La segunda parte del viaje fue otra cosa. Mi “niña” llego el viernes para desayunar, y entre que teníamos que charlar un huevo de cosas, que hicimos conociendo un par de bares de moda muy new yorkinos, la visita a la ciudad fue otra cosa.
Yo intentando emular a James Bond, ya que estaba en USA que se supone que los saben preparar, en uno de esos bares pedí un martíni. Esperando que me dijera agitado o revuelto, va y me pregunta de ginebra o de vodka. Me descolocó. No sabía que el martín también se preparaba con vodka. Y haciéndome la “sabedora” pedí de vodka. Por dios, no lo podio terminar. Vodka puro, pero no chupito, en una copa de martín. Cuando al rato vino a decirme si quería otro, muy amablemente le dije que no. Cualquiera se tomaba otro, ¼ litro más o menos de vodka puro. No se como los rusos le dan tanto al vodka a palo seco.
A lo que iba.
El viaje fue menos paliza, más shoppins, mucho arte moderno en el MOMA y en el Guggenheim, visita obligada al mercadillo dominguero del Soho, a comprar bolsos piratas al barrio chino, y caminar y caminar y caminar.
Yo tenia las cosas muy claras que ver sola y con ella. Sabia que estando ella me tocaría almorzar en lugares conocidos como cenar en lugares de moda. Es que tengo una “nena” muy fashion que se conoce todo. Nos divertimos mucho y casi no dormimos, lo justito.
Cosas curiosas, los taxitas son unos impresentables. Te paran, pero con la puerta con pestillo. Le tenes que decir donde vas y si les viene bien te llevan y sino te dicen, coja otro. El metro, cutre como no puede ser. El marido de mi “nena” vio ratas, yo por suerte no vi ninguna. Los new yorkinos tienen verdadera neura por el móvil en la calle. Se pasan el día al teléfono. New York es una ciudad de turismo interno, por lo tanto esta llena pero que llena de americanos de vacaciones. En esto pierde algo la ciudad. El americano medio como turista es algo plasta, en su país y fuera, así que el fin de semana la ciudad cambio. Está llena de andamios, pero parece según los que estaban conmigo que todas las veces que han ido, siempre es igual. Así que la llamaron la ciudad de obras eternas. En fin.
Esto es lo que quedo de la escultura de Koning que estaba en la explanada de las torres gemelas cuando estas se cayeron encima. Impresiona verla toda abollada.
Pues si, poco tiene que ver tu visita antes de la nena que con la nena, pero en ambos casos, fantástica.
1beso
Pues a mí Berlín me desilusionó, fíjate. Para mí LA CIUDAD es Londres, sin discusión.
Mordandis pues si, fue otro viaje distinto, pero me lo pase bien igual
Kotinussa yo a Berlin quiero ir a ver los 5 museos juntos 🙂
londres, tambien es mi city.. perderme por la national gallery.. me vuelve loquita..
Lucre te recomiendo fervientemente Berlín.
Tu especialmente encontraras cosas interesantísimas que ver, pero además es que su ambiente es genial.
Me encanta, yo acabo de volver.
He estado dos veces en NY y ambas alojado en casas de residentes. A mí la ciudad me apasionó, tanto por mi “deformación profesional” como por haber tenido la suerte de estar acompañado de gente de allí. Creo que es un paradigma de la urbanidad. No se trata de hacer comparaciones; todas las “grandes” ciudades son únicas y, por tanto, incomparables.
En Berlín sólo he estado una vez, fue en el verano del 90, a pocos meses de la caída del muro y sin que todavía se hubiera oficializado la unión de las dos alemanias. Me entusiasmó y me apetece mucho volver para ver cómo se ha transformado en estos 17 años. En esa época, su situación de isla en la RDA, la hacía interesantísima, plena de vitalidad cultural y social. Esa misma vitalidad se reflejaba en la arquitectura (qué te voy a contar).
Un beso y gracias por tu relato viajero.
Pues si “Baires” significa lo que creo, allí me perdería con mayor gusto que en New-York, razón de idioma, cultura, tango, mujeres, que se yo, sólo pensarlo ya me hace soñar.