Ayer quedé con mi amigo R, el adoptado, para ir a la Fnac de excursión consumista de videos, libros y esas cosas.
Prefiero ir con alguien, porque es un peligro para mí ir ahí. Gasto mucho. Pero sobre mis preferencias culturales de consumo, para otro post.

A lo que iba.

Luego de visitar los 4 pisos, y obvio comprar una novela como menos, sobre la construcción de las catedrales en el medioevo, que ya os contare que tal, nos fuimos a la Plaza Mayor a tomar unas cañas en el bar andaluz ese que esta en los soportales casi en las salida a la calle Mayor, que tiene cosas taurinas pero con fotos de cornadas a toreros, no de faenas. Él dice que es truculento, pero le encanta ir. Con solo decir que hay una foto de Franco saludando al Cordobés (padre). Una pasada ir, os lo recomiendo.
Estando ahí y poniéndonos al día de los líos amorosos de él. (Los míos son aburridos) me cuenta que con la ex, la que aun no supera su pérdida, era normal ir a bares de cambio de parejas. Me sorprendí, porque yo hace poco tenía un ligue habitual que insistía e insistía en ir a uno conmigo. Cosa que nunca sucedió.
Tengo que decir, que una vez participé en un trío, y a la mitad me fui porque no era lo mío, así que aunque suene que “soy una gili”, prefiero las cosas de dos. También la verdad es que el trío era de dos chicas y un chico, no se yo si fuera al reves. Pero lo dejaremos ahí.
Parece ser que lo de ir a bares de intercambio de parejas es cosas habitual, para cumplir fantasías.
Yo me reía, y se lo conté porque para mi eso no es una fantasía. Yo he cumplido muchas de las fantasías que tenia pero intercambiar parejas no ha sido nunca una. Es más tengo una, hace años, pero como es muy sofisticada nunca la he llevado a cabo.
Pero me reia, porque hace poco conocí a alguien que cumpliría el requisitos para cumplir mi fantasía, pero como le decía a R el adoptado, “cualquiera se lo dice a él” y una mierda.