Torpe, eres un “torpe”

No sé si “Torpe” es una palabra con la suficiente contundencia para insultar a alguien, pero me gusta. Escuchaba a una señora que el otro día de la conjunción, lluvia-lunes-hora punta y accidente de camión, colapsó la M40 de Madrid, le hicieron una entrevista en la radio y dijo “con la lluvia, salen 4 torpes y la lían”. Me gustó. Yo hubiera sido menos educada. Y al final, la señora dijo lo mismo.

“Torpe” es una palabra de esas que suenan a antiguo, a rancio no? Ahora no decimos, eres un “Torpe”, sino eres un boludo los argentinos, o eres un gilipollas los españoles.

Pero porque no decir “eres un “Torpe””. Creo que aunque no tenga contundencia de insulto, puede tener un efecto des colocador en la otra persona. Quien se va a tomar como insulto “eres un “Torpe””. Es como ser políticamente correcto sin serlo.

AL final el verdadero significado de “Torpe” es= “ Se aplica a la persona que tiene poca habilidad o destreza para hacer una cosa”. Porque hay algunos que son torpes para todo no solo para las habilidades.

A veces yo he pensado que cuando me cabreo, porque le digo a alguien “idiota o tonto”, si lamentablemente muchas veces vemos gente que por problemas mentales se les puede llamar igual, y me siento mal conmigo misma por eso. Alguna vez me ha pasado.

Pero “Torpe” le viene al pelo. Todos somos torpes para algo o no?

Así que ya saben, en vez de decirle a alguien cabreado boludo o idiota o gilipollas, a usar “”Torpe””.

Quizás se te queden mirando sin saber que contestar, y tu tan ancho.

Y si agregas… “QUE TE VAYA BONITO”, es como si lo mandaras a la mierda… y tu tan ancho.

Ya sabes.. eres un torpe y que te vaya bonito…

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No se puede vivir con miedo

Una señora de 81 años hace un tiempo me decía, textualmente “que horror lo que esta pasando, este mundo se está hundiendo”. Haciendo referencia a todo lo que pasa que tiene a todos locos.

Yo intenté, ponerme en pensamiento “orientalista”, si cabe, he intenté hacerla ver que no tiene que tener miedo. Que el sistema está montado para que la gente tenga miedo. Que es verdad que las cosas están pasando, pero que nos hacen creer o nos hacen sentir que no hay futuro, que todo es un caos y que no hay salida. Vivir con miedo, o mejor dicho con horror al futuro.

Para ello le puse un ejemplo de lo que pasó en una de las ciudades más grandes de Texas, USA. Donde la transmisión de un rumor, donde se decía que la gasolina iba a desaparecer de las gasolineras, hizo que a media tarde casi desapareciera pues todo el mundo se puso a cargar por las dudas.
Eso es “meter miedo”. Nadie al día de hoy, sabe de donde salió el rumor y porque.

No quiero minimizar lo que esta pasando, vaya por Dios. No como otros, que siguen negando el cambio climático. Al contrario, yo no niego que todo es un caos.

Veía una viñeta en el periódico, de un tío “millonario” con anillos, Rolex de oro, pajarita y traje de marca, tirado en la acera con un cartel que decía “una ayudita para este pobre millonario” y tenia debajo de las letras la imagen de todas las tarjetas de crédito como que también recibía ayuda por este medio.

Lo que me parece sinceramente frustrante de todo esto, que el dinero público sea de quien sea, tenga que salir en defensa del sistema actual que lleva muchos años jugando a la ruleta rusa con todos.

Comprendo que si esto no lo hacen, nos terminarán hundiendo definitivamente a todos, pero es frustrante.

En el año 1999, se anularon en EEUU los controles que para este tipo de prácticas no se realizaran, que se habían impuesto en el año 1930, luego de la gran depresión. Porque clamaban por libertades, por liberación de los mercados, por independencia del sistema. Y miren a donde nos ha llevado, a más crisis y dicen que peor de la de esa época. Volvieron los controles, pero siguen igual.

Ahora bien, y ahora que? Esa es la pregunta a contestar.

Hemos pasado épocas de proteccionismo, de liberación, de cosas intermedias. Cual es la mejor a adoptar?
Quizás el mundo financiero y empresarial deberían ahora plantearse esa pregunta, y ahora que? Cual es la mejor solución, para que nos terminemos de hundir en su abismo personal todos.

