La invisibilidad como estado de existencia

Hace muchos años, salió un libro que hablaba como las mujeres a más edad, más invisibles de hacían. Quizás hace 50 años, la invisibilidad como estado de existencia, empezaba a los 40, cuando a esa edad ya se era viejo.

Pero ahora que existe el culto al cuerpo, nos cuidamos mucho más y la mayoría no queremos envejecer, aunque diga que hacerlo es digno. A quien le gustan las arrugas, las canas, que te salgan michelines porque la grasa se cambia de posición en tu cuerpo y se va al abdomen seas flaco o no? A nadie, y el que diga que si, al psiquiátrico ya mismo.

Siempre me ha parecido curioso como lo popular crea palabras nuevas. “Michelines” deriva de la marca de neumáticos Michelin, obviamente. Me pregunto cuando se empezó a usar como ejemplo de los flotadores abdominales?

Volviendo a la invisibilidad como estado de existencia, cuando nos convertimos invisibles?. Pero no para la sociedad solamente, sino para la familia.
Porque he comprobado o mejor dicho, cada día me convenzo más, que no solo la sociedad te hace volverte invisible cada año que cumples un año más, sino también la familia cuando ellos cumplen un año más.

Pues sí. A quien le interesa una persona que sobrepasa los 50, cuando la sociedad se basa en la juventud. Donde mucha gente a los 25 se siente frustrada porque “no ha triunfado en la vida”. Como si eso fuera la panacea. Si en el colegio les enseñan que la teoría generacional, que para el que no la sepa digo..

“de cada 1000 personas que nacen en una generación, 1 es genio y las otras 999 no. De esas 999, un 50 por ciento pondrán toda la carne en el asador y a través del esfuerzo, estudio o lo que sea, logran hacer lo que quieran o destacar en lo que se propongan. Del otro 50 por ciento se tendrán que conformar con lo que la vida les dé, o permitan las circunstancias” No los 999 pueden triunfar en la vida, porque no se puede.

Si aprendiéramos esto, no con más de 40, sino con 15, viviríamos más felices y posiblemente podríamos nuestros objetivos en algo sensato y lógico, no en “triunfar”. Pero alguien ha pensado que significa “triunfar”. Mejor para otro post, porque me estoy desviando.

La invisibilidad como estado de existencia, llega luego de los 40 y no se va más. La gente deja de mirarte por la calle porque seguro cerca de tuyo va una joven y la mirarán a ella. La familia, digamos sobrinos y quizás hijos, ya te dicen “mamá o tía (según el caso) no me abraces que van a pensar” o dejan de ir al cine contigo porque salen con sus amigos. Etc.

En fin, cada día compruebo que yo ya vivo en la invisibilidad como existencia, y que difícil se hace, mi Dios!!!

Aunque a veces tiene sus ventajas. Si no vas a la pelu a teñirte las canas, no pasa nada, total te pones un sombrero y listo. Podes salir sin maquillarte, que tampoco pasa nada, las arrugas son bonitas, no dicen eso en las revistas? Podes no estar a la última porque te da igual.

El meollo es, que si no pasas esa línea que existe entre la dejadez y la comodidad que esa invisibilidad como existencia que te da con la edad, todo está bien. Si la pasas, ese es el problema y da para otro post.

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Torpe, eres un “torpe”

No sé si “Torpe” es una palabra con la suficiente contundencia para insultar a alguien, pero me gusta. Escuchaba a una señora que el otro día de la conjunción, lluvia-lunes-hora punta y accidente de camión, colapsó la M40 de Madrid, le hicieron una entrevista en la radio y dijo “con la lluvia, salen 4 torpes y la lían”. Me gustó. Yo hubiera sido menos educada. Y al final, la señora dijo lo mismo.

“Torpe” es una palabra de esas que suenan a antiguo, a rancio no? Ahora no decimos, eres un “Torpe”, sino eres un boludo los argentinos, o eres un gilipollas los españoles.

