Si te enfadas, déjalo

Ayer escuche, tengo que reconocer que no recuerdo donde, el mejor consejo que alguien me podía dar en mucho tiempo….

“Si haciendo algo, te enfadas todos los días, es hora de dejarlo”

Pues si, un consejo sabio y sobre todo que llevo desde ayer pensando en que más claro agua. Llevo mucho tiempo haciendo un trabajo que me enfada a diario. Llevo mucho tiempo con una vida que hace que salte a la mínima, enfadandome con todo. Llevo mucho tiempo irascible a diario, y enfadada con la vida. Con todo.

Creo que ha llegado el momento de dejarlo para poder ver adelante y hacer otra cosa. No solo con el trabajo, sino con muchos aspectos de mi vida.

¿Qué voy a hacer? pues no tengo ni idea.

Pero como muchas veces he dicho en este blog en todos estos años, los problemas se solucionan, como primer paso, reconociéndolos.

Y yo tengo un problemas, ese que me enfada a diario. (suspiro)

Los motivos no los se, si los supiera no estaría en este dilema. ¿Los puedo intuir?. Quizás que ya he perdido la paciencia para soportar la tontería general. Quizás he pasado la línea de vida que hace que vea para atrás y que ansíe algo nuevo en mi vida. Quizás… quizás…quizás.

Lo que le digo siempre a todos, me lo diré a mi misma y al que lo quiera escuchar.. Vive, ama y sobre todo si algo de tu rutina de vida, sea lo que sea, te enfada a diario, déjalo y cambia por otra cosa. Que esta vida es muy corta para estar enfadado siempre.

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Aun no se que contestar a mi propia pregunta

Aún no se que contestar de mi pregunta de las 3 cosas que hacen qué vivir valga la pena.
A mi me pasa como a otros, que como no tengo hijos, ni pareja, no se que decir, aunque algunos lo tiene más claro.

En ningún momento pensé que las respuestas serían distintas a las que han sido. Soy una convencida que el “amor” nos mueve.
Ya sea el amor a los hijos, a una pareja o una familia.

Pero y cuando no las tienes como yo? Qué es lo que me mueve?
Esto es algo que de vez en cuando pienso, y nunca lo tengo claro. Por eso, creo que es tan fácil tener la moral baja.

Tampoco creo que lo que haga que valga la pena vivir, seamos solo nosotros como me dicen otros. Tiene que haber otra cosa.

Quizás esa búsqueda de algo que justifique el esfuerzo por seguir, el esfuerzo por levantarse todos los días, por no perder la sonrisa, por pensar que el mañana será mejor que hoy seguro, es lo que me mueve. Y no es un comentario, ni depre ni nada ein, aunque lo parezca.

Es algo que pienso bastante. ¿El porqué?

Porque me tengo que matar trabajando 10 hs por día todos los días.
Porque me esfuerzo por tener una casa, si me daría lo mismo vivir de alquiler.
Porque nunca tengo tiempo, o mejor dicho, me hago tiempo para perderme por el mundo porque el trabajo me absorbe.

Tema peliagudo este.

En realidad, creo que la pregunta no seria en mi caso, “qué cosas hacen que valga la pena vivir”, porque yo amo la vida, y las disfruto al máximo siempre o casi dentro de lo que mis medios me dejan, sino…

“que cosas hacen que se justifique que te sigas esforzando tanto por mantener la vida que tienes”.

Será la edad o soy la única que tiene esta inquietud?

 

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Si, nunca seré una princesa, gracias vida!!!

Este blog, como digo siempre, da para mucho con tantos años. Una vida casi de mayoría de edad. Releyendo post encontré este que me ha hecho reflexionar como ha cambiado o no mi vida desde su fecha de publicación, hace 7 años.

Como las novelas que están de moda ahora, que son series donde los personajes se repiten y cada libro de la saga muestra la vida de cada uno de esos personajes que aparecen en el primer libro, así a veces veo mis post. Aunque en mi caso, hay un único personaje y soy yo.

Porque evidentemente lo que pasaba hace 7 años ha evolucionado o no tanto como creía, por eso lo de mi reflexión.