En los ochenta fueron los yuppies y sus extravagancias. En los 90 la burbuja tecnológica. En los 2000 la burbuja inmobiliaria y financiera.
Que burbuja queda? Que posibilidad tiene el hombre de la calle de no perder lo poco que tiene como su trabajo, por una mala gestión de los directivos de las grandes corporaciones. Eso si, como ellos tienen esos sueldos y contratos blindados, no pierden nada.

Es muy difícil no sentir pánico por el futuro, con todo lo que uno ve allí fuera. Y más en una persona de más de 80, que pasó mucho en su vida, y ve como lo poco que le queda o sea su jubilación quizás un día no se la paguen. Como para no tener estrés.

Uno intenta, restar hierro al tema, pero también siente estrés. La mejor terapia contra esto es no pensar en el futuro a largo plazo. Pensar en el hoy, y lo que hare la semana que viene o lo más lejano, las navidades que casi ya llegan. Lo que pasará luego, mejor ni pensarlo y ni planteárselo. Para que?

Si quizás te levantas y te enteras que el banco que tenía todos tus ahorros, cerró por una mala praxis especulativa, y te quedaste sin nada. Y no estoy hablando de algo imposible ni surrealista, sino que lo cuenten los argentinos y su crisis infinita. Todo es posible en este mundo convulsionado y enfermo en que vivimos.

Como la mejor forma de dar un consejo es con el ejemplo, yo no pienso en más lejos que a un mes, por eso me voy unos días de vacaciones a cerrar un ciclo. Se que será un viaje emocional a un lugar que no vuelvo desde hace 4 años, pero que debo hacer para cerrar una etapa de mi vida.

Cuando vuelva seguro todo seguirá en el mismo lugar, sino mal asunto no?

 

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En qué certeza vivimos?

Muchas veces todos estos años he escrito en este blog, que el mundo está convulso, que no se para donde va, que es un lío, etc.

Hace unos años, leía en El País digital, una artículo donde reflexiona sobre todo esto y que recomiendo leer, que se llama Bienvenido a un mundo sin certezas” de Vicente Verdú.

Comienza haciendo una comparación, con “tiempos de amores revueltos”. Entre las cosas preestablecidas del siglo XX o desde el 19, hasta llegar a hoy, donde los avances tecnológicos del siglo XX, nos ha llevado a revueltas, inconstancia, falta de compromiso, imposibilidad de hacer planes serios, incertidumbre, falta de compromiso, etc, etc.

Como varios pensadores actuales, piensa que la culpa es de internet o la tecnología y su anonimato. Como llama él “Numerosos fenómenos que causan todavía asombro proceden de esa tríada (distancia, anonimato, movilidad) que simboliza el móvil.”

La comunicación excesiva como digo yo, que por ser excesiva no significa de calidad, para mi humilde saber y entender, nos está desorientando.
El artículo dice “La comunicación, sea del grado que sea, ha dejado de ser un acto para convertirse en un actor de la cotidianidad. Vivimos en una comunicación tan frecuente como nunca y no es casual que los inventos que mejor caracterizan estos primeros años del siglo XXI sean, por encima de todos, los referidos a las tecnologías de la comunicación. En ocasiones parecería que el mundo se reconstruye a partir de estos nuevos enlaces, nudos, “nubes”, y de ahí que cada vez más factores de la nueva realidad hallen su incubadora en la Red, se trate de negocios como de ocios, de curaciones como de plagas.

¿Quién podría haber concebido a estas alturas un mundo regido más por la anarquía y el desorden que por la organización?”

No es mi intensión transcribir aquí el artículo, pero me he sentido tan identificada con lo que dice, que lo primero que he pensado es “yo no lo hubiera expresado mejor” posiblemente porque me llamo Lu y no Vicente Verdú. Pero muchas veces reflexiono sobre lo mismo.

El exceso de comunicación, las nuevas tecnologías, todo tan rápido que hace que la mayoría de las veces se actúe por impulso y no por reflexión. La gente no piensa o como me gusta decir a mí, no reflexiona sobre el futuro. Todo se está convirtiendo en hoy.

