Una cosa que al ser occidental le cuesta aceptar, es que “las cosas pasan cuando tienen que pasar“. Pensamiento orientalista que en muchos aspectos choca con ansiedad de que las cosas sucedan cuando nosotros queremos y no en su debido tiempo.
Se que es difícil de aceptar. Mi cabeza me lo repite hasta la saciedad como recuerdo que haga lo que haga, sino es su momento, lo que quiero que pase no pasará. Me imagino porque me quiero convencer a mi misma que eso que nos quieren meter en la cabeza, que si te esfuerzas lo lograras, porque todo se puede.
Os garantizo que no es así. Te puedes esforzar lo que quieras. Evidentemente si no lo haces, ni lo intentas, tampoco lo lograrás. Pero si el entorno, el tiempo y las circunstancias no son positivas para lo que quieres hacer o lograr, dará igual lo que te esfuerces.
Ahora aparecen los que te dicen que de las derrotas se aprende, es más alguno cercano me ha regalado un cuaderno donde la tapa dice “para anotar tus derrotas”, como sino se grabarán a fuego en tu cabeza. Cuando lo recibí, recuerdo que dije “que cabro…” por su regalo. Mucha mala leche en el regalo.
Leía en un libro que “el tiempo que maneja el universo no es el mismo que nosotros“. Por eso las cosas sucederán cuando tengan que suceder.
¿Por qué pienso todo esto? Ni idea. Quizás porque es una tarde de primavera, y aquí estoy junto a mi balcón, escribiendo o como se llamaba antes este blog, “divagando”, sobre la nada y el todo.
imagen vía @“Collages espaciales”. Un proyecto de lacabezaenlasnubes