Constancia

El ser humano tiene muchos valores morales, y uno es la constancia. Aunque como todo en este mundo raro que nos ha tocado vivir, se va perdiendo. Una de las causas es que vivimos tan rápido, que nos olvidamos de aplicarlos.

Ser constante, hoy es un reto. Nos llenamos de cosas que ocupan nuestro día a día sin darnos cuenta. Para toda persona que tiene una afición o realiza una actividad concreta creativa, tener constancia es una necesidad. La creatividad está ligada totalmente  la constancia.

Cuando lees alguna entrevista o biografía de algún creativo, independientemente de su campo, siempre comentan que tienen una rutina de vida que aplican sin parangón. Eso es en parte ser constante. 

Hay que luchar con el ruido que se nos presenta alrededor para hacer algo creativo. Tener un horario para trabajar o unas normas a cumplir. Sin constancia no se puede hacer nada. Ese golpe de suerte que puede tener un artista en un campo, es uno entre miles. No se puede solo esperar eso. 

Como decía alguien “hay que besar muchos sapos para que aparezca el príncipe“. Pues eso, mucho trabajo para lograr un objetivo.

No es solo en trabajos creativos. Pasa en muchos ámbitos de la vida. Se necesita constancia para ser emprendedor, para estudiar una carrera, para llevar un proyecto adelante.

¿Por qué todo esto? Porque sigo en el reto de escribir algo 30 días seguidos, y os aseguro que aunque piensen que sea una chorrada, el rito de hacerlo a diario es agotador. De repente te das cuenta, como ayer que ya se acababa el día, que no has cumplido, y por no volver a empezar, porque si me olvido tengo que volver a empezar, pones tres líneas y listo.

Así no vale  Es sobre todo aprender a ser constante con algo. Yo, que en muchos aspectos no lo soy. Aun teniendo mi edad, lo intento. Escribir por escribir, no debería ser una opción. Cumplir con lo que me he propuesto, si que vale.

Pero eso con todo. Llevo años planificando que voy a hacer algo, lo monto pero no lo hago. Como los cursos de Domestika. Los compro y no los termino. Tengo varios aun por hacer. El consuelo, si lo puedo tener, es que  cuando se lo comenté a varios en una charla de café, me reconocieron que a ellos les pasa lo mismo, menos mal.

Soy un desastre. Menos mal que con el trabajo no me pasa esto, sino viviría en la calle. Cuando se cruza mi obligación con la inconstancia, gana la obligación. Pero solo se da en un tema en mi vida, que es el laboral. En todos los demás soy lo que soy, inconstante.

Mejor reconocer o ser consciente de como somos. Así no nos engañamos mucho.

En síntesis, ser constante en mi vida, cuando no lo soy, cuando me aburro rápido de las cosas, etc, etc, es verdaderamente un reto para mi, aunque parezca una chorrada. Qué no lo es. Os lo puedo asegurar.

 

Imagen @Blog: Milk Does A Sketchbook Good - Doodlers Anonymous

 

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Tener o no tener, esa es la cuestion

Hoy leía un artículo en Cinco días de El País, llamado “los primeros caprichos que se da un millonario“. (lo puedes leer  desde el link) que me ha dejado pensando.

Está claro que hay una paradoja actualmente, y es que en plena crisis del Coronavirus, con un montón de problemas financieros para todo el mundo, el número de ricos ha subido. Qué se considera rico? los que tienen más de un millón de € en su cuenta corriente. Evidentemente existe otro nivel, como los que heredan, los que dan un pelotazo con una tecnológica, etc, etc.  El que tiene un millón en el banco, puede que sea por su trabajo, dependiendo de cual sea. 

No es mi caso, y no creo que lo sea a no ser que me saque algún premio en la Lotería. Porque lamentablemente trabajando se puede uno hacer millonario pero en contadas ocasiones.

Siempre recuerdo esa frase que dijo Lola Flores cuando tenia que pagar Hacienda por evasión fiscal «Si una peseta diera cada español, no a mí, a quien tiene que darla, quizás saldría de la deuda». Pues eso, a no ser que reciba ayuda divina o de otros, no creo que con mi trabajo me haga rica. Puedo vivir, pero al día, nada más.

Volviendo a la reflexión de lo que leí, los muy ricos ya no hacen ostentación de que lo son. Quieren pasar desapercibidos. Lo entiendo y comparto. Si tienes mucho que no te lo han regalado sino que ha sido fruto de tu esfuerzo, mejor pasar inadvertido.

No importa lo que tengas, no hace falta restregarlo a los demás. La humildad es la mejor virtud en estos tiempos. Invierten en lo que no se ve, como salud, educación o servicios de bienestar.

