La invisibilidad como estado de existencia

Hace muchos años, salió un libro que hablaba como las mujeres a más edad, más invisibles de hacían. Quizás hace 50 años, la invisibilidad como estado de existencia, empezaba a los 40, cuando a esa edad ya se era viejo.

Pero ahora que existe el culto al cuerpo, nos cuidamos mucho más y la mayoría no queremos envejecer, aunque diga que hacerlo es digno. A quien le gustan las arrugas, las canas, que te salgan michelines porque la grasa se cambia de posición en tu cuerpo y se va al abdomen seas flaco o no? A nadie, y el que diga que si, al psiquiátrico ya mismo.

Siempre me ha parecido curioso como lo popular crea palabras nuevas. “Michelines” deriva de la marca de neumáticos Michelin, obviamente. Me pregunto cuando se empezó a usar como ejemplo de los flotadores abdominales?

Volviendo a la invisibilidad como estado de existencia, cuando nos convertimos invisibles?. Pero no para la sociedad solamente, sino para la familia.
Porque he comprobado o mejor dicho, cada día me convenzo más, que no solo la sociedad te hace volverte invisible cada año que cumples un año más, sino también la familia cuando ellos cumplen un año más.

Pues sí. A quien le interesa una persona que sobrepasa los 50, cuando la sociedad se basa en la juventud. Donde mucha gente a los 25 se siente frustrada porque “no ha triunfado en la vida”. Como si eso fuera la panacea. Si en el colegio les enseñan que la teoría generacional, que para el que no la sepa digo..

“de cada 1000 personas que nacen en una generación, 1 es genio y las otras 999 no. De esas 999, un 50 por ciento pondrán toda la carne en el asador y a través del esfuerzo, estudio o lo que sea, logran hacer lo que quieran o destacar en lo que se propongan. Del otro 50 por ciento se tendrán que conformar con lo que la vida les dé, o permitan las circunstancias” No los 999 pueden triunfar en la vida, porque no se puede.

Si aprendiéramos esto, no con más de 40, sino con 15, viviríamos más felices y posiblemente podríamos nuestros objetivos en algo sensato y lógico, no en “triunfar”. Pero alguien ha pensado que significa “triunfar”. Mejor para otro post, porque me estoy desviando.

La invisibilidad como estado de existencia, llega luego de los 40 y no se va más. La gente deja de mirarte por la calle porque seguro cerca de tuyo va una joven y la mirarán a ella. La familia, digamos sobrinos y quizás hijos, ya te dicen “mamá o tía (según el caso) no me abraces que van a pensar” o dejan de ir al cine contigo porque salen con sus amigos. Etc.

En fin, cada día compruebo que yo ya vivo en la invisibilidad como existencia, y que difícil se hace, mi Dios!!!

Aunque a veces tiene sus ventajas. Si no vas a la pelu a teñirte las canas, no pasa nada, total te pones un sombrero y listo. Podes salir sin maquillarte, que tampoco pasa nada, las arrugas son bonitas, no dicen eso en las revistas? Podes no estar a la última porque te da igual.

El meollo es, que si no pasas esa línea que existe entre la dejadez y la comodidad que esa invisibilidad como existencia que te da con la edad, todo está bien. Si la pasas, ese es el problema y da para otro post.

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La lejania

Una de las peores cosas que lleva, en general, alguien que vive lejos de su casa original es la lejanía. El desarraigo, o como dicen los brasileños, tener “saudades”. Hace poco, no se muy bien con quien, yo decía que si cuando te mudabas a otro país, no dejabas ese sentimiento pronto, estabas condenado a que nada fluyera y te terminabas volviendo.

Yo que llevo 33 años en España, siempre digo “nada se me perdió en Argentina“.  Pero debo reconocer, que al día de hoy, allá suceden cosas como un bautizo de un niño que yo aun no conozco, y me produce un sentimiento de tristeza contenida. Porque se que me he perdido muchas cosas familiares que han sucedido en 33 años, hasta llegar a ser, bastante invisible para muchos allá, pero es lo que la vida me puso adelante, o mejor dicho es el precio que uno paga por intentar vivir en otro lugar.