Pero porque no decir “eres un “Torpe””. Creo que aunque no tenga contundencia de insulto, puede tener un efecto des colocador en la otra persona. Quien se va a tomar como insulto “eres un “Torpe””. Es como ser políticamente correcto sin serlo.

AL final el verdadero significado de “Torpe” es= “ Se aplica a la persona que tiene poca habilidad o destreza para hacer una cosa”. Porque hay algunos que son torpes para todo no solo para las habilidades.

A veces yo he pensado que cuando me cabreo, porque le digo a alguien “idiota o tonto”, si lamentablemente muchas veces vemos gente que por problemas mentales se les puede llamar igual, y me siento mal conmigo misma por eso. Alguna vez me ha pasado.

Pero “Torpe” le viene al pelo. Todos somos torpes para algo o no?

Así que ya saben, en vez de decirle a alguien cabreado boludo o idiota o gilipollas, a usar “”Torpe””.

Quizás se te queden mirando sin saber que contestar, y tu tan ancho.

Y si agregas… “QUE TE VAYA BONITO”, es como si lo mandaras a la mierda… y tu tan ancho.

Ya sabes.. eres un torpe y que te vaya bonito…

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No se puede vivir con miedo

Una señora de 81 años hace un tiempo me decía, textualmente “que horror lo que esta pasando, este mundo se está hundiendo”. Haciendo referencia a todo lo que pasa que tiene a todos locos.

Yo intenté, ponerme en pensamiento “orientalista”, si cabe, he intenté hacerla ver que no tiene que tener miedo. Que el sistema está montado para que la gente tenga miedo. Que es verdad que las cosas están pasando, pero que nos hacen creer o nos hacen sentir que no hay futuro, que todo es un caos y que no hay salida. Vivir con miedo, o mejor dicho con horror al futuro.

Para ello le puse un ejemplo de lo que pasó en una de las ciudades más grandes de Texas, USA. Donde la transmisión de un rumor, donde se decía que la gasolina iba a desaparecer de las gasolineras, hizo que a media tarde casi desapareciera pues todo el mundo se puso a cargar por las dudas.
Eso es “meter miedo”. Nadie al día de hoy, sabe de donde salió el rumor y porque.

No quiero minimizar lo que esta pasando, vaya por Dios. No como otros, que siguen negando el cambio climático. Al contrario, yo no niego que todo es un caos.

Veía una viñeta en el periódico, de un tío “millonario” con anillos, Rolex de oro, pajarita y traje de marca, tirado en la acera con un cartel que decía “una ayudita para este pobre millonario” y tenia debajo de las letras la imagen de todas las tarjetas de crédito como que también recibía ayuda por este medio.

Lo que me parece sinceramente frustrante de todo esto, que el dinero público sea de quien sea, tenga que salir en defensa del sistema actual que lleva muchos años jugando a la ruleta rusa con todos.

Comprendo que si esto no lo hacen, nos terminarán hundiendo definitivamente a todos, pero es frustrante.

En el año 1999, se anularon en EEUU los controles que para este tipo de prácticas no se realizaran, que se habían impuesto en el año 1930, luego de la gran depresión. Porque clamaban por libertades, por liberación de los mercados, por independencia del sistema. Y miren a donde nos ha llevado, a más crisis y dicen que peor de la de esa época. Volvieron los controles, pero siguen igual.

Ahora bien, y ahora que? Esa es la pregunta a contestar.

Hemos pasado épocas de proteccionismo, de liberación, de cosas intermedias. Cual es la mejor a adoptar?
Quizás el mundo financiero y empresarial deberían ahora plantearse esa pregunta, y ahora que? Cual es la mejor solución, para que nos terminemos de hundir en su abismo personal todos.

En los ochenta fueron los yuppies y sus extravagancias. En los 90 la burbuja tecnológica. En los 2000 la burbuja inmobiliaria y financiera.
Que burbuja queda? Que posibilidad tiene el hombre de la calle de no perder lo poco que tiene como su trabajo, por una mala gestión de los directivos de las grandes corporaciones. Eso si, como ellos tienen esos sueldos y contratos blindados, no pierden nada.

