Mi vida se resume en que… (Primera parte)

(Siguiendo la estela de la Ceci….)

Con un año, le hice cortar el famoso bigote a mi padre, porque cada vez que me daba un beso lloraba

Con dos años, me ponían vestiditos acorde con el bombacho y los zapatitos de botoncito a juego. A mi madre siempre le decían algo bonito por lo bien conjuntada que me llevaba. Ahora a tirado la toalla conmigo o casi.

Con tres años, me regalaron el único peluche de mi infancia, un burro naranja con relleno de paja que aun conservo. Me regalaban más muñecas que peluches. Igual nunca tuve muchos juguetes como los niños de ahora.

Con cuatro años, empecé a ir al jardín de infantes y le sacaba las monedas a mi papa del bolsillo del traje para comprarme chuches, hasta que me pillo y mis indicios de delincuente quedaron ahí.

Con cinco años, ya me ponía un par de esquíes de madera con trabas de cuero para las botas y me tiraba con un abrigo a cuadros de paño que herede de mis hermanos. Y lo más importante, me dejaron olvidada en una heladería. Me hice amiga del heladero que me dio otro helado para que la espera se me hiciera mejor. Ya se perfilaba la lu social.

Con seis, me mude al otro lado de Argentina, de la cordillera al mar.

Con siete, no comía, pesaba 20 ks. No me gustaba la comida.

Con ocho, hice la comunión un 25 de diciembre y sola con un caloraso que no se podía soportar. Eso si, me hice una hucha de dinero de regalo que gaste en tonterías. De ahí viene mi mala administración financiera.

Con nueve, caí enferma, con reposo absoluto.

Con diez, seguí igual. Y nos mudamos de nuevo pues yo necesitaba médicos más especializados.

Con once, repuesta ya, me mandaron a hacer deportes para fortalecer mis músculos. De ahí mi afición al tenis.

Con doce, me pasaron al colegio de monjas. Antes iba a mixto y cuando festejábamos un cumple no se porque siempre jugábamos a la botella. Que recuerdos.

Con trece, ya tenía 15 amonestaciones por mala conducta en el colegio de monjas.

Con catorce, tuve mi primer novio. Martín, atleta él, campeón argentino de salto triple. La cague yo.

Con quince, me hicieron mi fiesta de 15 en marzo porque todos estaban en vacaciones de verano.

Con diez y seis, me examiné de las materias necesarias para pasarme a comercial en vez de bachiller, pues yo quería estudiar bellas artes y después de tercero ya podía, mi madre no quería. Lo hice para contentarla y de tarde iba a bellas Artes como yo quería.

Con diez y siete, terminé el secundario. Todos se sorprendieron, nunca me lleve ninguna materia y eso que aparte estudiaba Bellas Artes.

Con diez y ocho, entré en la facultad o club social, el que hablaba de más desaparecía, Era la época de la Dictadura.

Con diez y nueve hasta los veintitrés estudié arquitectura. Terminé cuando volvió la democracia al país, es más yo termine un 16 de diciembre y Alfonsín subió un 10 del mismo mes. A los dos meses empecé a trabajar. A los 20 terminé Bellas Artes.

Con veintitrés conozco al amor de mi vida. Pedro.

Con Veinticuatro me voy de vacaciones a Brasil, y casi me muero intoxicada, me quedo un mes más para reponerme de juerga con un grupo de surfistas. Ahí me fume mi primer porro y me aficione al vodka con la caipiroska.

Con veinticinco, ya me quería ir a vivir sola, menuda discusión familiar. Me busque un piso con vistas en el piso 18 de una torre. Todos opinaron al final afloje yo. Me devolvieron la fianza.

Con veintiséis aproveche que mi hermano “el francés” se vino para Europa y como dejo la casa para vender, me instalé en ella hasta que se vendiera. Así me fui de casa, solapadamente. Estuve un año.

Con veintiocho, mi madre me ayudo a comprarme un piso cerca de su casa. Un ático con mini terraza. Tomaba el sol en ella, una pasada. Nunca volví a vivir en casa de mis padres.

Con veintinueve, cortamos con mi gran amor, pues el se lió con otra y yo les pille, unos meses antes de casarnos. Lo único que quería era irme lejos. Nada fue igual.

Con treinta estaba dando tumbos desorientada. Después del shock inicidal, nada me venia bien.

Con treinta y dos me vine a Europa para curarme el estrés, año sabático, 6 meses en España, 6 meses en París, para aprender Francés. Nunca llegue a París salvo de vacaciones, aunque aprendí francés más o menos igual, practicando, y nunca volví a vivir en Buenos Aires.
De eso corria el año 1991.

Continuará…

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