Soy consciente que llegará un día, que el principal motivo de unión con tu país de origen, desaparecerá del todo, y ese hilo invisible que aun te une se terminará rompiendo producto de la lejanía, del paso del tiempo y del crecimiento del olvido que la vida de todos hace de la tuya.

No te olvidan porque no te quieran, que va. Mejor creer eso. Te olvidan porque no estas ahí cerca. Te ven a saltos cada dos o tres años. Tantas cosas pasan en la vida de una persona en ese tiempo, que no es raro que se olviden. Y sino quiero ser “cruel” con la palabra olvido, como alguien alguna vez me dijo, diré que te alejan de sus vidas porque no formas parte de ella, estas demasiado lejos.

Tú  eres el que se fue, el que esta atento porque tu recuerdo es el que te mantiene en contacto con tus raíces, intentas recordarlos todos los días, y lo haces. Como una manera de no haberte ido nunca. Por eso, ese sentimiento en algunos es demasiado fuerte y les hace claudicar  volviendo.

Si la vida se pudiera rebobinar, posiblemente yo no volvería a hacer lo que he hecho, mudarme fuera de mi barrio. Nadie me avisó del costo “emocional” que uno paga por irse tan lejos. Por eso, cuando veo a tantos jóvenes de este país, que ahora se van lejos a buscarse la vida, me solidarizo con ellos, porque se lo que van a pasar.

La lejanía de los que nos quieren y queremos, desgasta el alma, la enfría. La hace más débil a romperse un día. Uno intenta ser y hacerse el fuerte, algunos lo consiguen otros no.

Imagen de portada Via Pinteres by Raul Martinez Juarez
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Amigos o conocidos

Llevo días pensando en que es la amistad.

En la sociedad actual, tan competitiva e interesada, donde predomina lo exterior sobre el interior, donde se valora una persona por lo que tiene, o cuanto tiene, y no por lo que es realmente como ser humano. La amistad está vapuleada.

Todos se llaman “amigos”. No es así. 

Hace muchos años, una vecina del barrio de donde vivo. Una señora mayor, me dijo “Lu, los amigos son esos que se han comido un saco de sal contigo”. Y aun hoy con más de 90 me lo sigue diciendo.  Ya lo he contado muchas veces en este blog. Al final, te das cuenta, que los “amigos” son los que todos llaman de toda la vida.

Posiblemente los que te conocieron cuando tú eras un crío, o adolescente, que no tenias ni estatus social, ni dinero, ni fama. Donde las igualdades hacían que uno viera al otro como realmente era. Donde la envidia e interés, aun no se había desarrollado demasiado como para que estén contigo por interés.

Creo que de ahí viene la creencia que los verdaderos amigos son los que han crecido contigo. Con la edad, uno crece, y entran en juego otros factores, como la necesidad de compañía para no estar solo, la necesidad de compartir, la necesidad del otro, etc. Ya sabéis, que no somos orientales, y vivir sin apego es un ejercicio casi imposible para la mayoría, donde me incluyo. El occidental se mueve esperando una reacción siempre, sea de lo que sea.

Ese es el problema. Muchas veces por nuestras propias “necesidades” nos juntamos con gente que se dice “amigos” en seguida, o que nosotros llamamos así, rápidamente porque tapan agujeros de esa “necesidad emocional” de lo que sea.

Pero al final, solo son “conocidos” o “distinto tipo de amigos”•
Yo prefiero decir “conocidos”, porque “distintos tipo de amigos” me suena a parcelar la vida, y no creo que sea así, una verdadera amistad. Aunque conozco mucha gente, que vive más tranquila “parcelando”, no es mi caso. 

Si con los años, yo hubiera aprendido a parcelar mi vida, hubiera tenido menos golpes emocionales ocasionados por la desilusión provocada por el comportamiento de la gente que se dicen tus amigos. Y no como decía mi madre, esa señora muy señorona que durante toda mi vida me ha dicho “Lu, das más por el pito de lo que el pito vale”. Siempre lo recuerdo.

Nunca lo he podido hacer y no creo que ya a esta altura lo haga. Parcelar mi vida. Porque es como subir barreras para que unos no entren al otro lado. Sera posiblemente más sabio y menos doloroso, que si una parcela explota, no altere la otra. Pero la vida para mí no es eso. NI la amistad tampoco.

