Llevo un par de semanas que por temas de la campaña política actual aquí, han empezado a salir a la superficie cosas que yo pensé que estaban olvidadas, pero que veo que no.
La gente de la calle te dice… “yo no soy racista pero…” Ese “pero” puede involucrar muchas cosas.
Os voy a contar una anécdota del viernes pasado que me sucedió a mí y que ha llevado a escribir este post.
Para el que no sepa, yo soy nacida en Argentina, soy blanca de piel, hablo perfectamente el español, salvo cuando digo “yo” que lo digo en argentino, tengo la nacionalidad española porque la pedí yo, no por familia pues los ancestros españoles en mi familia son en cuarta generación, no para tener doble nacionalidad por familia, pues tengo un bisabuelo catalán, un bisabuelo vasco francés, una bisabuela gallega, y solo una abuela suiza, por lo que hubiera podido tener la doble nacionalidad de ese país por familia, pero decidí ser española. Para el que no lo sepa, la nacionalidad por familia es hasta la tercera generación. Yo soy la cuarta.
Así que soy un inmigrante 100%. Eso si, no vine en patera, vine en Iberia pero eso creo que ya lo conté y sino para otro post.
A lo que iba.
El viernes pasado comía con mi amiga A, la “ultra” (cariñosamente conste, pero escucha la COPE por eso le digo que es una ultra) y de repente vemos un revuelo en la calle, con policías y todo. Por supuesto como somos cotillas, como buenas chicas, nos paramos y preguntamos que pasaba. Resulta que un camión de reparto arrastró los laterales de un coche aparcado cosa que le hizo polvo, y no paró.
La señora que nos lo contaba, tipo sesentona de clase media, de las que yo llamo marujas del corte ingles, no se limita a contar el hecho, sino que puntualiza, “el conductor era sudamericano”, una y otra vez. Y agrega, “y para colmo he tenido que soportar que otra sudamericana se enfadara con migo”.
Como no le íbamos a preguntar porque se enfadara, porque era obvio en como decía “sudamericano”, le faltó decir “sudaca de mierda”, solo le dije “bueno, primero no me extraña que se enfadara, pues da igual si es o no sudamericano, podría haber sido español, ingles, francés o lo que sea, e igual seria un cabronazo por no parar y dejar los datos del seguro.”
La señora como vio que yo no tenia pinta de ecuatoriana, pues de eso se quejaba, reculo en su forma de hablar y empezó a excusarse, que ella no era racista pero… “. Mi amiga me agarro del brazo y me dijo, vamos.
Al irnos solo escuchamos a la señora decir “lo siento”.
Yo solo suspiré y dije “me tienen harta con estas tonterías”. No se dice Sud… se dice suramericanos. Mi amiga A, la ultra, se partía de risa, y me dice, tenías que haber sido menos educada y decir “yo”, así se hubiera dado cuenta que también lo eras. A lo cual agregue, se dio cuenta, pues se disculpo al final
Yo no suelo entrar en estas polémicas, porque me traen sin cuidado. Pero estos últimos tiempos las he empezado a sentir más fuertemente en la calle. Comentarios despectivos, que reconozco me molestan. Ya hace unas semanas cuando el candidato de la oposición empezó a hablar de firmar un contrato a los inmigrantes, los comentarios en una cena que asistí fueron de tal calibre, que los terminé solamente diciendo “a ver si yo me tendré que volver a la Argentina por ser inmigrante”. Todos me miraron, pues hasta ese momento yo solo escuchaba, y se cambio de tema, posiblemente porque todos los asistentes eran amigos míos, y se dieron cuenta de repente que los comentarios se estaban haciendo molestos, después de todo les guste o no, yo también soy inmigrante.
Todos los países de los llamados “occidentales” tienen ese comentario “yo no soy racista pero”. Es más en la Argentina, no son unos santos, no se canta en la cancha el “negro de mierda” que le dijeron a Hamilton el otro día, sino “bolita de mierda”, despectivamente a los bolivianos, que seria el mismo caso que aquí con los ecuatorianos, gente que como son de origen indígena no son de piel blanca. O “judío de mierda” porque conste que Argentina con la ciudad de Buenos Aires, la segunda en el mundo en número de judíos del mundo, hay muchísimo anti-semitismo. Aunque también, muchísimo integrismo semita, anti todo lo que sea anti todo judío.
Suspiro.
Escribo esto y pienso, menudo mundo de mierda que nos ha tocado vivir. Al final estas cosas han pasado siempre en todas las épocas, todo el que venga de fuera, hable distinto, tenga la piel distinta a la nuestra, es el enemigo, el que nos viene a joder, el que nos viene a sacar el trabajo.
Decía un gran filósofo francés, que el racismo se curaba con educación, pensamiento que comparto en un 100%. La que es distinto a nosotros no son nuestros enemigos, nos enriquecen como personas, su cultura, su lengua y sus costumbres.
La diversidad hace que seamos más grandes.
Reconozco que muchos de los que vienen no se integran, que algunos también a mi me dan reparos, pero intento ser más abierta y sobre todo no juzgarlos a la primera. Yo sobre todo los dos primeros años aquí, viví esos comentarios “sudaca de mierda”. Siempre me ha molestado mucho escucharlos y no han contribuido a que yo me sintiera más cómoda, aunque yo se que si fui bien recibida porque como decía mi padre, los españoles y los argentinos somos primos-hermanos. No me extraña que mucha gente venga de afuera y no se sienta bien recibida.
Si ves, en ningún momento hablé de las diferencias religiosas. Porque eso en la época que yo emigré casi ni se notaba. Ahora es un elemento más de conflicto. El otro día escuchaba que decían “las mujeres de melilla si pueden llevar velo porque son españoles, es distinto”. Me pareció tan surrealista que mejor lo dejo aquí.
La línea que separa lo que sentimos hacia el inmigrante es demasiado delgada entre lo ético y lo que no. Es una lucha en que estamos todos. Yo solo pido, que cuando vayas a decir “yo no soy racista pero”.. Pienses ese pero que significa. Por ahí se empieza la tolerancia.
PD: Che maaaa, ojo que se me quema la lasagna
Yo creo que el racismo se cura con educación y con conocimiento, quiero decir que muchas veces se escucha es que los marroquís tal, o es que los bolivianos cual, (por poner un ejemplo) pero cuando conoces a personas de ese país, conoces su lengua, su cultura, sus costumbres, su todo puedes llegar a respetarlos y no sentir ese rechazo. Pensar que son personas como tú pero que simplemente tienen otra manera de hacer o de decir las cosas.
Yo por mi parte te puedo decir que tengo dos compañera de trabajo, una de Uruguay y la otra de Argentina (esta última se ha incorporado hace pocos meses) y son con las que mejor me llevo y me siento cuando bajamos a echar un cigarrito.
es penoso
cuando llevé a mi hijo al colegio por primera vez una niña de ya unos 14 añitos me dijo.
-en nuestro colegio va a estar muy bien, somos muy solidarios, tenemos hasta negros.
Siempre he pensado que la diferencia es riqueza. Cuanta más variedad, mejor.
Tantas verdades juntas…asustan,muy buen post,saludos!!