No suelo tirar las agendas de teléfonos viejas, que cambio cada varios años. Me gustan las de espiral con tapa dura, de más o menos 10 cm. De alto. Agata me facilito el producto sobre esto cuando empezó a sacar su colección de agendas hace bastantes años, tengo que decir, viendo la cantidad de agendas de ella que tengo en casa. Cada dos o tres años las cambio, según me de. No por estar llenas porque nunca llego a llenarlas, sino por teléfonos que no quiero ver más, u hojas arrancadas, o porque el dibujo de la tapa se estropeo, o me canse de verlas o porque me dan mala onda, o porque se me da la gana.
Llevaba unos meses buscando un teléfono importante para mí. Necesitaba contactar con alguien que hace 10 años me ayudó a salir de una crisis personal bastante profunda. Nada parecido a lo de ahora, aun más. No importa que lo causo, sino que me ayudó a salir del bache reforzada. Pero hete aquí, que en ninguna agenda de las viejas tenia su nombre ni su teléfono. Sabia como llegar a ella nuevamente, pero tampoco encontraba el teléfono de quien me contactó con ella. Eso si, en este periplo de búsqueda me reencontré con dos o tres personas que no se muy bien porque habíamos perdido el contacto, pero que llamé y me alegro volver a escucharlos. Es más con uno nos tomamos un café el otro día. Pero esto mejor para otro post.
A lo que iba.
Cuando ya daba por perdida la búsqueda, luego de varias llamadas infructuosas. En unos de esos arrebatos de orden que a veces me dan, haciendo lugar en la biblioteca, encontré una de esas agendas dentro de un libro. Vaya a saber desde cuando está ahí. Como si un duende la hubiera escondido para que nunca la viera y siguiera jodida. Si no hubiera agarrado el libro nunca hubiera encontrado la agenda. Ahí estaba el teléfono del contacto. La llamé el sábado y como si no hubieran pasado los años. Hemos quedado para vernos este finde. Pero me dio el teléfono de la persona que quería. Voy hoy a verla.
Ahora empieza un periodo que se que será duro, porque se lo que me espera. Así que no se sorprenda nadie ni de mis estados de humor, de si no escribo o si lo hago. Pero estoy segura que saldré reforzada como la otra vez. A veces hay que tocar fondo para levantar la cabeza. Y en eso estoy aunque no sepa cuanto va a durar.
pd: Una música para acompañar…
Sonata Nº 11 en LA Mayor – de Mozart
(suspiro) que bonito es el amor 😛
oye pues pasa el contacto jejeje para incluirlo en mi agenda, siempre es buen contar con personas asi…y que suerte la tuya…pues aunque esta vida es de caidas y retomar el vuelo….siempre a pesar de cuantas veces caigas los vuelos tienen su particularidad y diferencia…pero eso, si, seguro que el que viene será aún magerstuso toda lección nos hace más grandes apesar de lo doloros que parezcan en el presnete…suerte!!!!1
Nena, me tienes mareada con estos cambios de nick. Este de Bualuk ¿de dónde viene? Seguro que tendrá un significado…
Y otra cosita. No dejes de escribir, por favor. Aunque sea para desahogarte un poco soltando sapos y culebras.
Has barajado la posibilidad de que el duende no escondiera la agenda en el libro sino que fuese él quien pusiese el libro en tus manos para que descubrieses la agenda¿¿???.
AMaranta no lo pense pero esta persona ayer me dijo “quizas la encontraste porque ahora era el momento”..
quizas ahora es el momento..
no si al final tendre mis duendes en nomina para mi 😛
Una vez escuche comentar que nosotros no elegimos los libros, son ellos los que nos eligen a nosotros.
¿Suerte, casualidad? Creo que no. Saludos.