Crónica dominguera: son bonitas mis antenas verdes?

Hola a todos. Otro domingo por aquí. Con la rutina de la vida, viéndola pasar sin muchas estridencias, pero con muchos líos, no solo externos, sino propios. Llevo muchos años en mi profesión. En mi época de estudiante, eran las entregas, en mi época de currante en estudios eran los concursos y lo límites para presentarlos, y ahora que soy mi propia jefa, iniciar una obra. Ser independiente tiene muchas ventajas, te organizas como quieras. Pero también tiene el inconveniente que todo recae en una sola persona, tu misma. El trato con los clientes, la organización, los trámites, los planos, todo, y el día tiene 24 horas solamente. Mi teléfono esta semana ha acabado con su batería a media tarde, os podéis imaginar. No por hablar con los amigos, sino apagando fuegos de todos lados. He tenido que tomar la decisión que de 16 a 17 lo apago. Así aunque sea puedo estar en silencio una hora. Por lo tanto me machaca la cabeza esa pregunta “vives para trabajar? o trabajas para vivir?”.

Hace más de 10 años que intento lo segundo, trabajar para vivir, hasta que empiezo uno nuevo. Pero bueno son unas semanas, y pronto volveré a lo estándar, hacer con mi tiempo, lo que se me dé la gana. Y dejar que los que trabajan para mí, hagan lo que les corresponde, hacer lo que cada uno sabe. Para eso los contrató, y lo mío será de vez en cuando ir a ver qué tal va todo.

El martes tengo mi cita para vacunarme, e iré. Así que quizás la próxima vez que escriba por aquí, tenga una maravillosas antenas verdes como efecto secundario. Porque es tal la “campaña de miedo” que hay instaurada, que intento tomármelo con humor. El miedo no podrá conmigo. Mucho ha pasado y he dejado de hacer y vivir, para que les haga caso a los agoreros. Si tengo un efecto adverso, habrá que apechugar, pero son más los beneficios que sé que podré tener que el miedo a ponerla. Porque si de algo si he tenido miedo todo este tiempo, es de pillarme el virus y terminar en una UCI. No al virus, sino a las consecuencias de terminar en un hospital que los odio, y se lo que puede significar para el tipo de vida que tengo. Mejor me vacuno. Eso sí, sí de aquí al martes, no vuelven a cambiar de franja de edad para ponerla, como han hecho esta semana tres veces. Todo esto es muy loco, todo. Corramos un tupido velo.

Para los que me ha preguntado, el pequeñín ya se siente curado y quiere hacer el indio. No me extraña teniendo 3 años, pero aún le quedan 4 semanas de vida tranquila. Ni siquiera le han sacado los puntos. Todo marcha bien, pero como controlas a un perro con una vitalidad desbordante dada por su corta edad? Estando con él todo tiempo que se pueda y controlando que no se mueva mucho. Así que aún me quedan 4 semanas de vida contemplativa en casa. Porque Sr. Spock está así, y yo con él. Y ni siquiera hemos llegado a la mitad del tiempo prescrito. En fin, santa paciencia.

La vida, constantemente me está mostrando que son todas piedras a saltar constantemente. O era Ley de Murphy? “Nada es nunca tan malo que no pueda empeorar”. Por poner un ejemplo, esta semana estuvo mi edificio sin ascensor, y vivo en un 5. La primera vez, intenté subir al perrito en brazos para que no suba las escaleras y solo pude hasta el tercero. Así que me encomendé al universo, y dije “que sea lo que Dios quiera”, y subió despacito. Pero subió. No hay que olvidar que está operado de la columna vertebral. Llegué a pensar que si seguir averiado, se lo dejaría a alguien cercano para que él no subiera solo. Pero por suerte, se solucionó. Ahora cada vez que salgo, cruzo los dedos para que funcione. Y en el trabajo, todo yendo como la seda, y se desprende una bajante que vamos a cambiar el martes. Pasando el piso y mojando el de abajo. Un accidente solucionable, pero no dejan de ser esas piedras que digo yo. La vida nunca es tranquila, nunca. Antes me daba lo mismo y uno lo solucionaba sin problema. Ahora todo es un mundo. Todo abruma, hasta lo mínio. Eso sí es un efecto secundario de la pandemia. Saltar esas pequeñas piedras que la vida nos impone, es un esfuerzo descomunal que nos deja agotados. Pero bueno, es lo que toca. (suspiro)

Pues nada, aquí los dejo, esperando que todos sigan bien. Cuídense muchos. Y la semana que viene, si me crecen antenas verdes después de vacunarme, os lo mostraré a ver si me quedan bien o no.

Y recordando que “esto también pasará”. Ahora más pronto que nunca en mi caso, vacunándome.

Os dejo otras Leyes de Murphy que son como la vida misma… mejor tomarla con ironía y humor.