Es muy difícil no sentir pánico por el futuro, con todo lo que uno ve allí fuera. Y más en una persona de más de 80, que pasó mucho en su vida, y ve como lo poco que le queda o sea su jubilación quizás un día no se la paguen. Como para no tener estrés.

Uno intenta, restar hierro al tema, pero también siente estrés. La mejor terapia contra esto es no pensar en el futuro a largo plazo. Pensar en el hoy, y lo que hare la semana que viene o lo más lejano, las navidades que casi ya llegan. Lo que pasará luego, mejor ni pensarlo y ni planteárselo. Para que?

Si quizás te levantas y te enteras que el banco que tenía todos tus ahorros, cerró por una mala praxis especulativa, y te quedaste sin nada. Y no estoy hablando de algo imposible ni surrealista, sino que lo cuenten los argentinos y su crisis infinita. Todo es posible en este mundo convulsionado y enfermo en que vivimos.

Como la mejor forma de dar un consejo es con el ejemplo, yo no pienso en más lejos que a un mes, por eso me voy unos días de vacaciones a cerrar un ciclo. Se que será un viaje emocional a un lugar que no vuelvo desde hace 4 años, pero que debo hacer para cerrar una etapa de mi vida.

Cuando vuelva seguro todo seguirá en el mismo lugar, sino mal asunto no?

 

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En qué certeza vivimos?

Muchas veces todos estos años he escrito en este blog, que el mundo está convulso, que no se para donde va, que es un lío, etc.

Hace unos años, leía en El País digital, una artículo donde reflexiona sobre todo esto y que recomiendo leer, que se llama Bienvenido a un mundo sin certezas” de Vicente Verdú.

Comienza haciendo una comparación, con “tiempos de amores revueltos”. Entre las cosas preestablecidas del siglo XX o desde el 19, hasta llegar a hoy, donde los avances tecnológicos del siglo XX, nos ha llevado a revueltas, inconstancia, falta de compromiso, imposibilidad de hacer planes serios, incertidumbre, falta de compromiso, etc, etc.

Como varios pensadores actuales, piensa que la culpa es de internet o la tecnología y su anonimato. Como llama él “Numerosos fenómenos que causan todavía asombro proceden de esa tríada (distancia, anonimato, movilidad) que simboliza el móvil.”

La comunicación excesiva como digo yo, que por ser excesiva no significa de calidad, para mi humilde saber y entender, nos está desorientando.
El artículo dice “La comunicación, sea del grado que sea, ha dejado de ser un acto para convertirse en un actor de la cotidianidad. Vivimos en una comunicación tan frecuente como nunca y no es casual que los inventos que mejor caracterizan estos primeros años del siglo XXI sean, por encima de todos, los referidos a las tecnologías de la comunicación. En ocasiones parecería que el mundo se reconstruye a partir de estos nuevos enlaces, nudos, “nubes”, y de ahí que cada vez más factores de la nueva realidad hallen su incubadora en la Red, se trate de negocios como de ocios, de curaciones como de plagas.

¿Quién podría haber concebido a estas alturas un mundo regido más por la anarquía y el desorden que por la organización?”

No es mi intensión transcribir aquí el artículo, pero me he sentido tan identificada con lo que dice, que lo primero que he pensado es “yo no lo hubiera expresado mejor” posiblemente porque me llamo Lu y no Vicente Verdú. Pero muchas veces reflexiono sobre lo mismo.

El exceso de comunicación, las nuevas tecnologías, todo tan rápido que hace que la mayoría de las veces se actúe por impulso y no por reflexión. La gente no piensa o como me gusta decir a mí, no reflexiona sobre el futuro. Todo se está convirtiendo en hoy.

Puede que sea verdad, el futuro no existe, como dicen los budistas, pero a veces algunas bases en el hoy hay que fundarlas para que el posible mañana sea como nosotros queremos. Casi seguro, al final será como tenga que ser y debido a las circunstancias, pero no se puede vivir sin pensar aunque sea a un mes visto.