Puede que sea verdad, el futuro no existe, como dicen los budistas, pero a veces algunas bases en el hoy hay que fundarlas para que el posible mañana sea como nosotros queremos. Casi seguro, al final será como tenga que ser y debido a las circunstancias, pero no se puede vivir sin pensar aunque sea a un mes visto.

Es tanto el desorden, que a mi particularmente me desestabiliza y bastante. No se que mundo se está gestando. Por momentos me quiero creer que todas esas cosas que se dice de una era de pensamiento, más justicia y un mundo más humano, se está preparando. Pero no lo tengo muy seguro si le vere.

Lo único claro que tengo en este momento, es que mucha sangre y dolor tendrá que haber para que esto verdaderamente se dé, o que cierto grupo de población lo acepte. No todos están preparados o parecen preparados en aceptar cambios de los demás. Y sino que se lo pregunten a los gobernantes de muchos, y digo muchos por no decir casi todos, países de mundo.

La única certeza que tengo en este momento es, que quiero otra taza de café.

dibujo en portada de Luis.F.Sanz
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Una taza como excusa de anclarnos al pasado

La prueba de que a veces me anclo al pasado y no avanzo es una taza. Pues si, una que tiene historia.

En el año 2003 fui a New York para encontrarme con mi sobrina que vive en Los Ángeles, y NY era más o menos la misma distancia para ambas. Como yo llegue unos días antes, llevaba décadas sin ir, me fui a ver mi museo preferido que es el Metropolitan.

Amo ese museo, sobre todo su tienda. Es impresionante la cantidad de reproducciones de cosas antiguas que tiene, en especial de joyas como bijux. Aunque yo me compre solo una taza. Una que se convirtió de repente en mi preferida, por el lugar donde la compre, por lo bonita que era, por la connotación emocional del recuerdo de ese viaje, tan especial para mí.

Soy bebedora de té por la tarde, de toda la vida. Mi existencia no puede estar sin café a la mañana y sin te por  la tarde. Es como funciona mi cuerpo, sé que son las 5 porque me pide mi estómago un té. Ahora tomo te rojo, pero el té negros con una “neige du lait” como dicen los franceses, y fría como toman los ingleses.

Luego de tantos años de vivir en España, he tenido que soportar que me pusieran leche caliente dentro de la taza de té vacía. Para mí es como vomitivo. Por suerte con la Europeización de España, ahora hay cultura con el té, antes no. Bueno y de café, aunque aún hay bares que por las tardes es imposible tomar un café por como lo hacen. Alguna vez lo comenté y algún entendido me dijo que la culpa era la temperatura que les ponían a las máquinas de café. Pero bueno, no es relevante, y no tengo ni idea.

Luego de esta explicación, mi afición al té en las tardes viene de lejos y siempre he tenido una taza preferida, que uso yo sola y exclusivamente para eso. No sé si saben, que el té se toma en porcelana, en cerámica se cambia el gusto. Así que siempre han sido tazas o jarros delicados.

Esa taza preferida del Metropolitan Museum, un día cualquiera abrí el microondas y le di tan meneo que la rompí. Me sentí desolada pero pensé, “bueno, tendré que volver a NY para comprarme otra”. Otra época de consumismo total.

El tiempo paso, tuve y tengo otra taza alemana que me gusta mucho, más grande que la otra, de porcelana, y que cumple todos los requisitos para el té rojo. Pero la broma de volver a NY para comprarme otra taza igual a la anterior, siguió. El año pasado entre broma y broma, montamos un viaje a la ciudad que nunca duerme a comprar la taza.

Como el tiempo pasa, y las cosas solo quedan fijas en la memoria nuestra, las modas habían pasado y tenían otros modelos. Pero cuando ya nos íbamos de la tienda del  museo, así como no quiere la cosa, vemos una oferta y ahí estaba ella, des catalogada se vendían las últimas. Como si todo se conjugara para cerrar un ciclo y volver a tener mi taza preferida.

Pero saben una cosa? Eso fue hace  mucho tiempo, y aun tiene  la etiqueta del precio puesta. Cada vez que la veo, colgada y sin usar, porque el sitio de preferida lo tiene la alemana, pienso “las tonterías que uno piensa y hace o valora del pasado, que pasado fue y como tal ya paso”.

