Eso escuchaba el otro día en una conversación. Creo que es una verdad como un templo. La amistad se elige. Ser amigo de alguien, es un decisión personal, y poder llevarla a buen puerto, necesita mucho tiempo y desinterés.
Hace muchos años, una señora de mi barrio me dijo, «amigo es el que se come un saco de sal contigo«. Metáfora, de que mucho tiempo debería pasar para decirle a alguien un amigo, como el tiempo de comerse un saco de 25 kg de sal. Una eternidad.
Ahora con las redes sociales, todos se dicen amigos. Pero ¿lo son?
¿Por qué somos amigos de la gente? Por afinidad, por edad, ¿por qué? te lo ha puesto a pensar alguna vez. Yo sí, pero nunca encuentro una sola respuesta. He visto tanta gente pasar por mi vida, que se decían «amigos» y un día estaban y al otro no, que no puedo definirlo con palabras.
Creo que la gente o «amigos», aparecen y desaparecen de nuestra vida, porque su presencia nos tiene que hacer aprender algo. Y estarán con nosotros hasta que lo hagamos. Cuando se cumpla el objetivo, la mayoría desaparecerá. Si quedan después del aprendizaje, esos son los amigos verdaderos. Lo que nos acompañarán siempre, en nuestra vida y crecimiento.
Y si esos son verdaderos amigos, hay que cultivar la relación día a día. La amistad es una relación como cualquier otra de nuestras vidas. Se debe cuidar con mimo y dando todo sin esperar nada a cambio. Porque si algo mata la amistad, es esperar algo de contrapartida. La amistad debe ser desinteresada. Es lo mejor. Así que…
Vive, ama y cultiva tus amistades con cariño y alegría. Que como digo siempre, la vida es muy corta, y la perdemos sin darnos cuenta.
imange vía @amistad Robert Doisneau