Es tanto el desorden, que a mi particularmente me desestabiliza y bastante. No se que mundo se está gestando. Por momentos me quiero creer que todas esas cosas que se dice de una era de pensamiento, más justicia y un mundo más humano, se está preparando. Pero no lo tengo muy seguro si le vere.

Lo único claro que tengo en este momento, es que mucha sangre y dolor tendrá que haber para que esto verdaderamente se dé, o que cierto grupo de población lo acepte. No todos están preparados o parecen preparados en aceptar cambios de los demás. Y sino que se lo pregunten a los gobernantes de muchos, y digo muchos por no decir casi todos, países de mundo.

La única certeza que tengo en este momento es, que quiero otra taza de café.

dibujo en portada de Luis.F.Sanz
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No es lo mismo dar las gracias que agradecer

Eso dice el artículo de psicología de la revista dominical de El País de hace un tiempo. Al leerlo me he quedado pensando en eso que dicen los budistas, que hay que amar sin apego. Cosa que los occidentales no entendemos y nos cuesta mucho, pero que mucho implementar.

Dar, sea lo que sea, desde amor, amistad, o simplemente las gracias, sin esperar recibir la contraprestación, es algo que no hace nadie. Aunque intentemos decir que nosotros estamos por encima de eso, y que lo hacemos sin esperar nada, es mentira. Es cultura en occidente.

Inconscientemente, el hombre moderno es incapaz de dar sin esperar recibir nada.

El amor en muchos casos, es posesivo. La expresión “te quiero” en una pareja denota posesión, eres mía o mío. Por eso, el amor entre dos personas se dice “te amo”, siento amor hacia ti, sin esperar nada. Esto, llevado a los amigos, es igual. Si bien a los amigos no les diremos “te amo”, aunque sí es amor lo que sentimos, se supone que no sentimos atracción, por eso es querer. Pero no deja de ser el mismo sentimiento, sin la parte de atracción física.

Las gracias son iguales. Damos las gracias a diario como muestra de educación hacia las personas que hacen algo para nosotros. Cosa que plantea el artículo, pero como ellos, pienso que ese “gracias” va vacío de contenido. Es un cliché, como decir buenos días u hola, cuando entras a un ascensor. Cosa que te da exactamente lo mismo, porque no conoces a nadie, y lo haces simplemente porque tu educación te dijo que hay que hacerlo. Y porque socialmente está bien hecho.

Cuando alguien, verdaderamente hace algo por ti, sin esperar recibir la contraprestación por ello, ese “gracias” se hace sentido y es más que nada no dar las gracias, sino sentirse agradecido con afecto hacia otro ser.

Lo que plantea el artículo, es buscar formas alternativas de dar las gracias, sin tener que usar la palabra gracias. En ser creativos con esto, para volver a dotar de sentido la palabra gracias.

Como dice el autor del artículo “Para mostrar al otro nuestra gratitud, los pequeños detalles son mucho más eficaces que las palabras, y mucho más indicados para transmitir nuestro sentimiento. El reto es: ¿Cómo podemos hacer sentir al otro que le estamos agradecidos de verdad? ¿Cómo podemos mostrarle que ocupa un pequeño espacio en nuestro corazón y en nuestro pensamiento?

Es imprescindible pensar en gestos que, conectados con aquello que hemos recibido, lleguen al otro. Recibir el agradecimiento por algo que hemos hecho es sin duda agradable, y es bueno que lo disfrutemos. Pero no debemos necesariamente contar con ello, y sobre todo no debemos depender de ello.

Si dependemos de los agradecimientos de los demás, nos exponemos a constantes frustraciones. Dijo Dale Carnegie: “Esperar gratitud de la gente es desconocer la naturaleza humana”. Yo no iría en absoluto tan lejos, pues creo que la gente, en esencia, es agradecida. Pero sí es cierto que no todos lo son, y que quienes lo son no lo son siempre.

Hay gente que hace favores a los demás para que le den las gracias. Es su alimento emocional, lo que le llena y le da energía. Y, claro, cuando no lo reciben se indignan: ¿Cómo puede ser que no me den las gracias?”