Esta no es la taza en cuestión, pero es la que la reemplaza para que vean la tontería que es, montar un viaje por una taza, solo porque la extrañaba, una simple taza.

Pero bueno, la tontería  dio juego, pase unos días fenomenales, volví a NY y la taza esta colgada en mi cocina. El que no quiere conformarse es porque no quiere.

La moraleja de esta historia, es como nos anclamos a recuerdos del pasado como si fueran importantes. Y no nos damos cuenta que la vida sigue y el pasado ya pasó.

A mi me lo sigue recordando una simple taza de té que ni uso.

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Es lo que hay o hay lo que es

La frase que esta incorporada a nuestra vida actual, “es lo que hay”, nos ha llevado a ser una sociedad conformista y que aceptamos las cosas, bajando la cabeza resignados. Somos una sociedad que ha aceptado la crisis y las ambiciones han quedado en el vacío. En el fondo, no arreglamos nada de lo que esta pasando.

Las cosas pasan, por mala praxis, y nadie tiene la culpa, nadie renuncia, nadie se hace cargo. Entonces, que nos podemos exigir a nosotros mismos en cambiar las cosas? Nada, pero nos sentimos mal igual.

Esta frase “es lo que hay” a mi madre, que era una señora muy señorona por ejemplo, no le gustaba y cada vez que la escuchaba, se enfadaba. Y tenia razón.

Una cosa es aceptar la realidad, sin vivir entre sueños y otra muy distinta es resignarse a todo lo que hay. Porque esas cuatro palabras, son lapidarias.

Con lo que esta pasando, y los medios de comunicación apostando por la negativo y no por lo bueno, superar esa resignación es bastante complicado.

A mi me cuesta, como pienso a ustedes también. Me he propuesto hace mucho intentar ver lo bueno de las cosas, y superar lo malo, que todo lo tiene, pero hay gente cercana que con solo escucharles decir “hola” ya sabes que escucharas un rosario de negatividades y problemas.

Todos tenemos problemas que enfrentar el día a día, pero no por eso tenemos que andar desparramandolos a todo ser que nos topamos en las actividades diarias.

Pero lo peor que llevo de todo esto, es la desesperanza que he encontrado últimamente en mucha gente, pero sin reales motivos. Me explico.

Personas que están sanas, que no han perdido su casa, que no están boyantes pero pagan aun sus facturas, que no tiene problemas serios aparentemente. Porque quiero pensar que si están tan negativos ante todo y lo único que pretenden es su “depre” contagiarla al prójimo, algo serio tienen. No creo que si no lo tuvieran estarían así, porque sinceramente entonces no lo entiendo.

Todos aplicamos fórmulas distintas ante la vida, pero no nos debemos dejar abatir. Y no digo que algún día uno no tenga un bajón, es normal y se necesita,  no siempre se puede estar “a tope”. Pero hacer de la desesperanza el leitmotiv, no puedo con ello.

El uso de esa frase “es lo que hay” nos ha llevado a eso. A resignarnos de todo, y me niego.

Puedo tener épocas malas pero  seguiré para adelante, como pueda, sino significara que me he dejado morir despacito. Y no será así.

Los males del mundo no son mi culpa, y no me resignare a pensar que las cosas pasan porque tienen que pasar (las casualidades no existen eso si que es verdad y lo tengo comprobado). Las cosas pasan o porque yo las generé o porque yo metí la pata. Nada más.

No “es lo que hay” sino “hay lo que es”. Esa es la simple verdad de nuestra existencia.

 

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¿Quién se acordará de nosotros cuando hayamos muerto?

Ayer fui a Toledo a visitar a unos amigos, y con la persona que viajaba en el coche, hablábamos de lo inconsistente de esta sociedad rota en que vivimos. De lo que quedará o lo que genera. Y me puse a recordar un viaje a NY.

Recordar un viaje hace tiempo para darme una vuelta por el Metropolitan Museum de NY, unos de mis museos preferidos en el mundo. Bueno de los que yo conozco, que tengo que decir son muchos. Me gusta porque su colección al ser de donaciones para evadir impuestos de las grandes familias americanas de finales del 19, lo que hay es exquisito. De todo, pero fantástico. No pasa lo mismo por ej, en el de El Cairo, que tiene mucho apilado uno sobre otro. Aquí, no es solo la colección, sino como la muestran. La pintura europea que tienen impresiona, sobre todo lo que tienen de Van Gogh.