El trabajo convulso que ocasionó el primer post, se calmó. Tengo que decir, que aunque hay que pelear día a día por el trabajo o conseguirlo para ser más precisos, el mayor orgullo que tengo de no ser una “princesa” es que con 32 años que llevo viviendo en un país lejano y sin red de seguridad, ha sido mi medio de vida.

Todo lo que he logrado ha sido por ese trabajo, que en mi época consideraban masculino y que nunca lo haría una princesa, la construcción. He tenido que tragar con bichos varios, con comentarios que ahora podrían ser censurables pero antes había que poner una sonrisa, aunque por dentro quisieras matar al gracioso.

Lo bueno es que en las nuevas generaciones, las mujeres, aunque cobren menos dentro del sector lamentablemente, son igualitarias en trabajo y se las respeta por eso. En mi caso, para solucionar este problema me busque la vida y soy el CEO de mi propio trabajo. Yo soy la jefa, por así decirlo. Y como todo en mi vida, busque una solución por mí misma, sin tener que depender de un hombre y ser una princesa.  Así la “brecha salarial”  la hacía desaparecer, y lo que consiguiera solo sería por mi propio esfuerzo sin importar el género. 

No me arrepiento, es más, creo que tengo la vida que siempre he buscado. Pausada, donde me encanta lo que hago, y la gente que colabora conmigo hace ya tanto tiempo, que encajamos en el engranaje laboral perfectamente. Y para más inri, me pagan por ello. Qué más puedo pedir? No soporto jefes, ni compañeros laborales pesados o lo que sea. Es lo perfecto.

Hace mucho en algún libro, creo que fue “El Elemento”, aconsejaba que debíamos encontrar ese elemento que hiciera que la vida sea buena para nosotros. O algo por el estilo. Yo no creo haberlo encontrado específicamente, porque posiblemente si bien es mi medio de vida la arquitectura, yo empecé en esto porque era lo que había, aunque luego me gustara. Pero debo reconocer que en casi 40 años que llevo en la profesión, me he montado mi sustento independiente, sin tener que depender de otros. Eso me hace feliz.

No hay nada más gratificante que eso. Porque si algo me ha repetido mi madre siempre, aunque ella quería que fuera maestra como ella, que el dinero mejor para una mujer era el que le daba su trabajo y su independencia. Lo demás era accesorio.

Esa independencia te hacia libre, aunque tuvieras una familia, que no tiene nada que ver una cosa con otra.  La no dependencia material de nadie te hace libre. Y si bien, hay subes y baja, porque siempre es más fácil tener red de seguridad al rededor, el darte cuenta que no eres una “princesa” sino una “guerrera de la vida”, es una maravilla.

Yo jugaba con la ropa de mi madre cuando era pequeña, pero no por parecer una princesa, sino para simular ser una cantante de ópera. Porque si, algo de diva si tengo. Pero nunca princesa. Gracias a Dios, aunque me guste el rosa. Todo tengo que decirlo.

 

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Las barreras que nos imponemos

La semana pasada me paso algo que me ha dejado pensando. Tenia que hacer algo y no había manera. Era algo importante, pero no había manera que lo superara. Tenia la sensación que una barrera invisible me impedía desarrollar lo que debía hacer.

Al final, como posiblemente en muchas épocas de mi vida, llegado al límite del tiempo para cumplir, me active y lo que no había prosperado en 10 días, en tres lo liquidé y cumplí. Posiblemente fuera de plazo, pero lo logre.

Todas las sensaciones que he tenido en estos días, me han hecho ver que nos imponemos barreras invisibles, que tenemos que romper para avanzar. Algunas son consientes otras no.

Quizás he visto que llevamos a nuestras espaladas muchas limitaciones grabadas a fuego por el tiempo en nuestra mente. Algunas nos la hemos impuesto nosotros, pero otras muchas las personas cercanas o las circunstancias.

Frases como “tu no puedes”, “tu lo haces mal”, “tu no tienes talento para nada”, “tu esto y tu lo otro”. etc, etc. No os suena? Ser inmune a ellas es bastante complicado.