Me ha gustado eso de “alimento emocional”. Cuanta gente a nuestro alrededor, se alimentan de las emociones de los otros. Pero no solo de las positivas, sino y lamentablemente como he comprobado mucho este último tiempo, de las negativas. Como esperando que el otro tenga un bajón para alimentar sus emociones o egos, con la desgracia ajena. Pero eso para otro post.

Volviendo a lo de ser agradecido más que dar las gracias, tengo que decir que me siento agradecida a todos los que leen mi blog y me hacen comentarios, tanto de afecto, de afirmación, de complicidad, de gusto por lo que hago. Y los que no los hacen, pero se que me leen porque las estadísticas lo dicen. Por todo ello seguimos escribiendo, porque me dan fuerzas para así hacerlo, aunque no digo más gracias. Solo me siento agradecida.

Y pongo a Dios por testigo (porque algo de Scarlett O’Hara, tengo, en cuanto que a veces soy algo dramática) que no dejaré de escribir esto me lean o no, simplemente porque la acción de hacerlo me recuerda todas las visitas de estos casi 17 años.

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Necesito un homenaje, again

Si.

Siento que necesito que me homenajeen.

No por mis méritos, si los tengo. No por mí buen hacer en la vida, si fuera así. No por mis metas cumplidas, si cumplí alguna.

Simplemente por mi persona.

Simplemente por mi misma, independientemente de cómo sea.

Solamente necesito que alguien me homenajee diciéndome al oído mientras me abraza, “Niña, simplemente te queremos”.

No pido nada más que ese homenaje.

Algún día de estos meses, sin esperar a mi cumpleaños, simplemente porque si. Sin motivo aparente.

Con el único efecto de hacerme ver que le importo a alguien, y que no estamos tan solos como nos sentimos.

Simplemente necesito que alguien me dé un homenaje.

Tan simple como que me diga “te quiero”.

LAC@2010

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Si tienes hortensias, nunca te casarás

Esto escuche yo durante toda mi vida, “Si en una casa que existe una soltera, y tienen hortensias, nunca se casará”.  En realidad es una de las tantas leyendas o supersticiones que no tienes ni idea de dónde vienen, pero a mí siempre me han gustado, por eso será que nunca me he casado? Posible.

Yo me enamoré de las hortensias paseando en barco por el delta del Tigre al norte de Buenos Aires, cuando era pequeña, siempre lo recuerdo. Ver esas casas con jardines hasta la orilla del rio, y unas plantas de hortensias de todos colores en la sombra que daban los árboles del jardín en esas mañanas calurosas de verano, enamoraban a cualquiera.

Como yo tenía una madre, que como todos saben era una señora muy señorona, que le encantaban estas leyendas urbanas, nunca tuve una hortensia en mi casa. Hasta que pase de ella, viviendo tan lejos y ahora siempre en mi casa, se indica que es primavera porque yo me compro una hortensia. Aunque este año no he comprado ninguna.

Cuando veo una en el escaparate de mi florería preferida, pienso cuantas supersticiones tontas llevamos encima.

En el caso de las hortensias, en mi familia hay una historia, que dice “mi abuela Rosa, tenía en un patio interior donde solo daba el sol por las mañanas, unas plantas de hortensias impresionante”. Cosa que doy fe, porque las recuerdo como sus helechos.

En ese patio crecía cualquier cosa, un poco por el ambiente y otro por la mano de mi abuela. Sigo con la historia. Mi madre era la mayor y tenía otras dos hermanas. Ella y la siguiente se casaron, pero la pequeña no. Mi madre cada vez que iba a la casa de mi abuela por vacaciones, le decía, “mamá, tira las hortensias, sino no se casará nunca”. Evidentemente, mi abuela, sabia ella, pasaba y no le hacía caso. Así resulto que mi tía, la soltera por no llamarla solterona, como se decía en ese entonces, llego a más de los treinta y pico. En la época, que transcurre esta historia era algo impensable en una mujer, ahora es algo normal.