Si un error he cometido ha sido intentar mostrarme como soy, intentar compartir lo que soy y lo que tengo, con mis “amigos”. Pero para algunos no es suficiente.

La sensación que me queda es que “debemos comernos un saco de sal” con los cercanos para que nos conozcan, y ni así a veces lo hacen. Los amigos se elijen no se heredan ni nacen contigo.

Cuando llegamos al punto, que no existe la sinceridad para sentarte frente a frente y hablar de las cosas que molestan del otro, si hay algo, me hace pensar que mucha sal aun hay que comer con esa persona. A veces es más fácil, echarle la culpa al otro que hablar si algo molesta. No es mi caso. Porque puedo tener millones de defectos y los tengo, como todo el mundo, pero no es uno no sentarme y hablar de los sentimientos con la gente que me importa.

Llegados a este punto, me planteo “vale la pena seguir cargando de sal mis arterias por esa persona que se ha comportado así?”. Esa es la pregunta del millón a responder. A veces me gusta buscar la respuesta, pero otras no me interesa.

Lo único que tengo claro al día de hoy, que tengo pocas amigas y muchos conocidos. No porque yo no quiera, sino porque muchas veces para mi pesar, la sal que queda en el saco, la tiran a la basura anteponiendo “necesidades” a verdadero afectos.

Cuando el ser humano comprenda que la vida es muy corta y que no estamos aquí para sufrir, dejará de juzgar a los otros, lapidándolos por lo que dicen o hacen, y se sentará a hablar de sus sentimientos abiertamente. Si esto sucediera más seguido, viviríamos en un mundo mejor. Pero no creo que lo vea en esta vida.

 

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Si te preguntan como estas, tu que contestas?

Si te preguntan como estas? Tú que contestas? Cada vez que lo hacen conmigo reflexiono sobre ello, o casi.

Primero porque no os dais, posiblemente, cuenta que cada día se pregunta menos eso “como estas”. En el sentido de que tal te va la vida, que tal te sientes, etc. La vida moderna y sobre todo, la locura de este momento, nos ha llevado a que solo se diga “hola”. Ya sabemos que todos estamos más o menos,  por un tema o por otro. Cada uno es un mundo.

Cuando alguien me pregunta eso, me quedo pensando. La respuesta al comentario es “bien”. Pero no por cumplir, sino porque es verdad.

Hace un tiempo veía en links antiguos del programa REDES,  una reflexión  “entre la juventud y la senectud“, donde hablan de la mediana edad. Sinceramente ha sido clarificante, porque me he sentido muy identificada. Posiblemente porque esta semana ha sido mi cumple y una ya tiene unas edades que para que contar. Os recomiendo verlo desde el link, vale la pena. 

Pero una de las cosas que dije “que verdad” es que cuando uno llega a estas edades, tiene las cosas claras, y no pelea con la vida en general. La sabiduría está en su punto álgido del desarrollo del ser humano. Uno se siente bien la mayoría de los días, porque se acepta como es, con sus defectos y virtudes. Ves la vida de otra manera.

Posiblemente depende de cada uno, nunca es bueno generalizar, lo sé. Pero también depende de algo día a día. De proponérselo y trabajarlo con uno mismo. Evidentemente hay gente que no acepta envejecer, y que los años pasen. Pero también es verdad que una persona de 60 y tantos, no es vieja como hace 100 años. La vida se percibe de manera distinta, y como muchos psicólogos dicen, los 60 ahora son los 50 de antes.

Esta edad, coincide con el la plenitud del aprendizaje del hombre. Ya no tenemos tanto estrés emocional, aceptamos las cosas como bastante mejor, y como yo digo, ya no nos comemos tanto el coco con las cosas. Se suele tener cierta “crisis” y empiezan las ganas de hacer lo que verdaderamente nos gustaría. Muchos quieren dejar el trabajo y hacer otra actividad. Uno sabe, que es ahora o nunca. 

Un ejemplo claro de la edad que tenemos, es la cantidad de gente que está mas preocupada por cuando te jubilas que de preguntarte como estas.