A lo que iba.

Mientras paseaba por sus salas, pensaba en que esta generación y las sucesivas, no dejarán nada muy duradero a la historia. Todo es tan efímero. Bueno dejaran recuerdos de guerras, de conflictos, de crisis, etc, Pero eso que de vez en cuando se encuentra una tumba de un visigodo o de un romano, por decir alguno, llena de cosas que se le dejaba a los muertos, y forma parte de sus ajuares funerarios mostrando su contundencia en la historia. Quien ahora entierra a sus muertos con cosas? nadie evidentemente, es una época distinta. . Es más, todos o muchos, incinerados, ni las cenizas.

¿Entonces porque acumulamos cosas en vida? ¿Necesitamos todo lo que tenemos?

Hay gente que llega a acumular, colecciones temáticas, que la mayoría de las veces no formaran parte de un museo por falta de valor, e irán a la basura. Porque estoy cansada de ver vaciar pisos por fallecimiento de sus dueños, para hacer obra luego que lo vendieron, y se llenan contenedores con fotos, cuadros, colecciones y lo que sea.

Posiblemente no lleguen a la basura y si al Rastro, como algo vintage, porque el que lo vende lo haya sacado del susodicho contenedor. Es más, yo tengo un montón de latas que he sacado de contenedores o vaciamiento de los pisos antes de obras. Y porque nadie entierra a los muertos ya con joyas, o utensilios para usar en otra vida, posiblemente porque mejor que se lo lleve el muerto, sea vendido para los vivos, o porque en otra vida no se necesita nada, solo como vinimos a esta, desnuditos.

Me doy cuenta, que para mi es importante pensar en esto, cosa que hago cuando veo lo que tengo que estoy convencida, terminará en un contenedor cuando yo no este. También reconozco, que si algo se recuerda de esta sociedad, será lo que la memoria guarde o el sistema quiera que se recuerde.

Porque si hubiera un apagón tecnológico por lo que sea y que lamentablemente se espera, y todos los datos o energías se perdieran, o si la humanidad desapareciera y de repente alguien pasara por aquí y viera lo que quedó, solo encontrará cosas de la antigüedad,  de nuestra era no quedará nada o casi. Está estudiado, que  una ciudad moderna necesitaría 300 años para desaparecer totalmente absorbida por la naturaleza y el deterioro del tiempo sin mantenimiento humano. Sería  como el efecto del Alzheimer, se borrará todo.

Todo es tan efímero en estos tiempo, que  me deja la sensación de que nada es importante y duradero. Donde posiblemente lo único que quede cuando muramos en muchos casos, será solo el recuerdo de nosotros mismos y nuestra vida en los que aun viven, en los que nos quieren.  Pero llegará el momento, que ellos también partirán  y nosotros desapareceremos de la memoria colectiva.

Toda esta reflexión me lleva a valorar el hoy. En no pensar mucho en el mañana. Para que. Mejor disfrutar lo que tenemos actualmente, no? 

En una sociedad, donde “se valora más a un “influencer”,  sin saber muy bie que significa eso realimente, “que a un Nobel”, como decía hoy en la prensa Carmen Posadas, la escritora, que se puede esperar? Nada. La inconsistencia general hace que todo sea efímero, sutil y con tendencia a desaparecer sin darnos cuenta. 

Vivamos de tal manera que cuando no estemos, nuestro recuerdo haya dejado impronta en los que nos rodean. Aunque también tenga fecha de caducidad.

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Recuerdos refugio

Siempre nos llegan mensajes con una frase o una reflexión que no pedimos, pero nos hacen pensar. Esos mensajes que uno recibe, que le gusta y reenvía, como si fueran un mail.
Uno de esos, hacia referencia a la gente que pasaba por nuestras vidas y con los que elegíamos quedarnos.

No lo transcribo, porque borro los mensajes una vez que los leo. Pero lo recuerdo,  me gusto y porque me motivo a pensar en toda esa gente que uno lleva en la memoria diaria. Gente que de repente piensas “que será de la vida de tal o cual”.

