Yo soy una persona que una de las cosas que más me gustan en la vida es viajar, por lo tanto siempre que el tiempo y el dinero me dejan me hago una escapadita. Aunque por ahora me he dedicado solo a dos continentes, Europa, América y algo del norte de África.
El viaje a New York por muchas razones personales era especial. Había estado dos veces pero solo en el aeropuerto de paso para otros sitios. Recuerdo que cuando la veía de lejos, con su silueta indiscutible, siempre pensaba “ya vendré a visitarte”.
Pero eso por una cosa u otra nunca llegaba, hasta esta vez. Creo que si desde pequeña si me preguntaban donde quería ir yo decía New York y París.
Con París he tenido una relación especial los últimos 20 años, y en algún momento la conocía más que Madrid, pero con New York era mi deuda pendiente.
Así que la carga emocional y las expectativas, que llevaba eran grandes.
La primera impresión fue nefasta. No me gustó. Así que cuando llegue al hotel, cansada, triste por mí primera impresión, me pegue una ducha, me tome un café y me propuse darle una segunda oportunidad, no podía ser así. No podía haber estado engañada tantos años. Tenia que ser distinto.
Los primeros tres días estuve sola, los siguientes con “mi nena” que como yo sabia que cosas queríamos hacer juntas, el tiempo sola me dedique a caminar, pasear y sobre todo disfrutar de la primavera en New York que estaba deliciosa. No puedo decir como quedaba de noche, molida de las palizas que me pegue. Cuando llegaba al hotel para dejar todo, ducharme y salir a cenar. Hacia todo menos volver a salir, porque no podía. Así que los primeros días ni cenaba. Eso me permitía levantarme al alba, salir a desayunar y estar caminando a las 8 de la mañana. Por ej. subí al Empire State a esa hora. Ver la ciudad desde arriba con la luz de la mañana es fantástico. Sobre todo no había gente. En el ascensor subí sola. Esto lo recomiendo cuando sea temporada alta porque al ver las barreras y grandes pasillos diseñados para esperara subir, da vértigo. Creo que en pleno verano serán horas de espera para subir. Vale la pena pero yo no haría la cola. Pensar en la suerte de subir casi sola, no había más de 20 personas arriba fue un gusto. Eso si, comprobé que la escena de la peli de Meg Ryan que sale del ascensor no es de ahí. La realidad como siempre.
Continuando con el relato. Ese mismo día me dedique a Manhattan Sur. Fui a ver la zona cero y me impresionó. Obvio no había visto las torres, pero una que es de formación profesional, y ver los otros edificios, se ve que se falta algo, que hay un hueco. Luego seguí al final de la isla para ver de lejos la estatua de la libertad. No tenía intensión de ir hasta allí. Cuando estaba contemplando el otro lado de la costa, me entere de un barco que hacia un crucerito de una hora por el río hasta Brooklyng por 10 dólares. Así que haciendo honor al hermoso día que me había tocado, me subí a la cubierta de arriba y disfrute de otra vista distinta de la ciudad. Fue un acierto.
Al terminar era medio día, así que me fui a almorzar en una terraza del Puerto 7, escuchando música en vivo. Ahí estuve mucho tiempo viendo a la gente pasar y disfrutando del tiempo pasar.
Seguí a media tarde mi camino volviendo al centro de Manhattan, dedicándome al shopping a mi paso como debe ser.
Al segundo día, me dedique al norte. Mi hotel estaba cerca de Times Squear, entre Park Avenue y la av. Madison, así que me permitía estar a tiro de todo. Conocí la estación central, donde es la escena del carrito del bebe de los Intocables. La vi sin gente pero unos días después la vi con gente en hora punta, y es tal el volumen de seres humanos que pasan por ahí, que aterra. En mi caminata disfrute de la primavera de Central Park. Conozco muchos parques de grandes ciudades, pero este lo disfruta la gente a más no poder. Es más comprobé que los fines de semana cierran al tráfico y se llena de gente patinando o andando en bicicleta. Da gusto, lleno de flores, de tulipanes, bien cuidado y limpio.
Llegue al Metropolitan y me pase casi todo el día viendo ese museo. Como conté desde allí, impresiona. La mayoría de las colecciones son por donaciones de privados por lo tanto las piezas son fantásticas. El museo tiene muchas salas, con mucha luz natural, muchos techos de cristal. He visto algún cuadro de Vermer, nunca había visto ninguno, esto me dio un gustito. Las salas egipcias, como comenté desde allí, es impresionante, de lo mejor de esa época que he visto. La característica más importante que note es que nada está apelotonado, se disfruta todo. Si volviera a New York siempre iría a verlo.
Cuando ya entraba la tarde y me fui, desande el camino de ida por otro lado, pase por la Quinta avenida y sus tiendas. Me metí en Prada para ver un bolso que me gustaba como si le fuera a comprar (2500 dólares). Por un momento me sentí ricachona, porque la dependienta pensó que me lo iba a comprar. Pero como tienen dos versiones la de colgar al hombro y la de mano, con la excusa de pensar cual compraría, y que volvería, me fui. También termine el día de shopping por la Quinta avenida….
(más fotos en el link de flickr en el indice)
Continuará…
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