¿Qué es un amigo?

Bonita pregunta y a su vez complicada de contestar.

Con la edad yo he aprendido que hay distintos tipos de amigos, y aprender esto me ha costado mucho, pero que mucho, aunque creo que lo he hecho. ¿Aunque para ser sincera a veces pienso que tipo de “amigo” soy yo para los demás?

Cuando uno se pone a pensar en esto, se da cuenta que hay amigos para juergas, amigos para escuchar, amigos para compartir lo bueno y lo malo, amigos de los perros, amigos de intereses o amigo de bodas-comuniones-bautismos y funerales, amigos para aficiones. ¿Qué maldita costumbre tenemos de sectorizar todo, ¿no? Hasta los amigos, pero eso mejor para otro post.

Donde estoy segura de que no hay amigos, son eso que llamamos “amigos del trabajo”. Mentira cruel. Luego de muchos años de trabajar, os puedo asegurar de que esos amigos yo no tengo ninguno y muchos se hacían llamar “amigos”.

Pero volvamos a mi reflexión.

¿Tenemos muchos amigos de esos tipos, pero cuantos, en nuestra vida, involucran todas las características a la vez? Solo unos pocos, y a veces hasta sobran casi todos los dedos de la mano. Por no decir uno o máximo dos.

La amistad es un divino tesoro, decía algún escritor conocido. Qué verdad. La amistad mueve muchas veces nuestras vidas, cargadas de responsabilidades y compromisos, tanto con la familia y el trabajo. La amistad es nuestra evasión. Porque como ya dije, no creo en la amistad en el trabajo y con la familia, es familia no son amigos, por más que te lleves fenomenal.

Lo que yo he detectado con los años, que no comparto, y por eso me cuesta tanto aprender que hay distintos tipos de amigos, y que creo que es una idiosincrasia cultural de dónde vengo, es que aparecen o se acercan a ti, gente que se dice tu “amiga” y que es solo por interés. Interés por algo concreto o lo que sea. Cuando el interés pasa para ellos, desaparecen.

Por supuesto, tú como un gil, te vuelcas como si la vida te fuera en ello, como siempre has hecho con los que vos considerabas amigos, y de repente te quedas vacío, con cara de póquer. Pues sí, ¿cuántas veces nos ha pasado eso no?

A mí tantas, que ya he aprendido que tengo estas categorías de amigos y las identifico cariñosamente y si alguno lee este post que no se cabree, pero es así. Nunca es triste la verdad. lo que no tiene es remedio, recuerda.

-Amigos para todo, los de toda la vida, de esos que no suman ni un par de dedos de la mano.
-Amigos solo para juerga, esos amigos que yo llamo “amigos sociales”, un montón. Porque es el tipo de amistad que no conlleva responsabilidad y por lo tanto todo el mundo se apunta.
-Amigos de los perros o aficiones, los que compartimos la pasión y los paseos con los perros, nuestras mascotas o una afición.
-Amigos de compromiso. Porque uno comparte “amigos” comunes que te meten en el compromiso de ser “amigos” de los otros.
-Amigos de facebook, amigos on-line (en mi caso pocos, porque casi todos son de fuera que se aglutinaron conmigo en el face)
-Amigos por interés. Lamentablemente un montón también. Los que quieren algo de ti, como por ej, te llaman cuando quieren que les riegues las plantas porque se van de vacaciones, o para que les eches un ojo a su casa por el mismo motivo, o porque se les colgó el ordenador y te piden socorro a ti que lo sabes arreglar, o porque quieren hacer una reforma en la casa y necesitan asesoramiento de un profesional sin pagar por supuesto, etc.

Esta última característica es la que con los años me ha hecho aprender a que existen distintas características. Mi proceso ha sido así.

Conozco a alguien, comenzamos a tener cierta amistad, compartimos el día a día entre confidencias, problemas, risas y salidas. Nos sentimos amigos.
¿Empiezan a pedirte cosas, por ej, me ves el ordenador? Ok, hasta aquí ningún problema. Y te vas de vacaciones con ellos, y compartes más cosas. Ellos siempre piden más que tú, pero no pasa nada. Tú eres el que consigue los viajes baratos, o el que sabes de ordenadores. De repente un día te enteras de que han salido o han hecho una reunión y han pasado de ti. Otro día te das cuenta de que siempre eres el que llama. Hasta que otro día de tantos, te paras y te dices a ti mismo, ¿qué pasa aquí?

Dejas de llamar tú a ellos y desaparecen de tu vida. ¿Menudos amigos no?

Al principio te sientes mal, te duele esa discriminación subjetiva. ¿Te preguntas por qué? ¿Te sientes culpables, te preguntas qué has hecho? Una vez te sucede esto, y otra. A la no sé cuántas, empiezas a aprender, que hay categoría de amigos. Aprender esto te hace bien, porque ya no te sorprende o te duele, que te dejen de lado en una salida, o que se vayan con los otros a jugar al golf pasando de ti. Te convences de que no puedes gustar a todo el mundo. Que existe un estudio que dice que al 50% de la gente que conocemos le caeremos bien y al otro 50% no. Que tú no eres culpable, que ellos se lo pierden de no ser tu “amigo”. Sigues con tu vida.
Pero ¿cómo molesta no?

En fin, la vida es tan complicada como esto. La amistad es como las plantas, hay que mimarlas, regarlas, podarlas enfrentándose si hay algún problema con ella, o algo enrarecido y solucionarlo por dándolas si hacer falta para que renazca.

A la familia se la puede querer sin apego, es la familia, es tu sangre no la eliges, pero a los amigos es un dar y recibir, y no hablo de cosas materiales que son eso, materiales. Hablo de afecto, este en la amistad debe ser un ir y venir, sino como las relaciones de pareja se convierten en posesiones. La amistad sin un ir y venir, se convierte en egoísmo e individualismo y para eso el mundo está lleno. Para que más? Y conscientemente menos. La vida es muy corta y no creo que estemos en ella para sufrir.

imagen via @milkie.soup.io
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