Esa neura por las “marcas” y sus logos, nunca me ha gustado. Lo veo bastante vulgar. Me gustan las cosas bonitas, de calidad y posiblemente caras, como a todo el mundo. Pero aunque no soy rica, si me pude comprar algo de marca, seguro que no tenia logo. Siempre lo he odiado. Y si fuera millonaria o no, hoy en día, haría lo mismo.

Mi madre siempre decía “si eres pobre que no se note”. Y yo agrego ” y si eres rico tampoco”.

A veces fantaseo que haría si de repente me llegara un millón. Que aunque parezca banal, no alcanza para demasiado, seamos realistas. Ayuda, como decía alguien que conocí hace unos años, “recibir esa cantidad de repente por lo que sea, no te soluciona la vida, te la adelanta 5 años“. Tenia razón. Por eso se conocen tantos casos de gente que se hizo rica con un premio, y lo perdió todo por mala previsión.

Todo esto me recuerda una película de animación que vi estos días “el dragón de los deseos” en Netflix. Si me lo encontrará que tres deseos pediría? oro, fama y éxito? No tengo ni idea, lo tendría que pensar seriamente. Posiblemente el primero seria “no tener que preocuparme más por tener o no tener“, los demás vería. Ahora no se me ocurren. O si, pero me lo guardo para mi.

Calculo que los deseos irán en la línea de si tienes hijos o no, si eres solo o no,  si tienes una vida hecha o no… Qué sencillo que es reflexionar sobre esto sin la presión de la realidad. Porque si esto fuera real, estaría de los nervios por no equivocarme. Os lo aseguro.

Y tú? que pedirías o que harías si fueras de repente rico? o si te concedieran tres deseos?

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De cambios en gustos musicales va la cosa

Al ver un vídeo de Sandro cantando Rosa Rosa, he tenido un flash de memoria. Y os lo voy a contar.

Corría el año setenta y tantos, mi hermano Roberto estudiaba ingeniería nuclear en  el Instituto Balseiro en Bariloche, Argentina. Uno de esos años yo fui en mis vacaciones de invierno a su casa para esquiar. En ese viaje me pasaron dos cosas que aun hoy las recuerdo.

Primero, con su amigo de piso, me pase uno de esos días esquiando todo el día en el Catedral con él, y en cada subida en la telesilla me enseñaba un párrafo de la única canción que aun hoy recuerdo de memoria y era su preferida.. Father and Son de Cats Stevens. (lo puedes escuchar vía este link) Empezamos en la primera subida, y en la última ya me la sabia de memoria. Fue un día maravilloso. Han pasado,… qué más de 40 años? Posible, y aun la canto de corrido. El que me lo enseñó ni se que ha sido de él. Recuerdo el día, la canción pero nada más.

En ese viaje también fue la prima de ese amigo de mi hermano, y hablando con ella una noche me dice que estaba enamorada de Sandro. Me acuerdo de mi sorpresa, porque para una chica como yo “de buena familia y colegio de monjas”, Sandro no entraba en los cánones de gustos musicales admitidos. Porque como el tango en el principio del siglo XX que las señoritas no lo bailaban porque era de arrabal, a Sandro en esa época “una señorita” como se suponía que era yo, no lo escuchaba por casi similares razones.

Tengo que decir, que el gusto de esta chica en ese momento me escandalizó, pero no solo porque le gustara, a mí me parecía algo vulgar, sino por el nivel de fan que haría cualquier cosa por su ídolo, cosas que yo no he tenido nunca por nadie. Ella estaba convencida que se casaría con él. Cosa evidentemente que nunca sucedió, porque no creo que lo haya conocido en persona. Era pura fantasía de “Cholula”, como se decía en mi época. (Si ves el link del inicio del post, ves el vídeo de la canción y el público, y me entenderás lo que cuento.)

Las cosas de la vida, ahora me gusta Sandro, como Tom Jones que era la misma situación. Era un escándalo que le gustara a una joven de 20 años en la sociedad que me tocó vivir. Ahora tengo los grandes éxitos de Sandro, en casa que compré cuando falleció y me encantaría ver un concierto en directo de Tom Jones.  Los gustos cambian, menos mal sino me los hubiera perdido de conocer sus músicas.

Lo que me pasa, es que sigo sonriendo escribiendo esto, porque pienso… como cambiamos en la vida, no solo los gustos sino como personas. Por suerte, evolucionamos de las tonterías enconcertadas que nos querían imponer hace años. Que en mi caso fueron muchas.

