Me gusta la poesía y mucho. Tuve una época que lo único que leía era poesía. Ahora que estoy media vaga, agobiada y esa cosas, estoy leyendo Hojas de Hierba de Wihitman, pero con la excusa que la última edición que sacaron hace unos meses, está en inglés y en español. Tan bien editada, que lees los versos en una hoja en ingles, y en la siguiente en español.
Bueno la excusa, me la pongo yo misma y para mí. Porque como no tengo ganas de leer libros, o ninguno me termina de atrapar, parece como si cumpliera con la obligación de tener que leer, leyendo unas páginas por día. Aunque tengo que confesar que ni con esas supero la página por día.
No sé qué me pasa con la lectura, sinceramente. Mi madre, que es una lectora fantástica con 83 años, me dice que es porque estoy con la cabeza en otros lados. Y puede que tenga razón.
Hasta cuando me levanto no sé si lo que soñé era un sueño o son preocupaciones. Porque hasta en sueños sigo con mi vida. En fin, mejores tiempos vendrán.
Todo esto, viene porque vuelvo a repetir, me encanta la poesía. Aunque mucha de la que leo en los suplementos culturales de los diarios actuales, no las entiendo.
Porque no tengo problema en decir a quien quiera oírlo, que hay tanta tontería últimamente en mucha gente, que escriben a un nivel intelectual que solo lo entienden ellos y los demás tontos que hacen lo mismo.
Esto me recuerda a una anécdota que escuche el otro día, de alguien que le hizo una entrevista a Arzalluz, y que cuando terminó, le dijo” no le he entendido ni una palabra de lo que quería decir”. Ese lenguaje que muchos dominan, yo no, de hablar pero no decir nada, que tanto le gusta a los políticos, para no mojarse.
En fin, uno se va desactualizada.
Volviendo a los poetas. Ayer se cumplió 100 años del nacimiento de Hernández. Eso si era un poeta aunque vivió tan poco. He estado leyendo su biografía y me pareció curioso cómo le pasaba a su mujer los poemas escritos en lo que sea.
En su homenaje uno de sus poemas que más me gusta, y que será eterno.
DESPUÉS DEL AMOR
No pudimos ser. La tierra
no pudo tanto. No somos
cuanto se propuso el sol
en un anhelo remoto.
Un pie se acerca a lo claro.
En lo oscuro insiste el otro.
Porque el amor no es perpetuo
en nadie, ni en mí tampoco.
El odio aguarda su instante
dentro del carbón más hondo.
Rojo es el odio y nutrido.
El amor, pálido y solo.
Cansado de odiar, te amo.
Cansado de amar, te odio.
Llueve tiempo, llueve tiempo.
Y un día triste entre todos,
triste por toda la tierra,
triste desde mí hasta el lobo,
dormimos y despertamos
con un tigre entre los ojos.
Piedras, hombres como piedras,
duros y plenos de encono,
chocan en el aire, donde
chocan las piedras de pronto.
Soledades que hoy rechazan
y ayer juntaban sus rostros.
Soledades que en el beso
guardan el rugido sordo.
Soledades para siempre.
Soledades sin apoyo.
Cuerpos como un mar voraz,
entrechocado, furioso.
Solitariamente atados
por el amor, por el odio.
Por las venas surgen hombres,
cruzan las ciudades, torvos.
En el corazón arraiga
solitariamente todo.
Huellas sin compaña quedan
como en el agua, en el fondo.
Sólo una voz, a lo lejos,
siempre a lo lejos la oigo,
acompaña y hace ir
igual que el cuello a los hombros.
Sólo una voz me arrebata
este armazón espinoso
de vello retrocedido
y erizado que me pongo.
Los secos vientos no pueden
secar los mares jugosos.
Y el corazón permanece
fresco en su cárcel de agosto
porque esa voz es el arma
más tierna de los arroyos:
«Miguel: me acuerdo de ti
después del sol y del polvo,
antes de la misma luna,
tumba de un sueño amoroso».
Amor: aleja mi ser
de sus primeros escombros,
y edificándome, dicta
una verdad como un soplo.
Después del amor, la tierra.
Después de la tierra, todo
Cada vez que lo digo sé que voy a quedar fatal, pero es la verdad: no me gusta nada la poesía, nada, nada. Ningún autor, ninguna época. Me aburre, no me transmite nada, me parece o bien una cursilada, o bien un snobismo, según sea el tipo de poesía.
Lo siento, pero no doy ni un céntimo por ningún poema que se haya escrito en toda la historia.
pues si nos gustara a todos lo mismo seria el mundo aburrido no?
un saludo
no conocía este poema de Hernández, y no es mi preferido. aún así, gracias por traerlo aquí, Lú: on el vocabulario más sencillo, Hernández consiguió escribir los poemas más sangrantes que he leído…
lo de Kotinussa me ha hecho pensar.. a mí sí me gusta la poesía y me embebo de ella, pero exige para penetrarla un esfuerzo constante, un no rendirse nunca. la soledad de los poetas se parece demasiadas veces a una inmensa vanidad, a un torpe orgullo, cuando sólo es un afán apasionado por desbordar las palabras, pervertirlas y darles ese sentido tan potente que a veces nos deslumbra