Lucha entre el deber y el querer

Luego de mi crisis laboral esta semana, de haber estado fatal un día y medio, hasta que espabilé, de haber intentado luego ver como encarar de nuevo el cotarro, me pongo a pensar.
Yo se que soy una persona complicada porque no me conformo con cualquier cosa. Ahora aun tengo un trabajo que no está mal, la gente y el lugar me gustan, menos el que maneja el cotarro que ya hable de él hace unos días.

Esta semana la tuve de nuevo con él. Yo le decía que teníamos un problema de comunicación porque no me decía bien lo que había que hacer, que ni él lo sabia. Cuando por fin, me entere lo hice y se lo muestro. El tío me interrumpe y me vuelve a repetir lo que supuestamente quería, yo le miro y le digo “XX, pero si eso es lo que he hecho, no ves que no escuchas lo que digo, que tenes un problema de comunicación conmigo”, en eso salta un compañero F y le dice, “XX eso es lo que te esta diciendo Lukre” por tirarme un capote, y el XX salta gritando, y diciendo que si nosotros dos pensábamos que él era tonto o que, que esto, que lo otro. Yo alucinaba. Termine lo que tenia que hacer, que era sacarle las papas calientes de un trabajo a dos que se dicen “decoradoras” y no tienen ni idea de cómo se pone un mármol, pero claro como la mama de una es amiga del socio mayoritario, hay que taparles los errores. Y quien se lleva la pasta? Lo de siempre, va.

Bueno a que venia. Me fui y dije se acabó. En otro tiempo no hubiera vuelto.
Obvio cuando llegue a casa y saque al perro, aproveche para pensar y me relaje intentando ver las cosas desde otra perspectiva. El trabajo ahora lo necesito, yo empecé aquí por hacer un favor por darles una mano porque necesitaban gente, pero ahora al haberse suspendido definitivamente mi proyecto particular, lo necesito. Tengo que aguantar.
Ahora también me llaman el viernes de otro sitio para que vaya a ver si quiero trabajar con ello.
Y comienza mi conflicto particular.

Quiero cambiar? Cualquiera que sea trabajar para otro, con horario más o menos fijo, no es lo que yo quería hacer en mi vida, y será a desgano. El retroceder en mis planes lo acepto pero no me resigno a ello. Vale la pena que vaya a la entrevista si al final seguro será la misma mierda, que yo no quiero tener pero debo hacer?
Seguro iré. Pero ahora cambiar de nuevo? Obvio que aquí estoy bien salvo el “problemita” con la dirección. Pero puedo aguantar sin mandarlo a la mierda?

Con el espíritu batallador e independiente que tengo yo, esto del deber sobre el querer me tiene bastante hartita. Seguiré aceptándolo, pero también sigue socavando ese mismo espíritu, y me estoy dando cuenta que me estoy empezando a resignar, y eso no puede ser.
Estos son los momentos que uno quisiera que alguien le apoyara, la contuviera emocionalmente, donde uno se pudieran dejar estar aunque sea por unas horas. Sobre todo que sintiera por un rato, aunque no fuera verdad, que la retaguardia esta protegida y no que sigue luchando por lo que cree solo.
Las luchas solo no son buenas, uno termina tirando la toalla por cansancio.

4 comentarios en «Lucha entre el deber y el querer»

  1. Jo, ¡qué suerte! Tener trabajo y que te llamen a una estrevista para otro.
    Totalmente de acuerdo con axpax, sin duda es mejor ir a la entrevista y jugar con las opciones que se te presentan.
    Todo cambio como por ejemplo: independizarse económicamente, romper una relación, mudarse de ciudad, etc., por muy ‘culo de mal asiento’ (perdón por la expresión) que sea uno, supone enfrentarse a nuevos retos.
    Pero el tener la posibilidad de cambiar de empleo por uno que quizás sea mejor, no veo que sea motivo de preocupación sino de alegría.
    Que el nuevo empleo es mejor que el actual, entonces perfecto.
    Que resulta que va a ser más de lo mismo que lo tienes ahora, pues por lo menos que se enteren (los del empleo actual) que están interesados en tí, eso también suele producir cambios positivos.

  2. Tuve un jefe, que, anclado como estaba en el pasado, tenía comportamientos muy extraños (para la época en la que estamos).
    El caso es que yo no le caí muy bien. Intentó obligarme a escribir con redondilla en unos papeles que sólo leía yo y que a continuación destruía…
    Tenía la idea de que los procedimientos había que hacerlos como el decía, sin hacer caso a las innovaciones.
    Y, su muletilla preferida era “Me lo estás diciendo bien, pero al revés”. Aún no lo entiendo, pero cuando me junto con antiguos compañeros la utilizamos de vez en cuando.

  3. Los momentos en los que una persona está alterada o agobiada de alguna forma no son buenos para tomar decisiones importantes, porque podemos estar condicionados por nuestro estado de ánimo y no ver con claridad.

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