Yo tengo varias personas que están en mi pensamiento diario o casi. No se muy bien porque aparecen, porque tampoco es que son amigos entrañables o familia. 

Pero me ha pasado mucha veces que el recuerdo de conocidos que vienen también del pasado. Nombres que me han acompañado en mi crecimiento como persona. El más notorio fue alguien que fue importante para mi en mi adolescencia y que por circunstancias nos alejamos. Pero siempre volvía a mis pensamientos, y tengo que decir que por años. A veces preguntaba a los que si sabia que le veían  que tal estaba, porque conmigo había cortado toda comunicación. No por peleas, sino por la distancia y el tiempo.

Hace uno años y por uno de mis hermanos, coincidimos nuevamente con esta persona. Los tres, como en los viejos tiempos, más de treinta años. Luego de un rato de estar charlando de repente yo pensé “y este quien es?” era alguien totalmente distinto a que venia  a mi pensamiento. No le conocía de nada, pero es más, me caía super mal. Así que me excuse, y les deje solos. Recuerdo la sensación de cuando salí de donde estábamos, como si el recuerdo de repente hubiera desaparecido. Nunca más tuve su recuerdo recurrente.

Con el tiempo me di cuenta que ese recuerdo constante de esta persona, solo era algo “ideal”, algo que me hubiera gustado tener, como un osito de peluche para achuchar y dormir, era un recuerdo “refugio”, como yo les llamo, pero nada que ver con la realidad.

Con los años, me he dado cuenta que yo he tenido mucha gente referenciada como “recuerdo refugio”. Posiblemente los siga teniendo, pero ya menos. Porque cuando me ido encontrando de nuevo con esas personas, la realidad ha borrado esos “recuerdo refugio”, donde volvía en un momento de necesidad emocional. Quizás eran recurrentes porque estaban lejos. Y cuando nos encontrábamos la idealización desaparecía.

Lo mismo pasa, con los que ya no están con nosotros.  El otro día encontré  limpiando la biblioteca, que de apoco se va reduciendo de papeles y revistas, fotos de una amiga entrañable, como mi hermana, que se fue hace más de 20 años, diciendo “ay” y desplomándose muerta pillándose la cabeza con una aneurisma.

Fotos, donde me mostraba a su primer sobrino. Ella siempre ha sido un “recuerdo refugio” para mi. Hoy en día, luego de hacer tanta limpia de “supuestas amigas”, me pregunto si viviera, aun hoy lo seríamos. Estoy convencida que si. Bueno, como no lo puedo saber seguirá siendo uno de mis “recuerdos refugio”.

Pero como decía el mensaje que ha desencadenado esta reflexión, nos quedaremos con los que son importantes, sean recuerdos o personas reales o como lo que leímos por ahí .. “desde hoy formarán parte de mi vida los que demostraron que me hicieron el bien, a los demás ha sido un gusto haberlos conocido”.

Con los cercanos nos seguiremos riendo y viviendo el día a día y con nuestros “recuerdos refugio”, pues seguirán siendo eso, refugio de nuestras emociones y sobre todo de nuestro corazón. Porque gracias a Dios, también hemos hecho limpia de esos recuerdos refugio, y solo nos hemos quedado con los que nos han echo bien.

El otro día, se me ocurrió llamar a la persona que me lo mandó el mensaje que motivo mi reflexión, y le pedí que me reenviara el mensaje, que es este …

La vida es como un viaje en autobús algunos comienzan el viaje junto a ti, otros se montan a la mitad del camino, muchos se bajan antes de que llegues al final de tu viaje y muy pocos permanecen junto a ti hasta el final Pero cada una de esas personas dejan algo en tu corazón que recordaras a lo largo de ese hermoso viaje. Baja las ventanas y disfruta del viaje, porque no sabes cuando llegaras a tu parada…Gracias por haberte montado en algún momento en el bus de mi vida…Espero que nunca te bajes…Y si te bajas, nunca te olvides de mi.”

Así que seguiremos recordando a la gente que se subió a nuestro autobús  aunque solo sean recuerdos refugio.

imagen vía Pinteres @Andrea Torres
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No es lo mismo dar las gracias que agradecer

Eso dice el artículo de psicología de la revista dominical de El País de hace un tiempo. Al leerlo me he quedado pensando en eso que dicen los budistas, que hay que amar sin apego. Cosa que los occidentales no entendemos y nos cuesta mucho, pero que mucho implementar.