Tengo otras cosas, pero entre la plenitud que la edad te da y aceptar lo bueno y lo malo que tenemos, vivo relajada, y bien. ¿Feliz? pues no se, eso para otro post. Porque no lo voy a negar. Me río mucho más, ya no me enfado tanto aunque si me pasa con los que trabajan para mí, pero enseguida se me pasa. Pero sobre todo, voy a mi paso, tengo mucha libertad y se agradece hacer lo que a uno le plazca, como que cada día me importa nada el  “qué dirán . Creo que todo esto viene de aceptarse como somos, con luces y sombras, que las tenemos todos. Y yo ya me acepté hace mucho. Ahora lo disfruto.

Alguien me dijo hace un tiempo, con la edad que tenés, hazte la loca, y la gente no se meterá contigo. Te verán como una señora excéntrica, y listo. En su momento lo entendí, pero ahora lo veo claro. Quién quiere volver a tener 20? yo no. Prefiero seguir siendo la “señora de mediana edad, excéntrica que hace lo que se le viene en gana”. Sino gusta, pues ya saben, olvídenme. A esta altura me da igual. 

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Torpe, eres un “torpe”

No sé si “Torpe” es una palabra con la suficiente contundencia para insultar a alguien, pero me gusta. Escuchaba a una señora que el otro día de la conjunción, lluvia-lunes-hora punta y accidente de camión, colapsó la M40 de Madrid, le hicieron una entrevista en la radio y dijo “con la lluvia, salen 4 torpes y la lían”. Me gustó. Yo hubiera sido menos educada. Y al final, la señora dijo lo mismo.

“Torpe” es una palabra de esas que suenan a antiguo, a rancio no? Ahora no decimos, eres un “Torpe”, sino eres un boludo los argentinos, o eres un gilipollas los españoles.

Pero porque no decir “eres un “Torpe””. Creo que aunque no tenga contundencia de insulto, puede tener un efecto des colocador en la otra persona. Quien se va a tomar como insulto “eres un “Torpe””. Es como ser políticamente correcto sin serlo.

AL final el verdadero significado de “Torpe” es= “ Se aplica a la persona que tiene poca habilidad o destreza para hacer una cosa”. Porque hay algunos que son torpes para todo no solo para las habilidades.

A veces yo he pensado que cuando me cabreo, porque le digo a alguien “idiota o tonto”, si lamentablemente muchas veces vemos gente que por problemas mentales se les puede llamar igual, y me siento mal conmigo misma por eso. Alguna vez me ha pasado.

Pero “Torpe” le viene al pelo. Todos somos torpes para algo o no?

Así que ya saben, en vez de decirle a alguien cabreado boludo o idiota o gilipollas, a usar “”Torpe””.

Quizás se te queden mirando sin saber que contestar, y tu tan ancho.

Y si agregas… “QUE TE VAYA BONITO”, es como si lo mandaras a la mierda… y tu tan ancho.

Ya sabes.. eres un torpe y que te vaya bonito…

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No se puede vivir con miedo

Una señora de 81 años hace un tiempo me decía, textualmente “que horror lo que esta pasando, este mundo se está hundiendo”. Haciendo referencia a todo lo que pasa que tiene a todos locos.

Yo intenté, ponerme en pensamiento “orientalista”, si cabe, he intenté hacerla ver que no tiene que tener miedo. Que el sistema está montado para que la gente tenga miedo. Que es verdad que las cosas están pasando, pero que nos hacen creer o nos hacen sentir que no hay futuro, que todo es un caos y que no hay salida. Vivir con miedo, o mejor dicho con horror al futuro.

Para ello le puse un ejemplo de lo que pasó en una de las ciudades más grandes de Texas, USA. Donde la transmisión de un rumor, donde se decía que la gasolina iba a desaparecer de las gasolineras, hizo que a media tarde casi desapareciera pues todo el mundo se puso a cargar por las dudas.
Eso es “meter miedo”. Nadie al día de hoy, sabe de donde salió el rumor y porque.

No quiero minimizar lo que esta pasando, vaya por Dios. No como otros, que siguen negando el cambio climático. Al contrario, yo no niego que todo es un caos.

Veía una viñeta en el periódico, de un tío “millonario” con anillos, Rolex de oro, pajarita y traje de marca, tirado en la acera con un cartel que decía “una ayudita para este pobre millonario” y tenia debajo de las letras la imagen de todas las tarjetas de crédito como que también recibía ayuda por este medio.

Lo que me parece sinceramente frustrante de todo esto, que el dinero público sea de quien sea, tenga que salir en defensa del sistema actual que lleva muchos años jugando a la ruleta rusa con todos.

