Eso dice el artículo de psicología de la revista dominical de El País de hace un tiempo. Al leerlo me he quedado pensando en eso que dicen los budistas, que hay que amar sin apego. Cosa que los occidentales no entendemos y nos cuesta mucho, pero que mucho implementar.
Dar, sea lo que sea, desde amor, amistad, o simplemente las gracias, sin esperar recibir la contraprestación, es algo que no hace nadie. Aunque intentemos decir que nosotros estamos por encima de eso, y que lo hacemos sin esperar nada, es mentira. Es cultura en occidente.
Inconscientemente, el hombre moderno es incapaz de dar sin esperar recibir nada.
El amor en muchos casos, es posesivo. La expresión “te quiero” en una pareja denota posesión, eres mía o mío. Por eso, el amor entre dos personas se dice “te amo”, siento amor hacia ti, sin esperar nada. Esto, llevado a los amigos, es igual. Si bien a los amigos no les diremos “te amo”, aunque sí es amor lo que sentimos, se supone que no sentimos atracción, por eso es querer. Pero no deja de ser el mismo sentimiento, sin la parte de atracción física.
Las gracias son iguales. Damos las gracias a diario como muestra de educación hacia las personas que hacen algo para nosotros. Cosa que plantea el artículo, pero como ellos, pienso que ese “gracias” va vacío de contenido. Es un cliché, como decir buenos días u hola, cuando entras a un ascensor. Cosa que te da exactamente lo mismo, porque no conoces a nadie, y lo haces simplemente porque tu educación te dijo que hay que hacerlo. Y porque socialmente está bien hecho.
Cuando alguien, verdaderamente hace algo por ti, sin esperar recibir la contraprestación por ello, ese “gracias” se hace sentido y es más que nada no dar las gracias, sino sentirse agradecido con afecto hacia otro ser.
Lo que plantea el artículo, es buscar formas alternativas de dar las gracias, sin tener que usar la palabra gracias. En ser creativos con esto, para volver a dotar de sentido la palabra gracias.
Como dice el autor del artículo “Para mostrar al otro nuestra gratitud, los pequeños detalles son mucho más eficaces que las palabras, y mucho más indicados para transmitir nuestro sentimiento. El reto es: ¿Cómo podemos hacer sentir al otro que le estamos agradecidos de verdad? ¿Cómo podemos mostrarle que ocupa un pequeño espacio en nuestro corazón y en nuestro pensamiento?
Es imprescindible pensar en gestos que, conectados con aquello que hemos recibido, lleguen al otro. Recibir el agradecimiento por algo que hemos hecho es sin duda agradable, y es bueno que lo disfrutemos. Pero no debemos necesariamente contar con ello, y sobre todo no debemos depender de ello.
Si dependemos de los agradecimientos de los demás, nos exponemos a constantes frustraciones. Dijo Dale Carnegie: “Esperar gratitud de la gente es desconocer la naturaleza humana”. Yo no iría en absoluto tan lejos, pues creo que la gente, en esencia, es agradecida. Pero sí es cierto que no todos lo son, y que quienes lo son no lo son siempre.
Hay gente que hace favores a los demás para que le den las gracias. Es su alimento emocional, lo que le llena y le da energía. Y, claro, cuando no lo reciben se indignan: ¿Cómo puede ser que no me den las gracias?”
Me ha gustado eso de “alimento emocional”. Cuanta gente a nuestro alrededor, se alimentan de las emociones de los otros. Pero no solo de las positivas, sino y lamentablemente como he comprobado mucho este último tiempo, de las negativas. Como esperando que el otro tenga un bajón para alimentar sus emociones o egos, con la desgracia ajena. Pero eso para otro post.
Volviendo a lo de ser agradecido más que dar las gracias, tengo que decir que me siento agradecida a todos los que leen mi blog y me hacen comentarios, tanto de afecto, de afirmación, de complicidad, de gusto por lo que hago. Y los que no los hacen, pero se que me leen porque las estadísticas lo dicen. Por todo ello seguimos escribiendo, porque me dan fuerzas para así hacerlo, aunque no digo más gracias. Solo me siento agradecida.
Y pongo a Dios por testigo (porque algo de Scarlett O’Hara, tengo, en cuanto que a veces soy algo dramática) que no dejaré de escribir esto me lean o no, simplemente porque la acción de hacerlo me recuerda todas las visitas de estos casi 17 años.