Qué hay de nuevo bajo el sol?

Pues nada.

Dos semanas averiada, ahora puedo escribir algo, aunque no con todos mis dedos. A veces uno no se da cuenta en la vida, cuando es pequeño, que nuestras madres nos obligan a hacer cosas, que para nosotros son un tostón y no le vemos utilidad. Pero como somos buenos hijos las hacemos.

Hubo una de esas cosas que me obligaron a hacer, y que mientras lo hacía despotrique como una borrica, pero hice, y que con los años agradecí al cielo haber hecho, aunque no fue el objetivo primigenio. En realidad, mi madre siempre pensó y aun lo piensa, aunque yo le salí rana, de que las mujeres como se casan y tienen hijos, deben cumplir el bachillerato. Para entrar en contexto, estamos hablando de algo que sucedió hace 30 años, y era más factible que el pensamiento de mi madre, fuera viable, ahora no.

Como ella pensaba eso, y yo logre ir al bachillerato de arte que terminaba en tercero para luego ser bachillerato, normal. Pero el precio fue, que un verano tuve que estudiar tres materias, para pasar a lo que antes se llamaba “comercial”, pues terminabas con el título de “Perito comercial” que es como un administrativo ahora. Así, todo según mi madre, sino estudiaba nada, tenía un “papelito” (léase titulito) que aunque sea, de secretaria podía trabajar. Poca fe la de mi madre. En fin.
Tuve que examinarme en contabilidad, caligrafía, estenografía (léase taquigrafía) y mecanografía (léase máquina). Bueno no eran tres, eran cuatro. Pero ya sabéis, donde entran tres, entran cuatro.

Ese verano me sirvió para odiar la contabilidad y todos mis sueños de gran bróker se fueron al garete. Aprender a usar la caligrafía con plumín y cada día escribo peor. La taquigrafía, solo me acuerdo como se escribe mi nombre. Pero la mecanografía, eso si me sirvió.

Iba todos los días por un mes a un instituto que se llamaba Pitman. Usaba una de esas máquinas de escribir negras de novela negra. Ahora que lo pienso, que gozada. En ese momento lo odiaba, pero como hace 30 años nadie usaba aun el ordenador, no podía suponer que me serviría de algo. Ahora escribo con todos los dedos de la mano, sin ver el teclado, de memoria.

El tiempo pasó. Rompí los sueños de mi mamá, aunque me recibí de perito mercantil, para nada, porque me metí a estudiar arquitectura y aquí estoy, 26 años en la brecha. Nunca me case ni tuve hijos. Lo dicho, le salí rana. Eso sí, escribo con todos los dedos de las manos, sin ver el teclado, de memoria. Por eso me cuesta tanto escribir con un dedo fisurado el hueso, porque ese y el conjunto, los tengo entablillados. Me es imposible escribir con dos dedos.

Como dicen por ahí, a mi madre le salió el tiro por la culata. Quería darme las armas para ser una buena secretaria y ganarme la vida con eso, y le salí una profesional liberal, en una profesión, que en mi época temprana, era mayoritariamente de hombres. Pero eso, es otra historia.
Lo importante es que volví.

Pd: che pedrin, mira mis azaleas, dan gusto verlas. Todas las flores, son de una sola planta, da gusto…

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2 comentarios en «Qué hay de nuevo bajo el sol?»

  1. A mí, como aprobaba todo en junio, el verano se me hacía un poco largo. Así que cuando tenía 17 años, creo, para que no se me hicieran las tardes tan largas, me matricularon en una academia que había en la misma esquina de casa para aprender a escribir a máquina.

    También me pusieron en una máquina de ese estilo. Es para que nos acostumbráramos a apretar las teclas con fuerza, incluso los dedos meñiques. La verdad es que me ha venido muy bien escribir velozmente, con los diez dedos y sin mirar. Tuve que entregar muchísimos trabajos en la Universidad, escritos a máquina, cuando todavía no había ordenadores personales. Y cada fallo suponía un borrón o repetir la página, así que se agradecía muchísimo el escribir velozmente sin equivocarme.

    Y ahora, para chatear a velocidad de vértigo, ni te cuento.

    Besos y sigue mejorando. Espero que cuando vaya para allá a mediados de mayo estés ya en plena forma.

  2. De todo el dinero que mi madre gastó en mi enseñanza, el mejor aprovechado fueron dos meses de mecanografía.
    Sólo dos meses, pero mágicos.
    Para alguien como yo, que tiene la coordinación descoordinada es increíble que pueda mecanografiar con todos los dedos, y sin mirar el teclado.
    ¡Gracias, mamá, por hacerme aprender algo inútil que sirve para tanto!

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