Comprendo que si esto no lo hacen, nos terminarán hundiendo definitivamente a todos, pero es frustrante.

En el año 1999, se anularon en EEUU los controles que para este tipo de prácticas no se realizaran, que se habían impuesto en el año 1930, luego de la gran depresión. Porque clamaban por libertades, por liberación de los mercados, por independencia del sistema. Y miren a donde nos ha llevado, a más crisis y dicen que peor de la de esa época. Volvieron los controles, pero siguen igual.

Ahora bien, y ahora que? Esa es la pregunta a contestar.

Hemos pasado épocas de proteccionismo, de liberación, de cosas intermedias. Cual es la mejor a adoptar?
Quizás el mundo financiero y empresarial deberían ahora plantearse esa pregunta, y ahora que? Cual es la mejor solución, para que nos terminemos de hundir en su abismo personal todos.

En los ochenta fueron los yuppies y sus extravagancias. En los 90 la burbuja tecnológica. En los 2000 la burbuja inmobiliaria y financiera.
Que burbuja queda? Que posibilidad tiene el hombre de la calle de no perder lo poco que tiene como su trabajo, por una mala gestión de los directivos de las grandes corporaciones. Eso si, como ellos tienen esos sueldos y contratos blindados, no pierden nada.

Es muy difícil no sentir pánico por el futuro, con todo lo que uno ve allí fuera. Y más en una persona de más de 80, que pasó mucho en su vida, y ve como lo poco que le queda o sea su jubilación quizás un día no se la paguen. Como para no tener estrés.

Uno intenta, restar hierro al tema, pero también siente estrés. La mejor terapia contra esto es no pensar en el futuro a largo plazo. Pensar en el hoy, y lo que hare la semana que viene o lo más lejano, las navidades que casi ya llegan. Lo que pasará luego, mejor ni pensarlo y ni planteárselo. Para que?

Si quizás te levantas y te enteras que el banco que tenía todos tus ahorros, cerró por una mala praxis especulativa, y te quedaste sin nada. Y no estoy hablando de algo imposible ni surrealista, sino que lo cuenten los argentinos y su crisis infinita. Todo es posible en este mundo convulsionado y enfermo en que vivimos.

Como la mejor forma de dar un consejo es con el ejemplo, yo no pienso en más lejos que a un mes, por eso me voy unos días de vacaciones a cerrar un ciclo. Se que será un viaje emocional a un lugar que no vuelvo desde hace 4 años, pero que debo hacer para cerrar una etapa de mi vida.

Cuando vuelva seguro todo seguirá en el mismo lugar, sino mal asunto no?

 

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En qué certeza vivimos?

Muchas veces todos estos años he escrito en este blog, que el mundo está convulso, que no se para donde va, que es un lío, etc.

Hace unos años, leía en El País digital, una artículo donde reflexiona sobre todo esto y que recomiendo leer, que se llama Bienvenido a un mundo sin certezas” de Vicente Verdú.

Comienza haciendo una comparación, con “tiempos de amores revueltos”. Entre las cosas preestablecidas del siglo XX o desde el 19, hasta llegar a hoy, donde los avances tecnológicos del siglo XX, nos ha llevado a revueltas, inconstancia, falta de compromiso, imposibilidad de hacer planes serios, incertidumbre, falta de compromiso, etc, etc.

Como varios pensadores actuales, piensa que la culpa es de internet o la tecnología y su anonimato. Como llama él “Numerosos fenómenos que causan todavía asombro proceden de esa tríada (distancia, anonimato, movilidad) que simboliza el móvil.”

La comunicación excesiva como digo yo, que por ser excesiva no significa de calidad, para mi humilde saber y entender, nos está desorientando.
El artículo dice “La comunicación, sea del grado que sea, ha dejado de ser un acto para convertirse en un actor de la cotidianidad. Vivimos en una comunicación tan frecuente como nunca y no es casual que los inventos que mejor caracterizan estos primeros años del siglo XXI sean, por encima de todos, los referidos a las tecnologías de la comunicación. En ocasiones parecería que el mundo se reconstruye a partir de estos nuevos enlaces, nudos, “nubes”, y de ahí que cada vez más factores de la nueva realidad hallen su incubadora en la Red, se trate de negocios como de ocios, de curaciones como de plagas.

