Ya hace 5 años

Hoy se cumplen 5 años que falleció mi padre. Y aun le recuerdo como si fuera ayer.
Mi padre tuvo dos años antes de morir, una isquemia cerebral, lo que antes se llamaba derrame cerebral. Lo dejo postrado hasta que murió. Pero no a su cerebro.
Justo un año antes, mi madre me llamo y me dijo que no estaba nada bien, que había empeorado y que pensaba que no iba a durar mucho.
Yo no me lo pensé. Dije en el trabajo que me iba dos semanas, saque un pasaje de avión y volé a Buenos Aires 48 hs. después de recibir ese llamado.
Cuando me vio, se le llenaron los ojos de lágrimas. Siempre he sido su “ne” como me llamaba. Su nena seria la traducción. Casi no podía hablar, pero hablaba con los ojos.
Recuerdo que me pase todo el día desde que llegue junto a él, en su cuarto, porque siempre estuvo en su casa, contándole cosas de mi, de que hacia, que no hacia. Hasta vimos una peli en la tele que ha él le gusto siempre, un clásico del cine argentino, casualidades. No quería morirse en el hospital. Eso se lo había dicho a mi madre cuando tuvo el primer ataque que fue mediana mente leve.
Todos los días que estuve con él, fue una despedida. Yo sabía que no le iba a ver más. Vivía tan lejos de mi. Pero fuero buenos días. Recordando cosas bonitas, estando con su compañía, leyéndole un libro. Simplemente, acercándole a él, y demostrándole lo que le quería.
Pero tuve que volver. Y volví. Nunca más lo vi vivo. Pero a veces las cosas no son predecibles, y luego de mi visita se recuperó bastante y siguió adelante un año más. Mi madre siempre dice que mi visita le revivió.
Yo no creo que haya sido así. El amaba la vida, era su fuerza vital.
La cosa es que en su siguiente cumpleaños, el 16 de septiembre aun estaba con nosotros. Le llame y hablaba un poco más. Hasta había comido tarta y cava con sus nietos.
Hasta que un día como hoy me llamaron diciéndome que había muerto.
Yo no puedo explicar lo que sentí. Solo lo resumiré en una cosa, y con respecto a mi post de ayer. Me sentí sola, porque nadie y digo nadie compartió mi dolor, o me dio un abrazo.
Ese ha sido el día que más sola me he sentido en mi vida.
Y para colmo, no pude volar al entierro porque no conseguí billetes para ese día. Pero con los años me he dado cuenta, que no fui porque yo me había ya despedido de él, el año antes. No se, nunca he podido entender mi inmovilismo de esos días. Creo que en ese momento necesitaba alguien junto a mí que hubiera tomado la decisión por mí, que me hubiera metido en un avión. Pero yo no podia ni pensar ni decidir nada.
Esos son los momentos cuando uno realmente necesita de la gente cercana. Y todos los míos no estaban cerca.
Si existe un momento que te das cuenta el precio que has tenido que pagar por tu decisión de vivir en otro país es cuando muere un ser querido tan lejos.
Con los años, su recuerdo solo es de cosas buenas. Cada tanto me viene a la cabeza algo sobre él.
Por ej, se que hubiera sido feliz y hubiera ido conmigo al cine a ver La Trilogía del Señor de los Anillos. Por años, intentó que yo leyera los libros, desde pequeña, cosa que recién pude hacer de mayor y porque estrenaban las pelis. El los leyó un montón de veces. Se los sabia de memoria. Cada vez que vi una de las películas salía del cine pensando, si papa estuviera vivo le hubiera encantado.
Fue un buen padre, quizás me he dado cuenta cuando ya no estuvo conmigo, pero ahora lo pienso.
Y lo que más recuerdo es su avidez por la lectura y su risa. Aun le recuerdo en su sofá Berger o de orejas como se dice aquí, sentado leyendo y fumando en pipa. Su otra gran afición.
No lo recuerdo con tristeza, eso ya paso, solo le recuerdo con cariño. Y más de una vez, tengo la sensación que aun está conmigo. Que voy a llamar por teléfono y me va a contestar su “hola ne”.

6 comentarios en «Ya hace 5 años»

  1. Te entiendo. Yo también perdí a mi padre, hace unos años. Fueron momentos tan amargos que he conseguido borrar de mi memoria el año exacto y el día. Ni lo quiero pensar. Sé cómo te sientes. Un abrazo.

  2. Yo también entiendo ese momento en el que no sabes que hacer y necesitas de alguien que te abrace que te mime y que decida por ti, o al menos te dé un pequeño empujoncito.
    Importante es que aunque él ya no esté los buenos recuerdos siguen vivos.

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