Dar, sea lo que sea, desde amor, amistad, o simplemente las gracias, sin esperar recibir la contraprestación, es algo que no hace nadie. Aunque intentemos decir que nosotros estamos por encima de eso, y que lo hacemos sin esperar nada, es mentira. Es cultura en occidente.

Inconscientemente, el hombre moderno es incapaz de dar sin esperar recibir nada.

El amor en muchos casos, es posesivo. La expresión “te quiero” en una pareja denota posesión, eres mía o mío. Por eso, el amor entre dos personas se dice “te amo”, siento amor hacia ti, sin esperar nada. Esto, llevado a los amigos, es igual. Si bien a los amigos no les diremos “te amo”, aunque sí es amor lo que sentimos, se supone que no sentimos atracción, por eso es querer. Pero no deja de ser el mismo sentimiento, sin la parte de atracción física.

Las gracias son iguales. Damos las gracias a diario como muestra de educación hacia las personas que hacen algo para nosotros. Cosa que plantea el artículo, pero como ellos, pienso que ese “gracias” va vacío de contenido. Es un cliché, como decir buenos días u hola, cuando entras a un ascensor. Cosa que te da exactamente lo mismo, porque no conoces a nadie, y lo haces simplemente porque tu educación te dijo que hay que hacerlo. Y porque socialmente está bien hecho.

Cuando alguien, verdaderamente hace algo por ti, sin esperar recibir la contraprestación por ello, ese “gracias” se hace sentido y es más que nada no dar las gracias, sino sentirse agradecido con afecto hacia otro ser.

Lo que plantea el artículo, es buscar formas alternativas de dar las gracias, sin tener que usar la palabra gracias. En ser creativos con esto, para volver a dotar de sentido la palabra gracias.

Como dice el autor del artículo “Para mostrar al otro nuestra gratitud, los pequeños detalles son mucho más eficaces que las palabras, y mucho más indicados para transmitir nuestro sentimiento. El reto es: ¿Cómo podemos hacer sentir al otro que le estamos agradecidos de verdad? ¿Cómo podemos mostrarle que ocupa un pequeño espacio en nuestro corazón y en nuestro pensamiento?

Es imprescindible pensar en gestos que, conectados con aquello que hemos recibido, lleguen al otro. Recibir el agradecimiento por algo que hemos hecho es sin duda agradable, y es bueno que lo disfrutemos. Pero no debemos necesariamente contar con ello, y sobre todo no debemos depender de ello.

Si dependemos de los agradecimientos de los demás, nos exponemos a constantes frustraciones. Dijo Dale Carnegie: “Esperar gratitud de la gente es desconocer la naturaleza humana”. Yo no iría en absoluto tan lejos, pues creo que la gente, en esencia, es agradecida. Pero sí es cierto que no todos lo son, y que quienes lo son no lo son siempre.

Hay gente que hace favores a los demás para que le den las gracias. Es su alimento emocional, lo que le llena y le da energía. Y, claro, cuando no lo reciben se indignan: ¿Cómo puede ser que no me den las gracias?”

Me ha gustado eso de “alimento emocional”. Cuanta gente a nuestro alrededor, se alimentan de las emociones de los otros. Pero no solo de las positivas, sino y lamentablemente como he comprobado mucho este último tiempo, de las negativas. Como esperando que el otro tenga un bajón para alimentar sus emociones o egos, con la desgracia ajena. Pero eso para otro post.

Volviendo a lo de ser agradecido más que dar las gracias, tengo que decir que me siento agradecida a todos los que leen mi blog y me hacen comentarios, tanto de afecto, de afirmación, de complicidad, de gusto por lo que hago. Y los que no los hacen, pero se que me leen porque las estadísticas lo dicen. Por todo ello seguimos escribiendo, porque me dan fuerzas para así hacerlo, aunque no digo más gracias. Solo me siento agradecida.

Y pongo a Dios por testigo (porque algo de Scarlett O’Hara, tengo, en cuanto que a veces soy algo dramática) que no dejaré de escribir esto me lean o no, simplemente porque la acción de hacerlo me recuerda todas las visitas de estos casi 17 años.

