¿Quién se acordará de nosotros cuando hayamos muerto?

Ayer fui a Toledo a visitar a unos amigos, y con la persona que viajaba en el coche, hablábamos de lo inconsistente de esta sociedad rota en que vivimos. De lo que quedará o lo que genera. Y me puse a recordar un viaje a NY.

Recordar un viaje hace tiempo para darme una vuelta por el Metropolitan Museum de NY, unos de mis museos preferidos en el mundo. Bueno de los que yo conozco, que tengo que decir son muchos. Me gusta porque su colección al ser de donaciones para evadir impuestos de las grandes familias americanas de finales del 19, lo que hay es exquisito. De todo, pero fantástico. No pasa lo mismo por ej, en el de El Cairo, que tiene mucho apilado uno sobre otro. Aquí, no es solo la colección, sino como la muestran. La pintura europea que tienen impresiona, sobre todo lo que tienen de Van Gogh.

A lo que iba.

Mientras paseaba por sus salas, pensaba en que esta generación y las sucesivas, no dejarán nada muy duradero a la historia. Todo es tan efímero. Bueno dejaran recuerdos de guerras, de conflictos, de crisis, etc, Pero eso que de vez en cuando se encuentra una tumba de un visigodo o de un romano, por decir alguno, llena de cosas que se le dejaba a los muertos, y forma parte de sus ajuares funerarios mostrando su contundencia en la historia. Quien ahora entierra a sus muertos con cosas? nadie evidentemente, es una época distinta. . Es más, todos o muchos, incinerados, ni las cenizas.

¿Entonces porque acumulamos cosas en vida? ¿Necesitamos todo lo que tenemos?

Hay gente que llega a acumular, colecciones temáticas, que la mayoría de las veces no formaran parte de un museo por falta de valor, e irán a la basura. Porque estoy cansada de ver vaciar pisos por fallecimiento de sus dueños, para hacer obra luego que lo vendieron, y se llenan contenedores con fotos, cuadros, colecciones y lo que sea.

Posiblemente no lleguen a la basura y si al Rastro, como algo vintage, porque el que lo vende lo haya sacado del susodicho contenedor. Es más, yo tengo un montón de latas que he sacado de contenedores o vaciamiento de los pisos antes de obras. Y porque nadie entierra a los muertos ya con joyas, o utensilios para usar en otra vida, posiblemente porque mejor que se lo lleve el muerto, sea vendido para los vivos, o porque en otra vida no se necesita nada, solo como vinimos a esta, desnuditos.

Me doy cuenta, que para mi es importante pensar en esto, cosa que hago cuando veo lo que tengo que estoy convencida, terminará en un contenedor cuando yo no este. También reconozco, que si algo se recuerda de esta sociedad, será lo que la memoria guarde o el sistema quiera que se recuerde.

Porque si hubiera un apagón tecnológico por lo que sea y que lamentablemente se espera, y todos los datos o energías se perdieran, o si la humanidad desapareciera y de repente alguien pasara por aquí y viera lo que quedó, solo encontrará cosas de la antigüedad,  de nuestra era no quedará nada o casi. Está estudiado, que  una ciudad moderna necesitaría 300 años para desaparecer totalmente absorbida por la naturaleza y el deterioro del tiempo sin mantenimiento humano. Sería  como el efecto del Alzheimer, se borrará todo.

Todo es tan efímero en estos tiempo, que  me deja la sensación de que nada es importante y duradero. Donde posiblemente lo único que quede cuando muramos en muchos casos, será solo el recuerdo de nosotros mismos y nuestra vida en los que aun viven, en los que nos quieren.  Pero llegará el momento, que ellos también partirán  y nosotros desapareceremos de la memoria colectiva.

Toda esta reflexión me lleva a valorar el hoy. En no pensar mucho en el mañana. Para que. Mejor disfrutar lo que tenemos actualmente, no? 

En una sociedad, donde “se valora más a un “influencer”,  sin saber muy bie que significa eso realimente, “que a un Nobel”, como decía hoy en la prensa Carmen Posadas, la escritora, que se puede esperar? Nada. La inconsistencia general hace que todo sea efímero, sutil y con tendencia a desaparecer sin darnos cuenta. 

Vivamos de tal manera que cuando no estemos, nuestro recuerdo haya dejado impronta en los que nos rodean. Aunque también tenga fecha de caducidad.

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