No es un tema de autoestima os lo aseguro. Vivimos en una sociedad que el juzgar negativo está a la orden del día. Superarlo solo depende de nosotros evidentemente, pero hay que tener muy claro quienes somos, de donde venimos y hacia donde vamos.

Esta sociedad juzga sin conocer. Juzga a lo distinto, a lo que destaca, a lo que se muestra tal cual es y no es como ellos. Juzga por juzgar, sin empatía hacia el otro. Y las redes sociales son un claro ejemplo de ello.

Con los años, uno intenta que todo le resbale, se pone la “coraza”. Pero en tiempos convulsos como los que estamos viviendo, estamos más expuestos a todo.

En mi caso, y viendo al pasado, se donde estoy, lo que he logrado con esfuerzo y trabajo, pero evidentemente luego de lo que me ha pasado estos días, me doy cuenta que aunque sea consiente de ello, las barreras me las impongo yo misma.

Escuchaba un audio libro ayer que hablaban del lema de un clan escoces, “valor y voluntad”. Los personajes del libro lo llevaban tatuados en sus brazos para no olvidarlo. Pero independientemente de la historia, me ha parecido fantástico.

Valor para superar todo, y voluntad para lograrlo. Un buen mensaje.

Se que las cosas cuestan, y no me refiero a lo material que a veces también, sino al esfuerzo para superar los retos. Por mis circunstancias de vida, a mi nadie me ha regalado nada. Esas barreras invisibles que se aparecen más veces de lo que seria conveniente, nos detienen en el camino. Pero al final, las cruzamos. Porque si el miedo nos paraliza no lograremos nada. Nunca lo haremos.

Así que usemos ese Valor y esa Voluntad para lograr  lo que nos proponemos, sino la vida que es muy corta, nos pillará temerosos con las cosas que otros nos han querido meter en nuestras cabeza. Nadie tiene derecho a hacerlo. Todo depende de nosotros mismos.

A la mierda con los demás. Si les gusta bien, y sino a otra cosa. No le debemos rendir cuentas a nadie. O se nos quiere como somos o que les den. Yo no juzgaré y no quiero que lo hagan conmigo. Ya estoy harta con esta cantinela.

Valor y voluntad!!!!

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La cultura de la lástima

Llevo una temporada que me estoy alejando de las redes sociales. Ya no tengo Twitter, por ejemplo, me aburrió. Sigo con Instagram por conocer gente con la misma afición del dibujo y con Facebook por no perder el contacto con los que están lejos.

Cada día lo uso menos. Y todo por esta cultura de la lástima, que se ha acentuado sin darnos cuenta o si nos damos cuenta y la aceptamos? pregunta del millón.

A que llamo “cultura de la lástima”? pues es simple. A lo que vemos diariamente de perritos mal heridos, niños desvalidos y con problemas, etc etc. Seguro que saben a que me refiero.

No porque no me importe, pero parece como si todo nos dirige a que nos sintamos “culpables” por lo que les pasa. Es la manera como lo muestran.

Para levantar conciencias? yo creo que no. Puede que su intensión sea esa, pero sobre todo pienso que es una manera rastrera de hacerlo. Para que pensemos “pobrecitos” lo que les ha pasado.

Creo que la conciencia se consigue educando, pero no haciendo sentir “lastima”. Flaco favor se consigue con eso.

El mundo está lleno de problemas, situaciones terribles en vulnerables como pueden ser niños o animales, que son indefensos muchas veces ante estas situaciones. Pero nuestra lástima ante esto les hace un muy mal favor.

Por supuesto que cuando veo una injusticia en un ser débil o lo que sea injusto, me solivianta, me enfada, me da lástima que pasen cosas así. Pero si además el titular es “no vas a ver nada más triste hoy… ” me enfada.

Esta cultura de las redes sociales que estamos inmersos, se ve alimentada por este tipo de mensajes o formas de redactar una noticia, no solo para que te impacte si eres una persona normal, sino para que sientas lástima, congoja, enfado. Es sano?

