Esta semana volvió a trabajar el jefe de mantenimiento del Centro Comercial donde tenemos las oficinas, que ha vuelto luego de curarse un cancer linfático. Es un hombre joven, amable pero que antes de pasar por este mal rato, no sonreía nunca, parecía como estar enfadado por la vida.
Ahora cada vez que me cruzo con él, sonríe a más no poder, esta alegre que te contagia su bien rollo. Es una buena persona, pero que ha tenido que pasar por lo que paso, para ver la otra oportunidad que se le ha dado. Ha tenido mucha suerte, y parece que la está aprovechando.
Pero no dejo de pensar cuando lo veo, porque el ser humano, debe sobreponerse de una vida al límite para verla de otra manera. No seria más fácil, sonreír, y regalar buen rollo a los que nos cruzamos antes de tener que pasar por esos momentos, cuando estamos sanos?
Son tan malos los problemas que pasamos, que no podemos ser amables con los demás. La prueba evidente de que esto pasa, es cuando uno va a una tienda y la mayoría te atienden con “una cara de culo” (sorry, no es políticamente correcto, pero no lo soporto).
Trabajar en cualquier trabajo de atención al público, tu actitud dependerá que el cliente vuelva o no.
Ya lo decía el decir popular.. “con vinagre no se cazan moscas”.
Lamentamente cerca mio, también he detectado este tiempo, alguien a quien la vida le ha dado otra oportunidad volviendo a la vida curada de un cancer, y parece como ese buen rollo que tenía al principio, ya se le olvidó. No porque le volvió la enfermedad, sino porque ya esta todo el día amargada. Espero que él que ha ocasionado este post, no le suceda y que siga con esa felicidad contagiosa que tiene cuando te cruzas con él, porque da gusto saludarlo.
Igualmente para afirmar esta tesis, te propongo un ejercicio “si vas por la calle, o en un autobús, fíjate la cara de la gente, toda o casi un 99% van “con cara de culo” o sea amargados” Si no es así te invito a que vuelvas por aquí, y me digas que estoy equivocada.
pg: Che pedrín, se que me lees, a ti te perdono todo. Pero recuerda, los problemas que no te prohiban decirle que las quieres a tus tres mujeres y sonríe de vez en cuando, todo tiene solución menos una cosa.. y ya sabes lo que es…
Lu, no puedo estar más de acuerdo con lo que expones. Parece que tenemos que pasar por una de esas terribles experiencias para sonreir, para ser amables, para procurar no amargar la fiesta a quienes nos rodean. Lo bueno que tiene el haber pasado por esa estación es que a partir de ahora entenderá la mala cara de los otros u procurará contagiarlos con la suya.
creo que ya he hecho esa observación por la calle, en el metro, en las tiendas… y creo que desgraciadamente tienes razón: la mayoría vamos con cara amargada y triste. y con eso que yo intento algrarme el careto a menudo: qué sería?!
Cuando vas por la calle sonriendo, recibes miradas extrañas.
Por suerte vivo en un pueblo, y aquí la gente aún se sonrie y se saluda por la calle. Aunque no conozcamos nuestros nombres.
Las comunidades pequeñas son agobiantes, pero muy sociable.
Me resulta extraño andar por Madrid, alguna vez, y ver a todo el mundo agobiado y, sobre todo, con mucha prisa. ¿Cómo va a sonreir alguien que llega tarde a todas partes?
Un abrazo, y una sonrisa.
A mi me pasa lo mismo cuando voy a Madrid y más al norte. Veo el rictus amargado de la gente. Y al mismo tiempo compruebo que miran con estupor mi cara relajada, en ocasiones sonriente y que les mira descaradamente como cuando paseas por un zoo.
Salu2