¿Qué es el consuelo? ya me lo preguntaba hace unos años, más precisamente en el 2012. En ese entonces, solo encontré una respuesta lógica en el diccionario, donde decía “Alivio que siente una persona de una pena, dolor o disgusto”La acción de consolar es “aliviar la pena o aflicción de una persona!”Sus sinónimos son: confortar, calmar, tranquilizar, alentar, aliviar, animar, desahogarse, serenarse Sus Antónimos: desanimar, angustiar
Que bonitas palabras ¿no? pero actualmente ¿somos capaces de poder dar consuelo? no me refiero a consolar a alguien que esté enfermo o que haya sufrido una gran perdida, eso es lo más fácil de hacer por todos, como si las leyes sociales obligan. Siempre se escucha, “no te preocupes, todo saldrá bien”, pero ¿es verdad? No porque salga bien lo que sea, que eso es un deseo de superación del problema, sino del “no te preocupes”. Cuando he escuchado esto, siempre pienso en la falta de sinceridad de la frase.
En los tiempos que corren, he notado, un alarmante aumento de falta de interés por los de alrededor. Como dicen los expertos “Tenemos un cerebro social, y para sobrevivir nos necesitamos los unos a los otros”. Yo me pregunto, “para que nuestro cerebro social funcione correctamente, tenemos que escuchar frases hechas y condescendientes, con la sensación de vació?”.
[bctt tweet=”Tenemos un cerebro social, y para sobrevivir nos necesitamos los unos a los otros” username=”lucreziarrias”]
“De continuar este desequilibrio social, asegura un especialista en el tema, el cerebro humano puede ver reducido su número de neuronas espejo (según los neurocientíficos, estas neuronas están íntimamente ligadas a las capacidades cognitivas relacionadas con la vida social, como la empatía)”. “Compartiendo los estados emocionales de otras personas nos sentimos directamente concernidos y se despiertan en nosotros la simpatía y la compasión, que nos mueven a la acción“.
Nadie nace sabiendo consolar, pero si se puede aprender. Aprender a escuchar al otro como primer paso. Quizás lo segundo es obviar esas frases hechas, sin sentido, como “no llores” o “no estés triste”, como si eso se puede controlar. O como dicen los expertos “como te va?” como frase muletilla, que no va a ningún lado. Primero porque si bien parece que el otro se preocupa por la persona al preguntarlo, la mayoría de las veces recibirá un claro, “bien y vos?” y ahí se largó el reguero de individualismo contando lo suyo.
He comprobado en carne propia y lo escucho a diario que cada día se soporta menos la gente que se queja. Me incluyo. Hay gente que lo usa como medio de que los demás sienta empatía por ellos, como si a ellos no les pasara nada, pero se equivocan. Aburren y solo logran que los demás miren para otro lado.
Encontrar el equilibrio, entre contar lo que sentimos o lo que nos pasa, y que nos escuche sin juzgar o con una actitud de acompañarnos en nuestra vida, mostrando un interés sincero, es complicado, pero eso es amistad. Y tiene que tener la contrapartida de nosotros, “hoy escuchados”, a “mañana los que escuchan”.
Cada día que pasa, me doy cuenta que es una virtud, el saber decir la palabra justa en el momento preciso, que provea consuelo a alguien que lo necesita. Lo que antiguamente se llamaba “la palmadita en la espalda”. Cosa que cada día se evita más.
Pero como todo tiene dos partes, los que saben también dicen = “Hay momentos en la vida que desafortunadamente hemos de atravesar solos. ¿Qué hacer cuando estamos huérfanos de apoyo? El tópico de “quererse a uno mismo” cobra aquí el mayor de los sentidos. Se puede aprender a ser amigo de uno mismo. “Un filósofo muy antiguo decía: primero bañarse, después llorar y luego rezar: el agua es muy agradable y refleja el contacto con otro; llorar es la expresión de los sentimientos, es la desinfección del alma y del cuerpo, y rezar es el sustituto del contacto humano“. La lectura, la naturaleza, la música, la creación artística, los animales domésticos…, todo vale para masajear la propia alma, son medios para activar el puente roto con los otros. El consuelo no es algo transitorio, sino una herramienta para toda la vida. “Si se tiene la capacidad de consolarse es una persona muy rica“.
Para concluir, diré que siempre me queda la sensación que difícil es transcurrir por esta, la llamada vida, aunque ella a su vez sea simple y clara. Llegados a este punto, cada día aparecen tantas cosas nuevas en cuanto al comportamiento de nuestro cerebro, de nuestra psique, de cómo nos enfrentamos a los retos, que da por tierra todo lo aprendido hasta ahora. Quizás lo mejor es la máxima de los anglosajones “take it easy”. No existe mejor consejo.
Pero qué bien sienta de vez en cuando recibir sin esperar el otro contrapartida, de esa tan ansiada “palmadita en la espalda” o de esas palabras que dicen “lo estás haciendo bien”.