Antes vivíamos sin redes sociales, y nos enterábamos que pasaban estas cosas, porque lamentablemente siempre han pasado. Pero no se porque eran más reales, más cercanas. Ahora todo se ha convertido en un circo mediático, de lástima. 

No tengo tan claro que el arribo de las redes sociales, si bien era prometedor,  en lo que se estan convirtiendo sea sano para nadie. No solo porque muchas veces muestran vidas que no son reales, donde todo es solo es glamour o perfección, pero seguro fuera de postureo, le huelen los pies como a muchos, por decir algo. Sino porque tampoco es sano intentar tocar conciencias a través de la lástima.

El punto será como todo, encontrando el equilibrio entre lo que nos creemos o no como personas. Pero cada día me alejo más de las redes sociales. No se si para los demás pero a mí ya me aburren en demasía. Ya bastante tengo con la vida fuera de las redes, de la realidad, para que me preocupe por lo que pasa dentro de las redes, como si esa fuera la vida, y no lo es.

Para pensarlo, lo dejo ahí.

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Me lo merezco

Llevo una temporada escuchando o leyendo, como todo el mundo o casi, para convencerse de las cosas dice “porque yo me lo merezco“.  Y es verdad, se merecen las cosas.

Pero has pensado, no te lo mereces solo tú, se lo merece todo el mundo. 

Pues ahí está el punto.

Todos nos merecemos ser felices, tener trabajo, tener salud, tener amor, tener una casa digna donde vivir, tener para comer o mantenernos, etc, etc.

A todo el mundo me refiero a todo el mundo. Los de aquí, los de allá y los de todas partes. Tengo la sensación que mucho de los que dicen “me lo merezco”, o dicen para ellos solos, sin importarles los vecinos o los que vienen de otro lado, etc.

La psicología general, emplea el estímulo  a la autoestima haciendo hincapié en el pensamiento positivo “me lo merezco”, porque soy buena persona, o por lo que sea. Si bien, es verdad, vuelvo a reiterarme, creo que nos crea un “sentimiento de superioridad” sobre otros. Y no es así.

Todo ser humano viviente “se lo merece”. Todas las cosas buenas de esta vida, sin importar género, lugar de procedencia, nivel económico o condición social. Todos somos iguales. En derechos y obligaciones. Pero parece que esto no es así, en “merecer algo”. 

Porque muchos creen que “se merecen” ser más que una mujer, por ejemplo, porque son hombres. O se merecen más de la vida, por haber nacido en tal o cual sitio. Etc, etc. 

Podría pasarme horas poniendo ejemplos de las cosas que en este mundo se cree que algunos “merecen” más que otros. Y no tengo ganas.

Esto es solo una reflexión. Nadie tiene el monopolio de “merecer” más que otros. Todos “merecemos” lo mismo, en lo bueno y en lo malo si cabe. Porque el mismo concepto de “merecer” cosas buenas, se aplica en “merecer” cosas malas. Porque la vida es bueno y malo. Tenemos de las dos vertientes y en ambas, todos nos “merecemos” en igual medida todo. Las cosas no suceden sin motivo o sin ton ni son. Suceden porque tienen que suceder.

Así que de todo este lío de merecer o no… 

Vive, ama y sobre todo, disfruta de las cosas buenas que la vida te regala “porque te lo mereces” simplemente por vivir, y de la suerte que tienes de poder hacerlo. Porque el meollo de toda esta reflexión, es darse cuenta y dar las “gracias” por lo bueno, y “apechugar” por lo malo que nos pone a prueba. Y sobre todo, tener claridad en ver que hay muchos que también “se lo merecen ” y no lo pueden disfrutar por sus circunstancias.

Así que la próxima vez que digas “porque me lo merezco”, dilo pensando… “me lo merezco yo y todo el mundo”. 

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¿Gente normal o dioses?

El año pasado cuando hubo una inundación en Manacor, en Mallorca, saltó la noticia que Rafa Nadal, estaba con los vecinos ayudando y limpiando desinteresadamente como muchos otros no conocidos. Evidentemente, solo se hablaba de él, como sino fuera una persona normal.

Ha pasado un año, las cosas que pensé en ese momento, se han vuelto a repetir.

