta es una oportunidad pero también por ahí habrá miles. Lo importante es que te lo plantees.
Siempre que leo algo parecido a lo que has escrito, acabo por sentirme algo culpable por no tener todavía un niño apadrinado, tomo nota. Algo habré de hacer. saludos.
Yo tengo a Juan Antonio, peruano.
La fundación es “Intervida”. En teoría tienen la misma filosofía que la de Vicente Ferrer, no permiten que les envíes regalos personalizados y allí todo es de todos.
Cuando estuve en Perú intenté ir a verle, pero me fue imposible, pero vi a otros niños con la carpetita de “Intervida” que andaban dirección al colegio. Se que están allí. Recibo también dos dibujos o postales suyos todos los años, y los tengo todos en la nevera. También llevo 10 años con el. Cómo pasa en tiempo.
Yo se lo recomiendo a todo el mundo. Creo que lo que das es insignificante para lo que ellos reciben a cambio.
Me encanta encontrar personas como tu.
Besos! 🙂
Nosotros comenzamos el año pasado. Hacía tiempo que lo comentábamos, pero no se terminaba de concretar nada. Coíncidimos con el telemaratón y, claro, ahora o nunca.
Juan Carlos, Colombia. Intervida.
Lo demás es común, pero tenemos su foto junto a las de nuestra hija y sobrinos.