Pasar por un tres estrellas Michelin

Hace bastante tiempo reflexioné en este blog sobre algo y aun hoy sigo pensando lo mismo, “que el mundo no esta hecho para uno, sino que todo es para dos o más”. Te dejo el link por si lo quieres recordar porque es del 2014 y mucho ha pasado ya.

A lo que iba.

Sigo pensando lo mismo. Y en una experiencia que siempre quise tener  y esta última semana pude tenerla al fin, lo he vuelto a confirmar. He ido a almorzar a Atrio, un 3 estrellas Michelin en Cáceres.

Intenté ir con alguien, lo propuse al grupo que íbamos a dibujar, pero nadie se animó. Y eso que éramos mucho. Y como yo ya me he acostumbrado que si eres solo, y quieres hacer algo, mejor hazlo porque sino no nunca harías nada.

La experiencia ha sido gratificante. Por el edificio, la calidez del espacio, la atención del personal, de los propietarios tanto el chef como su socio, que vinieron a la mesa varias veces a explicarme el menú, o a ver que tal iba todo.

Y la comida por supuesto. Menú degustación de 7 platos, que cuando llegue al postre no pude con él. Eso si, me propusieron llevarlo a casa y me dejaron al final una pequeña bolsa con 6 cajitas, donde en cada una estaba parte del postre que no pude degustar. Brutal.

Un menú al rededor del cerdo ibérico. Increíble. Plato a plato se superaba.

He conocido casi todo el edificio. Me llevaron al llegar a visitar la famosa bodega de vinos, que por segundo año seguido es la mejor surtida de un restaurante del mundo.

Al irme, me ofrecieron conocer la cocina. Que como ya había terminado el servicio estaba ya limpia. Muy interesante.

Volviendo a que el mundo no esta hecho para uno. Tengo que decir que si bien, la experiencia fue fantástica y cumplió todas las expectativas y más. Me fui con la sensación de que los platos habían llegado muy rápidos unos con otros.

Evidentemente si tienes a 3 personas pendientes de tu bebida, de que hayas terminado tu plato para traerte el siguiente. Por más que comas despacio y disfrutes, te falta ese tiempo de charla, de compartir con otros que hace que las comida se alarguen y se separen los platos unos de otros. Haciendo que una comida se “sociabilice”, que no sea un acto mecánico solamente de comer. 

Me lo pasé fenomenal y lo recomiendo. No es prohibitivo, es como comprarte un bolso o unas Nike.  Pero me quedé con esa sensación que  al mundo no le gustan, ni esta echo para los “solos”.

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