Esta vez, lamentablemente un incendio en Ávila, junto al pueblo de la familia de Iker Casilla, muestran a él ayudando a los demás vecinos a luchar para que el fuego no llegara al pueblo. También, como si no fuera una persona normal, sino un dios o super héroe.

Vuelvo a preguntarme? porque son excepcionales sus ayudas?. Que evidentemente aplaudo, otros ni eso. Pero porque tienen que ser noticias, si son tíos normales que ayudan en su tierra como otros anónimos.

El punto de este tema, es que la sociedad los ve o los muestra como si fueran excepcionales más allá de sus logros personales. En sus profesiones lo son, sus triunfos lo demuestran, con esfuerzo y sacrificio, han destacado cada uno en lo suyo. Otros lo intentan pero no lo logran. Pero por eso tienen que ser “héroes”.

Pero como decía alguien, “también le huelen los pies“. Aunque yo sería más escatológica, pero lo dejaremos ahí.

Admiro que se involucren en los problemas y urgencias de sus pueblos, sé que hacen o ayudan en otras muchas cosas, pero para mí son gente normal que hacen lo que deben hacer.

La pregunta que me hago es ¿Por qué esta sociedad “idolatra” a los que destacan?. Es como se dice en Argentina “un claro ejemplo de cholulismo enfermizo”. Quizás el verdadero problema es que ese “cholulismo” se aplica también a otros conocidos más cuestionable, que mis ejemplos. 

Sinceramente, me aburre. Esta “idolatría” para mi barata y sin sentido cansa bastante. 

El “valor” de la gente se demuestra con sus hechos y actos, como los ejemplos que he dado. Lo aplaudo, pero son gente normal que destaca, y que también hace cosas de gente como tu o como yo. Ahí se termina el tema.

Debemos también aplaudir, con el mismo ímpetu, a esos anónimos que ayudaban en las mismas tareas. Lamentablemente eso no se hace.

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La vida que tengo o la que necesito

Hoy miraba un vídeo de esos que no dicen nada de Hola, pero que me ha hecho pensar. Era la reina Isabel II de Inglaterra a los 95 años, conduciendo su Land Rover para ir un evento de caballos que va siempre.

Era curioso, porque uno asocia edad a poder hacer o no hacer. Bueno, la sociedad que vivimos. Pero parece que la señora no tiene problemas en hacer lo que le apetece. Evidentemente no creo que lo haga todos los días, pero se ha dado el capricho de volver a conducir.

La explicación al hecho de la revista, como siempre manida y tonta, porque se han  quedado desfasados, aunque uno siempre termina cayendo en verla, les maravillaba que “a su edad” siguiera conduciendo. Y resaltaba “la edad que se aparenta no es a veces la que se tiene”, o algo por el estilo.

Tengo que decir que también en el día a día del vivir es similar. La vida es la que se tiene y muchas veces no la que se quiere o puede tener. Extrapolando la idea de la edad que se aparenta y la que se tiene. Porque la vida no se aparenta, se tiene.

Cuántas veces escuchamos “quiero cambiar de vida”. Pero qué significa verdaderamente. Porque no lo hacemos. Diran los gurus del buen rollito, “no puedes cambiar de vida, sino alígeras la mochila emocional”. Puede que tengan razón, pero muchas veces es que tenemos una vida porque es la que hay y nos tocó, y otra la que de corazón necesitamos. Y no importa la llamada “mochila emocional”, porque es lo que hay.

Esto me hace pensar en la vida que tengo y la que verdaderamente necesito.

La que tengo ha evolucionado en el tiempo, y me he ido montando tiempos y situaciones que me han ayudado a tener una rutina más o menos acorde a lo que me apetece, sin muchos floripondios, pero que está bien. Como dato aportaré que he tenido suerte y me he montado el trabajo que me permite tener mucha libertad de horario.

Pero es verdaderamente la vida que necesito? O podría preguntarme “la vida que quiero” mejor? Qué cambiaría para lograrla?

