He estado a puntito de cerrar el blog. Pero no lo haré, porque el blog soy yo, como le decía a TBO el otro día.
Necesito expresarme, necesito decir lo que me pasa o siento. Principalmente para mi misma. Si además alguien lo lee y me da su punto de vista con algo, fantástico y bienvenido. El feedback es necesario en toda relación, aunque esta sea de blogger y lector. No dejamos de ser personas.
Esta semana estoy muy que pero que muy triste. El otro día lo comentaba torpemente, que a veces la vida te indica un camino que vos no queres hacer, pero que al final por necesidad aceptas. Vos intentas el otro, ese que sabes que es lo que realmente queres. Pero la realidad te cierra en banda, agachas la cabeza y decís, «vale vida, lo que tu digas, si al final vos sos la que decidís«. Y a seguir caminando cabizbajo y abatido. Seguirás caminando, y alguien te dirá «no te preocupes ya algo saldrá de lo que quieres«. Y vos le miraras los ojos, y le dirás «consuelo de tontos«. Pero en el fondo sabes que es así. Aunque lo que siempre o casi, sale no es lo que vos queres. Y te dejas llevar.
Y para rematarla, hoy vas y abrís el mail, y recibís una noticia de la persona que más quieres en este mundo, de algo que no ha salido y que ha puesto tanta energía y fe en que saldría, que ha sido un palo para ella y para vos. Y pensas, a vos tambien la vida te indica el camino que no queres seguir, pero que deberás hacerlo.
¿Cómo le das ánimos a alguien que le pasa lo mismo que a vos, si aun estas intentando reponerte vos mismo? Y cuando escribís esto no paras de llorar. Porque duele, porque las puertas se cierran, y los sueños se caen de repente rotos en mil pedazos. Y vos pensas, «a empezar de nuevo«. ¿cuantas veces se puede empezar de nuevo? Los años pasan, miras para atrás y no termina de convencerte. Pero lo peor de todo, es que hablas con alguien también cercano a París, y te dice que le pasa lo mismo. Pero te da otra perspectiva, la de sentarse a pensar y evaluar que es lo que uno verdaderamente quiere de ahora en mas. Las estructuras mentales ya han caducado, hay que renovar todo el vestuario interno. Hemos crecido, y no hay vuelta atrás. Ahora el empezar de nuevo es bajo otra perspectiva, y uno debe cambiar el chip.
Ya no se tiene 30 años.
¿quizás eso es lo que la vida nos estaba diciendo y no lo veíamos? que no podemos querer lo mismo que cuando teníamos 30, que esa etapa ya paso.
Lo pensas, pero también ves lo que tenes ahora, y decís «pero esto tampoco lo quiero, aunque bajes la cabeza y camines como un corderito por ese camino«.
Ese es el verdadero problemas.
¿Que ya no tenemos treinta? Comienzo a creer que la confusión es una condición humana, yo apenas voy a cumplir veinte años y estoy en la misma situación. Quisiera hacer lo que me dice mi alma, pero el Destino no me deja.
Saludos desde lo profundo del dilema.
p.d. Yo también pensé dejar mi blog, pero aunque me ha dado muchas rabietas, también me ha dado muchos placeres… el exhibicionismo, en otro nivel, algunos dicen que creativo.
Lukrecita, guapa, yo no estoy ahora mismo para dar ánimos a nadie, más bien para que me los den. No pretendo que eso te consuele, ¿eh?
Tampoco voy a decirte que todo se arreglará. La realidad es que hay situaciones que se arreglan y situaciones que se ponen peor. Sólo queda aguantar y esperar tiempos mejores.
A ver si para dentro de un mes y medio, cuando nos podamos ver, estamos las dos fantásticas y encantadas.
Besos y ánimo.
Pues yo que puedo decir… como dice Kotinussa hay cosas que cambian para mejor y otras para peor, y otras que simplemente no cambian nunca.
Muchos ánimos.
en estos momentos no tengo tiempo casi ni para vivir.
Pero, como tampoco quiero caer en el tópico de «consejos vendo que para mi no tengo», aprovecho el madrugón para decirte.
«seguí».
El post en blanco al menos nos da la oportunidad de sacar lo que tenemos dentro.
Ya sabes, un abrazo por cada día que no he pasado por aquí.
Espero que si no te anima al menos, te haga esbozar una leve sonrisa:
No había peor oficio en el pueblo que ser “el portero del prostíbulo”
Pero ¿qué otra cosa podría hacer aquel hombre? De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir,
no tenía ninguna otra habilidad ni conocía otro oficio.
Un día, se hizo cargo del prostíbulo un joven negociante con muchas inquietudes, muy creativo y emprendedor y decidió modernizar el negocio.
Hizo cambios y citó a todo el personal para dar las nuevas instrucciones de su reglamento.
Al portero, le dijo: A partir de hoy, usted, además de estar en la puerta, va a preparar un informe semanal donde registrará la cantidad de personas que entran y además anotará sus comentarios y recomendaciones sobre el servicio.»
-» Me encantaría complacerlo, señor, pero no se leer ni escribir.» Le dijo el portero.
– «¿Cómo?… cuánto lo siento, pero indiscutiblemente tendré que prescindir de sus servicios, pues así no me es de utilidad».