¿Quién podría haber concebido a estas alturas un mundo regido más por la anarquía y el desorden que por la organización?”

No es mi intensión transcribir aquí el artículo, pero me he sentido tan identificada con lo que dice, que lo primero que he pensado es “yo no lo hubiera expresado mejor” posiblemente porque me llamo Lu y no Vicente Verdú. Pero muchas veces reflexiono sobre lo mismo.

El exceso de comunicación, las nuevas tecnologías, todo tan rápido que hace que la mayoría de las veces se actúe por impulso y no por reflexión. La gente no piensa o como me gusta decir a mí, no reflexiona sobre el futuro. Todo se está convirtiendo en hoy.

Puede que sea verdad, el futuro no existe, como dicen los budistas, pero a veces algunas bases en el hoy hay que fundarlas para que el posible mañana sea como nosotros queremos. Casi seguro, al final será como tenga que ser y debido a las circunstancias, pero no se puede vivir sin pensar aunque sea a un mes visto.

Es tanto el desorden, que a mi particularmente me desestabiliza y bastante. No se que mundo se está gestando. Por momentos me quiero creer que todas esas cosas que se dice de una era de pensamiento, más justicia y un mundo más humano, se está preparando. Pero no lo tengo muy seguro si le vere.

Lo único claro que tengo en este momento, es que mucha sangre y dolor tendrá que haber para que esto verdaderamente se dé, o que cierto grupo de población lo acepte. No todos están preparados o parecen preparados en aceptar cambios de los demás. Y sino que se lo pregunten a los gobernantes de muchos, y digo muchos por no decir casi todos, países de mundo.

La única certeza que tengo en este momento es, que quiero otra taza de café.

dibujo en portada de Luis.F.Sanz
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Una taza como excusa de anclarnos al pasado

La prueba de que a veces me anclo al pasado y no avanzo es una taza. Pues si, una que tiene historia.

En el año 2003 fui a New York para encontrarme con mi sobrina que vive en Los Ángeles, y NY era más o menos la misma distancia para ambas. Como yo llegue unos días antes, llevaba décadas sin ir, me fui a ver mi museo preferido que es el Metropolitan.

Amo ese museo, sobre todo su tienda. Es impresionante la cantidad de reproducciones de cosas antiguas que tiene, en especial de joyas como bijux. Aunque yo me compre solo una taza. Una que se convirtió de repente en mi preferida, por el lugar donde la compre, por lo bonita que era, por la connotación emocional del recuerdo de ese viaje, tan especial para mí.

Soy bebedora de té por la tarde, de toda la vida. Mi existencia no puede estar sin café a la mañana y sin te por  la tarde. Es como funciona mi cuerpo, sé que son las 5 porque me pide mi estómago un té. Ahora tomo te rojo, pero el té negros con una “neige du lait” como dicen los franceses, y fría como toman los ingleses.

Luego de tantos años de vivir en España, he tenido que soportar que me pusieran leche caliente dentro de la taza de té vacía. Para mí es como vomitivo. Por suerte con la Europeización de España, ahora hay cultura con el té, antes no. Bueno y de café, aunque aún hay bares que por las tardes es imposible tomar un café por como lo hacen. Alguna vez lo comenté y algún entendido me dijo que la culpa era la temperatura que les ponían a las máquinas de café. Pero bueno, no es relevante, y no tengo ni idea.

Luego de esta explicación, mi afición al té en las tardes viene de lejos y siempre he tenido una taza preferida, que uso yo sola y exclusivamente para eso. No sé si saben, que el té se toma en porcelana, en cerámica se cambia el gusto. Así que siempre han sido tazas o jarros delicados.

Esa taza preferida del Metropolitan Museum, un día cualquiera abrí el microondas y le di tan meneo que la rompí. Me sentí desolada pero pensé, “bueno, tendré que volver a NY para comprarme otra”. Otra época de consumismo total.

El tiempo paso, tuve y tengo otra taza alemana que me gusta mucho, más grande que la otra, de porcelana, y que cumple todos los requisitos para el té rojo. Pero la broma de volver a NY para comprarme otra taza igual a la anterior, siguió. El año pasado entre broma y broma, montamos un viaje a la ciudad que nunca duerme a comprar la taza.