Evidentemente si me sobrara el dinero sería más fácil cambiarla o no. Pero no todo es dinero tampoco. Escribiendo este post, me doy cuenta, que quizás con pequeños gestos que mejoren algunos aspectos, podría tenerla.  Porque no?

La que tengo me ha costado muchos años poder vivirla, mucho trabajo y esfuerzo, con una pizca de estar en el lugar que debía cuando debía y suerte. Algo de riesgo, tambíen, porque reconozco que he sido valiente o inconsciente, y me he metido en fregados que la han mejorado pero que eran un riesgo. Diría que no he tenido hasta ahora una vida conservadora.

Es la que verdaderamente necesito? Lo más probable que si. Porque uno ya tiene unas edades que piensa más en la jubilación que en otra cosa. Como la reina, si pudiera de vez en cuando hacer lo que me apetece aunque no sea convencional por la edad, me daría como satisfecha.

No pretendo hacer carrera, ya la hice y la tengo. No pretendo “logros”, porque los que necesitaba ya los logre, y nuevos ni me los planteo. No pretendo hacerme rica, porque a no ser que tenga un golpe de suerte con la lotería, no tengo medios ni herencias familiares para lograrlo. No pretendo ni ser más guapa, ni más alta, ni más hermosa, porque a la edad que tengo es lo que hay y me acepto tal cual. (Como nota a esto, podría pretender bajar unos kilos pero no para que me vean mejor sino para sentirme mejor.) No pretendo ser lo que no soy, porque como se dice “soy lo que soy”, en lo bueno y en lo malo, le guste a quien le guste.  Más claro agua.

Entonces, llegados a este punto, tengo la vida que necesito o no? Yo creo que si.

Aunque para no dejar de lado mi búsqueda constante en la vida, que cuando me aburro empiezo a ver posibilidades de cambio de trabajo, o de casa, o de lo que sea. Siempre he tenido esta costumbre. Soy de los que piensan “siempre se puede estar mejor”. Seguiré pensando en cambios en aplicar a mi vida. 

Sino como me divierto y supero la rutina impuesta por las obligaciones. Doy gracias por poder hacerlo y no tener impedimentos físicos o emocionales. Los otros se superan con trabajo, esfuerzo, ganas y un toque de buena suerte. Aunque ésta muchas veces es esquiva. Pero que la esperanza en lograr cambios no quede.

Espero como la reina que si llego a los 95 tenga la vida que quiero.

 

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Sentimiento de pertenencia

Cuando uno vive lejos de donde nació, si la mayoría de sus recuerdos, familia y vida es lejana, sufre soledad o mejor dicho desafección provocada por la lejanía. Le falta ese sentimiento de pertenecía, siempre.

Uno siente a todos cercanos, pero a la vez muy lejanos. Te da cuenta de lo lejos que esta de su vida original, realmente,  cuando alguien querido muere. Y si no puede volver para vivir el duelo con tus afectos, aun peor. El cerebro desconecta lo que siente de la distancia, y todo se hace, en algún punto, irreal, como si no hubiera sucedido. Acrecentando lo que muchos llaman “morriña”.

En mi caso, luego de 30 años de vivir lejos de donde nací, he sentido estas faltas o desconexiones, pero sobre todo no me sentía ni perteneciente allí, ni a donde vivo ahora.

Pero es solo un sentimiento.

Porque la realidad me ha demostrado esta semana que si tengo “pertenencia”. Que he echado raíces. Que me puedo sentir que son una “adoptada” de la ciudad y la gente que me acogió.

Teniendo en cuenta que luego de vivir casi 20 años en un barrio, hace cuatro me mude. Aunque nunca he dejado el contacto con el anterior, porque nos separa solo una cuesta. Aunque parece otra ciudad, pero eso para otro post.

De repente me encontré con alguien que hace tres años se fue a vivir a Alcalá, y ahora a vuelto a Madrid y vive en la misma zona que yo ahora. Alguien que hace mucho conocía del otro barrio y los perros. Una alegría.

Y unos días posteriores, tuve que subir a hacer un trámite donde vivía antes, y me encontré con otras dos personas que estaban de café y hace mucho no veía. Una era Elisa, la señora que me acogió cuando llegue al barrio anterior allí por 94.

