Yo sigo con los codicilos de la boda del último sábado.
Los novios, al llevar 10 años “viviendo en pecado” como se dice ahora, sinceramente no necesitaban nada de regalos. Así que como había confianza, cada uno pregunto y la mayoría se decidió por el sobrecito con el dinero que consideraban.
Esta practica no es habitual en mi, así que pregunte por ahí cuanto se solía poner, y mi amiga A, la ultra, que vive con compromisos sociales, me explicó que se solía poner lo que se pensaba que salía el cubierto de la invitación y algo más. Según ella era una forma de ayudar a los contrayentes con la cena.
Yo no estoy de acuerdo con esto, pero me plegue a la mayoria.
Igualmente busque por ahí, algo que regalar que durara para siempre y no sea solo el prosaico dinero. Primero pensé en un marco digital. Los estuve viendo pero menos mal que llame a mi amiga A, la que se casaba, y le pregunte si le hacia ilusión, cosa que me comentó que sus compañeros de trabajo ya le habían regalado uno.
Luego pensé en un marco de plata, pero recordando los vistos en la zona de los anticuarios de la plaza Dorrego en Buenos Aires, decidí que cuando vaya, no creo que sea muy tarde, le comprare uno allí, para una bonita foto. Los de aquí que encontré era unos del montón, no me gustaron. Los que vi en San Telmo eran repujados a mano, una maravilla. Por algo, la industria platera argentina tiene tanto nombre. Si hubiera sabido cuando fui en diciembre que se casaba, lo hubiera comprado, pero no me enteré hasta mayo. La próxima vez.
Así que cuando le di el “bendito sobrecito”, le dije que era eso, más otra cosa que cuando viajara a BA le traería. Ella sabe que yo tengo muy buena memoria y que cumpliré. Posiblemente para su primer aniversario. Ya veremos.
Lo que me sucedió a mi con el regalo, le paso a mucha gente. Los más allegados querían algo que fuera tangible, no solo dinero. Así que una de las más brillantes ideas que he visto en mucho tiempo en un regalo y que demuestra que se lo curraron, lo vi en la boda de una de las más viejas amigas de mi amiga A.
Le compraron una cafetera de esas que publicita George Clooney, que se mete una capsula con el café dentro para la taza. Luego cogieron un tarro enorme con capsulitas de distintos tipos de café. Hasta aquí, todo normal.
Pero se molestaron en que todos los asistentes pusieran en unas pegatinas un deseo y pegaron uno a uno en cada capsulita. Por lo tanto en los próximos meses, cada vez que cojan una capsulita para tomarse un café, leerán un deseo que alguien les dejo en su boda.
Me ha parecido fantástica la idea, desayunar con buenos deseos no esta mal, nada mal.
pd: che pedrín, tengo un sueño, hoy me quede dormida. Esto de volver a trabajar todo el día reemplazando a los de vacaciones me esta matando. Y recien es martes.. jope…