Como el tiempo pasa, y las cosas solo quedan fijas en la memoria nuestra, las modas habían pasado y tenían otros modelos. Pero cuando ya nos íbamos de la tienda del  museo, así como no quiere la cosa, vemos una oferta y ahí estaba ella, des catalogada se vendían las últimas. Como si todo se conjugara para cerrar un ciclo y volver a tener mi taza preferida.

Pero saben una cosa? Eso fue hace  mucho tiempo, y aun tiene  la etiqueta del precio puesta. Cada vez que la veo, colgada y sin usar, porque el sitio de preferida lo tiene la alemana, pienso “las tonterías que uno piensa y hace o valora del pasado, que pasado fue y como tal ya paso”.

Esta no es la taza en cuestión, pero es la que la reemplaza para que vean la tontería que es, montar un viaje por una taza, solo porque la extrañaba, una simple taza.

Pero bueno, la tontería  dio juego, pase unos días fenomenales, volví a NY y la taza esta colgada en mi cocina. El que no quiere conformarse es porque no quiere.

La moraleja de esta historia, es como nos anclamos a recuerdos del pasado como si fueran importantes. Y no nos damos cuenta que la vida sigue y el pasado ya pasó.

A mi me lo sigue recordando una simple taza de té que ni uso.

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Es lo que hay o hay lo que es

La frase que esta incorporada a nuestra vida actual, “es lo que hay”, nos ha llevado a ser una sociedad conformista y que aceptamos las cosas, bajando la cabeza resignados. Somos una sociedad que ha aceptado la crisis y las ambiciones han quedado en el vacío. En el fondo, no arreglamos nada de lo que esta pasando.

Las cosas pasan, por mala praxis, y nadie tiene la culpa, nadie renuncia, nadie se hace cargo. Entonces, que nos podemos exigir a nosotros mismos en cambiar las cosas? Nada, pero nos sentimos mal igual.

Esta frase “es lo que hay” a mi madre, que era una señora muy señorona por ejemplo, no le gustaba y cada vez que la escuchaba, se enfadaba. Y tenia razón.

Una cosa es aceptar la realidad, sin vivir entre sueños y otra muy distinta es resignarse a todo lo que hay. Porque esas cuatro palabras, son lapidarias.

Con lo que esta pasando, y los medios de comunicación apostando por la negativo y no por lo bueno, superar esa resignación es bastante complicado.

A mi me cuesta, como pienso a ustedes también. Me he propuesto hace mucho intentar ver lo bueno de las cosas, y superar lo malo, que todo lo tiene, pero hay gente cercana que con solo escucharles decir “hola” ya sabes que escucharas un rosario de negatividades y problemas.

Todos tenemos problemas que enfrentar el día a día, pero no por eso tenemos que andar desparramandolos a todo ser que nos topamos en las actividades diarias.

Pero lo peor que llevo de todo esto, es la desesperanza que he encontrado últimamente en mucha gente, pero sin reales motivos. Me explico.

Personas que están sanas, que no han perdido su casa, que no están boyantes pero pagan aun sus facturas, que no tiene problemas serios aparentemente. Porque quiero pensar que si están tan negativos ante todo y lo único que pretenden es su “depre” contagiarla al prójimo, algo serio tienen. No creo que si no lo tuvieran estarían así, porque sinceramente entonces no lo entiendo.

Todos aplicamos fórmulas distintas ante la vida, pero no nos debemos dejar abatir. Y no digo que algún día uno no tenga un bajón, es normal y se necesita,  no siempre se puede estar “a tope”. Pero hacer de la desesperanza el leitmotiv, no puedo con ello.

El uso de esa frase “es lo que hay” nos ha llevado a eso. A resignarnos de todo, y me niego.

Puedo tener épocas malas pero  seguiré para adelante, como pueda, sino significara que me he dejado morir despacito. Y no será así.

Los males del mundo no son mi culpa, y no me resignare a pensar que las cosas pasan porque tienen que pasar (las casualidades no existen eso si que es verdad y lo tengo comprobado). Las cosas pasan o porque yo las generé o porque yo metí la pata. Nada más.

No “es lo que hay” sino “hay lo que es”. Esa es la simple verdad de nuestra existencia.

 

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