– «Pero señor, usted no me puede despedir, ¡yo he trabajado en esto toda mi vida!…»
– «Mire, yo comprendo y lo siento mucho, pero no puedo hacer nada por usted, le vamos a dar una indemnización y espero que le baste hasta que encuentre otro trabajo u oficio. De veras que lo lamento y que tenga buena suerte». Sin más, se dio vuelta y se fue. El portero sintió que el mundo se le venía encima. ¿Qué voy hacer, Dios mío?…
Recordó que en el prostíbulo, cuando se rompía una silla o se arruinaba una mesa, el lograba hacer un arreglo sencillo y provisional. Pensó que esta podría ser una ocupación transitoria hasta conseguir un empleo, pero solo contaba con unos clavos oxidados y una tenaza arruinada. Entonces pensó que usaría parte del dinero de la indemnización para comprar una caja de herramientas completa. Como en el pueblo no había ninguna ferretería, tenía que viajar dos días en mula para ir al pueblo mas cercano a realizar la compra. Ensilló el animal y emprendió el viaje.
Habiendo regresado ya a casa, cierto día un vecino llamó a su puerta:
“-¡Hola vecino!, vengo a ver si tiene un martillo que me pueda prestar».
– » Si, tengo uno, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar- »
Entiendo, pero yo se lo devolvería mañana temprano». «¡Esta bien! A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó la puerta.
“-Mire amigo, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende-?”
“-¡No puedo!, lo necesito para trabajar y además la ferretería está a dos días de camino-”
“-Hagamos un trato – dijo el vecino- Yo le pagaré los días de ida y vuelta mas el precio del martillo, total usted está sin trabajar. ¿Qué le parece-?»
Realmente, esto le daba trabajo por cuatro días y aceptó. Volvió a montar su mula y a su regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa.
“-¡Hola, vecino! Usted le vendió un martillo a mi amigo, vengo a decirle que yo necesito unas herramientas y estoy dispuesto a pagarle sus cuatro días de viaje, mas una pequeña ganancia… mire, no dispongo de tiempo para el viaje.-”
El ex-portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue.
Mientras iba por el camino recordaba las palabras de su vecino:
“-No dispongo de cuatro días para ir a comprar las herramientas.-”
Si esto era cierto, mucha gente podría necesitar que él viajara para traer herramientas.
En el viaje siguiente, arriesgó un poco mas de dinero trayendo más herramientas de las que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo en viajes. La voz empezó a divulgarse por el pueblo y muchos quisieron evitarse el viaje.
Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes. Con el tiempo alquiló un galpón para almacenar las herramientas y algunas semanas después, adaptó una vidriera y el galpón se transformó en la primera ferretería del pueblo. Todos estaban contentos y compraban en su negocio.
Ya no viajaba, los fabricantes le enviaban sus pedidos, el era un buen cliente. Con el tiempo, las comunidades cercanas preferían comprar en su ferretería y ganarse los días de camino.
Un día, se le ocurrió que su amigo el tornero, podría fabricarle las cabezas de los martillos.
Y luego, ¿por qué no?, las tenazas… las pinzas… los cinceles… y luego fueron los clavos y los tornillos…
En diez años, aquel hombre se transformó en millonario con su trabajo como fabricante de herramientas.
Un día decidió donar una escuela a su pueblo. En ella, además de leer y escribir, se enseñarían las artes y oficios más prácticos del momento.
En el acto de inauguración de la escuela, el alcalde le entregó las llaves de la ciudad, hizo que cortara la cinta, lo abrazó y le dijo:
“-Es un gran orgullo para nosotros agradecerle por este gesto tan meritorio para nuestra comunidad el que usted nos haya donado esta escuela; le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en la primera hoja del libro de actas.-”
“-El honor sería para mi.-” dijo el hombre.
“-Nada me gustaría más que firmar allí, pero no se leer ni escribir; soy totalmente analfabeto.-”
“-¿Usted iletrado?…-” dijo el Alcalde que no alcanzaba a creerlo.
“-¿Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? ¡Estoy realmente asombrado!» “Me pregunto, ¿qué hubiera sido de usted si hubiera sabido leer y escribir?-”
“-Yo se lo puedo contestar-” respondió el hombre con calma.
“-Si yo hubiera sabido leer y escribir… ¡sería el portero del prostíbulo!-”
a todos gracias por sus animos…
pero a ti almu, doble gracias porque tu cuento me ha parecido sobervio y conozco a alguien que se lo reenviare para que vea que no siempre el saber leer y escribir nos trae suerte.
no te imaginas lo bien que me viene.. gracias..
Más o menos tengo tu edad, quizás alguno más y también tengo ese tipo de sensaciones, mi medico de cabecero, (siempre duermo con el), me comenta que es normal y no hay que deprimirse, recuerda que cada día es un regalo. Por cierto no cierres la tasca, si quieres escribe menos, haz como yo que soy un vago redomado y prefiero contestar, en mi caso quizas sea que me faltan algunas neuronas, la edad no perdona, no lo sé. El caso es que después de tanto tiempo y sin saber nada de ti, acabaría por echarte mucho de menos. Saludos.
Me alegro que te guste. Me encanta tu blog, tu personalidad y no me gusta verte triste. Así que cualquier cosa para animarte es poca.
Salu2