Hace un par de semanas, salí a cenar con un amigo mió de hace años argentino que vive ahora en Italia, y que paso por Madrid. Luego de cenar en mi taberna preferida “Matritus”, en Cava Alta, se nos antojo un buen café. Cosa que ahí no sirven, cosa normal en las tabernas.
Buen vino, buena comida, pero nada de café. Pero eso mejor para otro post.

Se nos antojo un café. Era martes noche, y algunos sitios cierran por descanso. Me acordé que habían inaugurado una heladería – cafetería en la calle paralela a donde estábamos, en Cava Baja. Muy fashion ella, toda blanca, con unos sillones muy de diseño y esas cosas. Reconozco que si bien llevaba un par de meses nunca había entrado, así que fuimos.
El café muy bueno pero el helado. Mmmmm. Uno de dulce de leche que no os puedo decir lo bueno que estaba.
Los dos ni hablamos hasta que terminamos el helado. Creo que fue toda una experiencia para el gusto.
Cuando concluimos mi amigo me dice.
“Lu, ahora te entiendo cuando dices que no extrañas nada de Argentina. Si tenés este helado a 5 min. de tu casa, caminando de esta calidad que no tendrás a mano por aquí. Esto en Italia no hay.•”

Siempre he dicho que acá en Madrid se vive bastante parecido que en Buenos Aires. Con los años lo asevero más. Hace 16 años eso no pasaba. Todos estos años he visto como esta ciudad ha evolucionado con las costumbres de otros países, como se ha abierto al mundo.

A lo que iba.

Tengo unas ganas insufribles de comerme un helado de dulce de leche. Diría alguien cercano que no hay que suplantar el aburrimiento con dulce o algo parecido.
Pues, a la merde.
Tengo ganas y me voy ya a comerme ese helado de dulce de leche, para eso lo tengo a 5 min. caminando.
Que de esto en Italia no hay.