Esta semana he sentido que jugaba la vida al “ta te ti” conmigo. De un día para otro, las cosas cambiaban. Hoy estaba arriba, al momento abajo. Ha sido frenética, y me ha recordado que todo es efímero, y que aún queda mucho 2020 para que sigan pasando cosas.
Porque aunque pongamos todo el empeño del mundo, luchando el día a día, por hacer las cosas bien, muchas no dependen de nosotros mismos. Y el entorno se encarga de darnos dos tortas que nos dejan en shock para que espabilemos, y abramos los ojos a la realidad.
Vivir sin engañarnos a nosotros mismos agota. Porque vivir en la realidad del día a día, es duro.
Ver las cosas positivas, y darnos cuenta que siempre se puede estar peor o que otros están peor que nosotros, es todo un ejercicio emocional, que no siempre nos ayuda a digerir las cosas mejor. Conformarse es positivo pero no es lo mejor.
Nunca hay que conformarse con la vida. Hay que querer más. Hay que luchar por conseguir los sueños, lo dicen los entendidos. Pero sinceramente, que decimos los simples mortales como tu o como yo?
Vivir es eso, una lucha constante para no desinflarnos. Aceptar que bastantes aspectos de ella no dependen de nosotros, y que por más que lo intentemos, no siempre lo conseguiremos, es vivir en la realidad. Es reconocer nuestras propias limitaciones.
Así que mi reflexión de hoy es…
Vive, ama e intenta vivir de la mejor manera posible que puedas con los medios que tengas. No pretendas alcanzar o hacer lo que sabes que nunca conseguirás, no te engañes. No te conformes, pero tampoco te des siempre con la pared queriendo que ella desaparezca. Muchas veces no lo hace.
Al final, focaliza en otra cosa y dá vuelta página. Ya sabes mi dicho “se puede con mucho, pero no con todo”.