La fauna del metro – 1

Metro, 5 minutos después de la hora punta. Llega un tren pero no le corro, aun me falta un tramo de escalera por subir, y con el portátil al hombro no estoy ya para correr.
A parte, no tengo prisas. Me da igual la hora que entre a trabajar. Eso es lo que tiene trabajar como lo hago yo. Cumplo más o menos con el mismo horario, por tener un orden en el día, pero no es estricto.
Eso si, cuando hay que cumplir un plazo de entrega, si te tienes que quedar te tienes que quedar, aunque sean las 3 de la mañana y no te pagan horas extras. Así que con una cosa se compensa la otra.
Volviendo al metro.
Llego al andén y se acaba de ir. Me siento a esperar, así apoyo el maletín con el monstruo.

Mi compañero de banco, un chaval armando su música para escucharla en el vagón. Tiene un discman de los viejos, de esos que median 15 cm y eran incómodos. No creo que escuche mp3, su formato era antiguo. Con lo bien que están ahora los IPOD o similares, que no pesan y uno mete lo que quiera. Eso si, son caros. Se deberían subvencionar a los chavales que van a currar.
Llega el tren, 1 min. antes de lo que indicaba el cartel.
Me subo y delante mió una niñata que yo sin querer le doy con el maletín del portátil y me hecha una mirada que me fulmina. Niñata de mierda, intolerante (pienso yo).

Me instalo de pie junto a la puerta que no se usara en las paradas siguientes.
Miro a la gente, para variar. Es increíble, algún día me dirán algo por observar.
Pero si supieran como funciona mi cabeza, que mira, recopila datos, y saca conclusiones. A veces, me asusto porque creo que funciona como un ordenador.
Si alguna vez la técnica permitieran que los cerebros se comunicaran con el Word, y escribieran mientras uno piensa, yo con cada vez que observo a la gente tendría un montón de personajes para novelas.
Continuará…