Si fueras un lector habitual del blog, recordarías porque lo he comentado un montón de veces, esa frase “los amigos de verdad son los que se han comido un saco de sal contigo”. Pues esto me lo enseño, ella, Elisa. Me dio un salto el corazón cuando la vi, y me acerque a ella con los brazos abiertos para darle un abrazo de oso, cosa que hice.

En un principio la vi, viejita  pero como siempre atenta y cariñosa conmigo. No recordaba que me había mudado, y parece que pensaba que yo había vuelto a la Argentina. Le prometí que esta semana la llamaría, y me volvería a subir con más tiempo a tomar un café y charlar como antes. Cosa que haré. Muchas cosas me tiene ella que contar y yo.

Estos encuentros me hacen ver que uno si “pertenece” a algún lugar. Y cuando piense que no, lo recordaré. Aunque lamentablemente el sentimiento de No pertenecer a ningún lado, es recurrente en la gente que no vive donde se crio.  Hay otras carencias, pero vencer esa falta de pertenencia, es lo que diferencia que uno haga arraigo donde vive,  y se quede, o tire la toalla y se vuelva.

Yo se que tengo “pertenencia”, aqui y allí. Allí porque siempre la tuve, parte de amigos y familia siguen ahí, y aquí porque encuentros como los de esta semana me lo demuestran.

Así que  contundentemente puedo decir que seré siempre argentina, pero soy madrileña de adopción.

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Reciclarse, el antes y el después del vivir

Cuando uno va sumando años, las cosas el día a día, ya sea trabajo, aficiones, hasta el amor, entra en una rutina que produce hartazgo. No es raro encontrar gente que te comenta que su relación ya no funciona, o su trabajo le aburre, o que no le motiva su afición.

Es más común de lo que uno imagina, y con la pandemia aún más.

Llegados a este punto de nuestras vidas, que pasamos todos, y digo todos, porque es algo natural, y siempre hay un punto de inflexión en la existencia de cada uno que esto se plantea, hay dos caminos.

Uno, aceptar lo que pasa, conformarse, bajar la cabeza, y seguir con el aburrimiento diario, lo que hace la mayoría de la gente. Dos, decir hasta aquí hemos llegado, sacudirse y reciclarse, lo que hacen los valientes.

Porque para reciclarse de la vida, hay que ser  muy pero que muy valiente. No será fácil, llevará mucho tiempo y dedicación, pero se puede lograr.

Que no te gusta tu aspecto? recíclalo. Que no te gusta tu trabajo? pues cámbialo, aunque esto puede ser difícil en la situación actual, pero no imposible. Que no te gusta tu pareja? pues déjala.

La vida no es solo plan A, siempre hay que tener un plan B. Un plan para poder reciclarla y adaptarla a el nosotros que somos en ese momento.

Porque conformarse, nunca es un plan de vida. Es hundirla.

Si algo he aprendido con los años, es que lo rutinario enferma el alma y el cuerpo. Y de eso con la pandemia este último año hemos tenido mucho.

Yo lo estoy intentando y por eso lo digo. Muchas veces pienso “menudo fregado me he metido” o “esto no es para mí”. Y a la vez me digo “porque no”. La vida es muy corta y tiene los límites que vos quieras ponerle.

Así que, si el otro día el psicólogo de enfrente, nos aconsejaba que nos buscáramos un amante, yo que soy una simple mortal del montón, os aconsejo poneros manos a la obra, y hacer pequeños gestos que nos vayan reciclando la vida.

Siempre lo más sencillo es empezar por uno mismo. Como dejar de fumar, si fumas, o bajar esos kilos del invierno o cambiarnos a un look que nos sintamos bien, o comenzar a leer ese libro que nos espera, o lo que sea. Pequeños gestos, que hagan que nos sintamos bien y que comencemos el gran cambio del antes y después del vivir.

Quizás no logremos reciclarnos en un cien por cien, pero por intentarlo que no quede. Sino lo intentas nunca sabrás lo que es sentirte pleno o casi.

Lo intentamos?

Foto by @desingcollector on Twitter

 

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