  • Todo funcionará hasta que trates de probar que funciona.
  • El autobús llegará apenas enciendas tu cigarrillo.
  • Lo que más crece es lo que menos deseas.
  • Los sistemas nuevos generan problemas nuevos.
  • Los que viven cerca llegan siempre tarde.
  • No importa cuántas veces se demuestre una mentira, siempre quedará un porcentaje de personas que creerá que es verdad. (esta está relacionada con la vacunación)

Y si tiene ganas de leer, un artículo sobre la base científica de alguna de estas leyes….

 

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Autoayuda de andar por casa

1º.- No eres completamente inútil; al menos sirves como mal ejemplo.
2º.- Si no eres parte de la solución, eres parte del problema.
3º.- Equivocarse es humano; buscar a quien echarle la culpa, es más humano todavía.
4º.- Lo importante no es saber, sino tener el teléfono de quien sabe.
5º.- Quien sabe, sabe. Quien no sabe es… jefe.
6º.- Es bueno dejar la bebida. Pero hay que recordar dónde.
7º.- Existe un mundo mejor, pero es carísimo.
8º.- Trabajar nunca mató a nadie, pero ¿para qué arriesgarse?
9º.- Hay dos palabras que abren muchas puertas: empuje y tire.
10º.- No lleves la vida tan en serio; al final, no saldrás vivo de ella

Pues vale, si usted lo dice será así…

imagen @xacobe.casal
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A tu bola

Este collage de Multiverse,  me ha encantado porque muestra con mucha, pero que mucha imaginación, como vamos por la vida. Cada uno con su propia galaxia en su cabeza. O como se dice por estos lares “cada uno va a su bola”.

La vida es fantástica cuando la compartimos con los demás. Pero cada vez más, nos olvidamos de ello. Se nos hace muy pero que muy cuesta arriba, poder compartir las emociones, afectos o el tiempo libre, con los demás. Inconscientemente, sin darnos mucha cuenta, intentamos que los demás hagan lo que nosotros queremos y no lo que quiere el grupo. Esta actitud, nos aísla aún más unos de otros.

Es una actitud bastante común, es como una lucha de poder inconsciente entre humanos. Y cuando te das cuenta de esto, intentas rectifica pero ya te has aislado y dando vueltas con la galaxia en la cabeza tú solito.

Me gusta la galaxia que tengo en mi cabeza, pero también me gusta compartirla o acercarla a la que tienes tu. Cada día me gusta menos que sea una galaxia aislada en el universo. Me gusta que sea cercana a la de los demás. Si el otro día decía que el mal del siglo XXI es la soledad + individualismo, con esto lo aseveró.

El “ir a tu bola” por la vida es no tener empatía hacia tus semejantes. Se debe aprender a vivir sin depender de nadie y ser autosuficiente, nos educan a ello, pero una cosa es ser responsable de uno mismo y otra muy distinta pasar de todos los demás por ir a tu bola, o que los demás pasen de ti porque les incomoda como eres. Cuanta gente conocemos que son así? pues un montón, y a veces no nos damos cuenta, y cuando lo hacemos ya es tarde.

Me ha pasado muchas veces, que de repente me he dado cuenta que me han echado del grupo y no he sabido muy bien porque. Me quedo con la cara de tonto preguntándome hacia adentro, porque no hay nadie que lo escuche, Porque? Me ha pasado más de lo que me gusta reconocerlo.

Intento entender y aceptar las cosas que suceden, pero en estos casos me he quedado sin una respuesta clara y luego de mucho pero que mucho tiempo, aun me sigo preguntando porqué mi galaxia personal no se mezcló con la tuya.

Ir a tu bola, es no reconocer que no vivís solo en una isla, sino en una sociedad que nos interconecta, aunque tengamos una galaxia distinta cada uno en nuestra cabeza.

Ya sabes, vive, ama, sueña, y conecta esa galaxia tuya con las de los demás.

Imagen collage encontrada en Pinterest
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20 años no son nada..

Eso decía el tango de Discepolo, pero estos 20 años contigo, querido amigo, ha sido mucho. 20 años juntos, en fríos o calores compartidos. Ya no será lo mismo sin ti.

Te fuiste así de repente, junto con un chispazo de luz azul a mi caricia matinal. Porque si, todas las mañanas no serán las mismas sin ti. Esas mañanas que me ayudabas a funcionar, porque sin ti, yo no puedo echar andar. Que hare ahora? No lo sé.

Tendré que hacer mi duelo de ti.

Pero la vida sigue, y luego que te lleve a tu última morada, llegará uno más joven.

No me hace mucha gracia, volver a ajustarlo a mí. Volver a emplear energía en sacarle el mejor partido a nuestra unión. Lo tendré que hacer, pero tú que me acompañaste por 20 años, estarás siempre en mi corazón.

Querido microondas, descansa en paz.

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