Que tenía que hacer esto, hacer lo otro, vestirme así, maquillarme o vestirme asa. Cuantas imposiciones sociales tenía que cumplir. No he soportado las normas y por suerte ahora tampoco. Será por eso que en cuanto pude me salí corriendo y haciendo lo que me diera la gana.

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365 días

365 días o un año como quieras decirlo sin ella. Hoy hace ese tiempo que estando yo dibujando en la Cuesta de Moyano, con los urbans luego de un largo confinamiento por el Covid, recibí esa llamada que uno nunca quiere recibir, pero que es ley de vida. Porque lo contrario es más duro aún para el que se queda.

Una llamada que me avisaba que mi madre, María Rosa, se había ido. En paz y sin enterarse. Tres días antes se quedó dormida y nunca más se despertó. Tres días que fue el tiempo que su cuerpo de 93 años resistió a la partida, porque ella no se dio cuenta. Algo que me da consuelo, porque no se enteró y no sufrio, pero no por eso deja de ser muy duro.

Por supuesto, como para miles de personas que han tenido una pérdida esa época, no pude despedirme, ni acompañarla en sus últimos días. Porque no se podía viajar por la pandemia. Otro motivo más para decir que el año 2020 fue una mierda, como poco.

Estos 12 meses han sido para mi una montaña rusa de emociones. Me ha costado mucho y aún lo hace acostumbrarme a no estar ella. Ella era mi referente en muchos aspectos. Y el vacío que me dejó, aún hoy no le llene.

Muchos dicen que los que se van, vienen a despedirse. A mi me pasó con una gran amiga Ceci cuando partió, creo que ya lo conté por aqui. Pero en el caso de mi mamá, no. Se que se fue porque me lo dijeron, pero mi corazón no lo constató. Si me tengo que poner mística, diría que nunca vino porque donde se fuera, era donde ella quería estar. (suspiro) que se yo.

María Rosa, era una gran madre, que siempre estuvo para mi ahí. Con un caracter difícil para otros, pero no para mi. Me da igual lo que digan o no, los otros afectados por la pérdida, he escuchado de todo. Yo me quedo lo que su partida significó para mi.

Lo único que me hace aún daño, es que algunos de los cercanos, se pudieron despedir de ella por teléfono, pero cuando pedí yo hablar con ella, me dijeron mañana y fue la noche que se durmió y no despertó más.

Han pasado muchas cosas este último año, a nivel familiar que me lo guardo para mi, pero solo decir que alguno me ha borrado mi historia y mi existencia. O lo ha intentado. Pero no pasa nada. Yo por mi salud mental en algún momento hice click,  y di por zanjado el tema. Sin resentimiento, el tiempo pondrá a cada uno en su lugar. En la vida he aprendido en ver para adelante y no para atrás. Que cada uno apechugue con sus mochilas.

Solo contaré una anécdota. A principio de ése mes de julio yo me fui unos días a Galicia porque me prestaron un piso. Era para dos semanas, y tuve que volverme 3 días después de llegar porque cerraron la zona donde estaba por Covid.  Cuando supe que me volvía llamé a mamá para contarle, siempre lo hacia de donde estaba. Cosas de la tecnología que siempre hablaba con ella y le contaba dónde estaba y lo que estaba viendo, como en Atenas junto a la Acrópolis, que la llamé y le conté lo que estaba disfrutando. A ella eso le gustaba mucho. Muchos viajes y siempre compartidos con ella por el teléfono.

Esa llamada desde Galicia fue la última vez que hable con ella, y nada me hacía presagiar su desenlace 15 días después, pero paso algo. Algo que me di cuenta cuando partió, no antes. Cuanto se despidió de mí, me dijo un montón de cosas bonitas, que me quería mucho, que me extrañaba, que era su niña, etc etc. Fueron tantas las cosas lindas que me dijo, que yo que no soy muy buena para aceptar muchas muestras de cariño o de amor, aunque me encanta, le dije “mamá te estas poniendo muy moña”. Y nos despedimos con un “te quiero mucho” mutuo.

Eso fue lo último que escuche de ella. Me quedo con eso ante la pérdida. Unos días después de llegar el desenlace entendí lo que había pasado. No se si era conciente o no de que se iba, pero fue un momento muy especial madre-hija. ¿Quizás lo sentía? No tengo ni idea, ya no se lo puedo preguntar.

Solo sé que ya no está. Esta semana le hice una misa in memoriam porque es lo que hacen los hijos cuando sus padres se van. Lo hago con mi padre y ahora con ella en su primer aniversario. Ella está en paz, estoy seguro, y yo con el tiempo también. Me quedo con los buenos recuerdos que han sido un montón.

