El fracaso ajeno les pone…

Ayer escuche en un película que uno de los protagonistas le decía “en el futuro se dirán muchas cosas de mí, pero tú me conoces, no creas lo que escuches. Cree solo a tu corazón y lo que tú sabes de mi”. Evidentemente la trama siguió y tenía razón, a los 5 minutos, lo lapidaron por pasarse a lo que los demás consideraban el bando equivocado.

Yo me he quedado con la copla de esto y recordé un artículo de hace unas semanas de Rosa Montero que reflexionaba en la revista de El País, sobre subir y bajar, sobre el éxito y el fracaso y como en esta sociedad existe algo que les guste más que ver triunfar a la gente, y es verla fracasar.

No hablo de exitismo, sino de hacer las cosas bien, de triunfar en el día a día de la vida, de aplicarnos lo mejor que se pueda con los medios que se tienen, eso es verdadero éxito, el salir adelante con el panorama reinante. Pero a la vez uno siente el aliento en la nuca, de los que están observando a ver cuando nos tropezamos y nos caemos. Esos que nos ven pasar, tuercen la cabeza para que no se lean sus labios y cuchichean sobre nosotros con el que tienen junto a ellos. Sepan o no, quienes somos. Igualmente ellos se encargarán de contarles todos nuestros fracasos, no nuestros triunfos en la vida. Vale más, los fracasos que los éxitos. Los éxitos dan envidia y la envidia ya sabemos que da tirria.

De esas personas que escuchan, hay dos clases.

Las que solo escuchan y asienten con su cabeza, creando una complicidad maliciosa con el que habla de nosotros. Y los otros. Esos que escucharan hablar de nosotros malamente, y nos defenderán. Evidentemente no somos tontos, y sabemos que de esos, se cuentan con los dedos de la mano y seguro que son familia o casi.
Dar un tropiezo no es estar acabado. Equivocarse o meter la pata con algo, es cumplir con el ying y el yang de las cosas. No siempre todo saldrá bien, y no siempre saldrán mal. Habrá de todo.

Todo esto viene, porque tengo la sensación de que me han hecho la cama. Que se me ha dejado una larga lista de cosas por hacer, pero no los medios para llevarlas a cabo. Yo las he hecho, o mejor dicho, las he dejado preparadas para concluirlas, pero no las he terminado. Es como si mis manos estuvieran atadas. Pero se me exigirá el porqué no las terminé o porque tome una u otra decisión. Lo tengo clarísimo.

El jueves sabré lo que es, otra vez, lo que es que a mi paso la gente cuchichee sobre mi “fracaso”. Por supuesto para sus ojos, porque yo tengo clarísimo que he hecho lo que he podido con lo que tenia.

Pero les encantará pensarlo, no como hoy por la mañana, que me cruce con uno de esos que tuerce la cabeza y cuchichea sobre los fracasos de la gente, gozando del fracaso ajeno sin ver el suyo nunca, y el cual hace, meses erradique de mi vida. De esa gente que uno se cruza en la calle porque son vecinos siendo inevitable, pero como si no existiera, porque uno sabe que están pero no ve. Puedo verlo, porque no soy ciega, pero como si fuera invisible, y mi mirada traspasara el espacio. Eso para mí es desaparecer de mi vida, simplemente lo intento borrar. Hoy me cruce, y cuando yo torcí la cabeza para seguir hablando con la francesita de lo que sea, vi en el reflejo del vidrio de la Caja, como daba vuelta su cabeza como preguntando “y está en que andará”. Tengo que reconocer que una sonrisa maliciosa se me escapó a mí, porque pensé.. “si te vas a enterar, el día del juicio final”…

Espero que el jueves, pueda decir lo mismo..

pd: che pedrín, ya estas de vacas???

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