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Necesito un homenaje, again

Si.

Siento que necesito que me homenajeen.

No por mis méritos, si los tengo. No por mí buen hacer en la vida, si fuera así. No por mis metas cumplidas, si cumplí alguna.

Simplemente por mi persona.

Simplemente por mi misma, independientemente de cómo sea.

Solamente necesito que alguien me homenajee diciéndome al oído mientras me abraza, “Niña, simplemente te queremos”.

No pido nada más que ese homenaje.

Algún día de estos meses, sin esperar a mi cumpleaños, simplemente porque si. Sin motivo aparente.

Con el único efecto de hacerme ver que le importo a alguien, y que no estamos tan solos como nos sentimos.

Simplemente necesito que alguien me dé un homenaje.

Tan simple como que me diga “te quiero”.

LAC@2010

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Si tienes hortensias, nunca te casarás

Esto escuche yo durante toda mi vida, “Si en una casa que existe una soltera, y tienen hortensias, nunca se casará”.  En realidad es una de las tantas leyendas o supersticiones que no tienes ni idea de dónde vienen, pero a mí siempre me han gustado, por eso será que nunca me he casado? Posible.

Yo me enamoré de las hortensias paseando en barco por el delta del Tigre al norte de Buenos Aires, cuando era pequeña, siempre lo recuerdo. Ver esas casas con jardines hasta la orilla del rio, y unas plantas de hortensias de todos colores en la sombra que daban los árboles del jardín en esas mañanas calurosas de verano, enamoraban a cualquiera.

Como yo tenía una madre, que como todos saben era una señora muy señorona, que le encantaban estas leyendas urbanas, nunca tuve una hortensia en mi casa. Hasta que pase de ella, viviendo tan lejos y ahora siempre en mi casa, se indica que es primavera porque yo me compro una hortensia. Aunque este año no he comprado ninguna.

Cuando veo una en el escaparate de mi florería preferida, pienso cuantas supersticiones tontas llevamos encima.

En el caso de las hortensias, en mi familia hay una historia, que dice “mi abuela Rosa, tenía en un patio interior donde solo daba el sol por las mañanas, unas plantas de hortensias impresionante”. Cosa que doy fe, porque las recuerdo como sus helechos.

En ese patio crecía cualquier cosa, un poco por el ambiente y otro por la mano de mi abuela. Sigo con la historia. Mi madre era la mayor y tenía otras dos hermanas. Ella y la siguiente se casaron, pero la pequeña no. Mi madre cada vez que iba a la casa de mi abuela por vacaciones, le decía, “mamá, tira las hortensias, sino no se casará nunca”. Evidentemente, mi abuela, sabia ella, pasaba y no le hacía caso. Así resulto que mi tía, la soltera por no llamarla solterona, como se decía en ese entonces, llego a más de los treinta y pico. En la época, que transcurre esta historia era algo impensable en una mujer, ahora es algo normal.

Pues en una de esas visitas veraniegas, mi madre y mi otra tía, se confabularon y quemaron la fantástica planta de hortensias de mi abuela, con agua caliente del mate, hasta que murió. Mi abuela nunca más tuvo esas flores, pero mi tía se casó al año siguiente. Mi madre siempre contaba esto, como dando sentido a  algo que no lo tenía, para ella y decía “creer o reventar”. Pero también contaba una historia parecida con los brillantes. Que una soltera que tiene brillantes tampoco se casa.

Evidentemente estos cuentos algo de realidad tendrían, porque mira por dónde mi mamá esa señora tan señorona, me regalo a mi cuando termine la carrera un brillante. Por eso y por las hortensias que me compro en primavera, será que no me he casado.

Vaya por Dios, y ahora me doy cuenta.!!!!  Porca miseria!!! Que se le va a hacer, el que no se quiere conformar es porque no quiere. Pero quizás la realidad sea que con brillante, hortensias o lo que sea, no me abre casado primero porque nadie me lo propuso en firme y segundo porque nunca me tope con alguien que me deslumbre por su inteligencia. O porque sepa cocinar? O porque sepa reír? O porque se sienta un tío normal, sin comeduras de coco?

(risas)

No, no. No me he casado porque tengo un brillante de soltera y porque me gustan las hortensias, faltaría más.

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