Mamá, estes donde estes, te recuerdo, te quiero un montón y te extraño aun más.

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La vida que tengo o la que necesito

Hoy miraba un vídeo de esos que no dicen nada de Hola, pero que me ha hecho pensar. Era la reina Isabel II de Inglaterra a los 95 años, conduciendo su Land Rover para ir un evento de caballos que va siempre.

Era curioso, porque uno asocia edad a poder hacer o no hacer. Bueno, la sociedad que vivimos. Pero parece que la señora no tiene problemas en hacer lo que le apetece. Evidentemente no creo que lo haga todos los días, pero se ha dado el capricho de volver a conducir.

La explicación al hecho de la revista, como siempre manida y tonta, porque se han  quedado desfasados, aunque uno siempre termina cayendo en verla, les maravillaba que “a su edad” siguiera conduciendo. Y resaltaba “la edad que se aparenta no es a veces la que se tiene”, o algo por el estilo.

Tengo que decir que también en el día a día del vivir es similar. La vida es la que se tiene y muchas veces no la que se quiere o puede tener. Extrapolando la idea de la edad que se aparenta y la que se tiene. Porque la vida no se aparenta, se tiene.

Cuántas veces escuchamos “quiero cambiar de vida”. Pero qué significa verdaderamente. Porque no lo hacemos. Diran los gurus del buen rollito, “no puedes cambiar de vida, sino alígeras la mochila emocional”. Puede que tengan razón, pero muchas veces es que tenemos una vida porque es la que hay y nos tocó, y otra la que de corazón necesitamos. Y no importa la llamada “mochila emocional”, porque es lo que hay.

Esto me hace pensar en la vida que tengo y la que verdaderamente necesito.

La que tengo ha evolucionado en el tiempo, y me he ido montando tiempos y situaciones que me han ayudado a tener una rutina más o menos acorde a lo que me apetece, sin muchos floripondios, pero que está bien. Como dato aportaré que he tenido suerte y me he montado el trabajo que me permite tener mucha libertad de horario.

Pero es verdaderamente la vida que necesito? O podría preguntarme “la vida que quiero” mejor? Qué cambiaría para lograrla?

Evidentemente si me sobrara el dinero sería más fácil cambiarla o no. Pero no todo es dinero tampoco. Escribiendo este post, me doy cuenta, que quizás con pequeños gestos que mejoren algunos aspectos, podría tenerla.  Porque no?

La que tengo me ha costado muchos años poder vivirla, mucho trabajo y esfuerzo, con una pizca de estar en el lugar que debía cuando debía y suerte. Algo de riesgo, tambíen, porque reconozco que he sido valiente o inconsciente, y me he metido en fregados que la han mejorado pero que eran un riesgo. Diría que no he tenido hasta ahora una vida conservadora.

Es la que verdaderamente necesito? Lo más probable que si. Porque uno ya tiene unas edades que piensa más en la jubilación que en otra cosa. Como la reina, si pudiera de vez en cuando hacer lo que me apetece aunque no sea convencional por la edad, me daría como satisfecha.

No pretendo hacer carrera, ya la hice y la tengo. No pretendo “logros”, porque los que necesitaba ya los logre, y nuevos ni me los planteo. No pretendo hacerme rica, porque a no ser que tenga un golpe de suerte con la lotería, no tengo medios ni herencias familiares para lograrlo. No pretendo ni ser más guapa, ni más alta, ni más hermosa, porque a la edad que tengo es lo que hay y me acepto tal cual. (Como nota a esto, podría pretender bajar unos kilos pero no para que me vean mejor sino para sentirme mejor.) No pretendo ser lo que no soy, porque como se dice “soy lo que soy”, en lo bueno y en lo malo, le guste a quien le guste.  Más claro agua.

Entonces, llegados a este punto, tengo la vida que necesito o no? Yo creo que si.

Aunque para no dejar de lado mi búsqueda constante en la vida, que cuando me aburro empiezo a ver posibilidades de cambio de trabajo, o de casa, o de lo que sea. Siempre he tenido esta costumbre. Soy de los que piensan “siempre se puede estar mejor”. Seguiré pensando en cambios en aplicar a mi vida. 

Sino como me divierto y supero la rutina impuesta por las obligaciones. Doy gracias por poder hacerlo y no tener impedimentos físicos o emocionales. Los otros se superan con trabajo, esfuerzo, ganas y un toque de buena suerte. Aunque ésta muchas veces es esquiva. Pero que la esperanza en lograr cambios no quede.

Espero como la reina que si llego a los 95 tenga la vida que quiero.

 

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