Pues en una de esas visitas veraniegas, mi madre y mi otra tía, se confabularon y quemaron la fantástica planta de hortensias de mi abuela, con agua caliente del mate, hasta que murió. Mi abuela nunca más tuvo esas flores, pero mi tía se casó al año siguiente. Mi madre siempre contaba esto, como dando sentido a  algo que no lo tenía, para ella y decía “creer o reventar”. Pero también contaba una historia parecida con los brillantes. Que una soltera que tiene brillantes tampoco se casa.

Evidentemente estos cuentos algo de realidad tendrían, porque mira por dónde mi mamá esa señora tan señorona, me regalo a mi cuando termine la carrera un brillante. Por eso y por las hortensias que me compro en primavera, será que no me he casado.

Vaya por Dios, y ahora me doy cuenta.!!!!  Porca miseria!!! Que se le va a hacer, el que no se quiere conformar es porque no quiere. Pero quizás la realidad sea que con brillante, hortensias o lo que sea, no me abre casado primero porque nadie me lo propuso en firme y segundo porque nunca me tope con alguien que me deslumbre por su inteligencia. O porque sepa cocinar? O porque sepa reír? O porque se sienta un tío normal, sin comeduras de coco?

(risas)

No, no. No me he casado porque tengo un brillante de soltera y porque me gustan las hortensias, faltaría más.

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Reflexiones sobre la verdad de la milanesa o las excusas

Tú qué prefieres una excusa o que te diga la verdad? Con todos los años que llevo trabajados, aún hoy, no termino de explicar porque en vez de decirte las cosas claras la gente utiliza excusas para no decirte, que esta vez no.

Porque cuando le das a un cliente un presupuestos para un trabajo, en vez de decirte algo a los días, como por ej, se me va de presupuesto, o lo que sea, ya sea sí o no, te ponen excusas tontas como “ahora no estoy en la oficina te llamo en otro momento y te pregunto unas cosas” o “no he tenido tiempo, tengo una semana complicada, ya lo veré”. Etc.

Excusas, nunca más te llaman para nada y pensas, la que no estaba en la oficina la echaron y por eso no te ha llamado nunca más, o la de la semana complicada se fue a África a cambiar de vida porque tanta complicación la puso de los nervios.

La gente no sabe enfrentar las situaciones y da excusas imbéciles, en vez de decir no, me he decantado por otro, y todos siguen su camino. Puede que alguna sea verdad, pero la experiencia me dice que si alguien que fue algo pesado insistiendo en que le pases un presupuesto por algo, y cuando se lo das demuestra que el interés se paró en seco, es porque tiene uno más barato y el trabajo no te lo dará a ti.

La gente se olvida que los presupuestos son eso, números y todo se negocia. Se quedan con el más barato que nunca es síntoma de ser el mejor para lo que quieren. No es preferible, decidirse por el intermedio, ni el caro ni el barato, y negociar lo que considere que es caro?

Cuando uno hace un presupuesto, tiene sus tácticas comerciales, o pones lo más barato como base o punto de partida, y en pleno trabajo el real. Lo que conlleva la sorpresa del cliente.

Muchas veces, cuando veo trabajos terminados en los cuales yo también oferté, me apetece llamar para ver en cuanto se les quedo al final, y los problemas que tuvieron. Porque ese dicho, lo barato sale caro ahora se da más.

Ayer estaba con un comercial hablando de esto, y llegamos a la conclusión, que mucho las cosas tienen que cambiar, pero sobre todo muchas mentalidades. La gente primero no se queda con un solo presupuesto. Con internet, como mínimo tienen 5.

Por todo esto, y mi experiencia, te ofrezco 5 puntos a tener en cuenta, si quieres hacer reformas en casa, de lo que se debería hacer para sacar el mejor partido a un trabajo y por tu dinero. Si lo piensas, se pueden aplicar también a la vida diaria.

1-Ten las cosas claras de lo que quieres hacer, es ganar dinero y tiempo. No dejes que cada empresa te presupuesten lo que interpreta de haber hablado contigo. Por eso, aunque cueste dinero es preferible contratar a un profesional que te haga una memoria o un plano. Así los presupuestos son comparativos, sino es una pérdida de tiempo. Es como comparar peras con manzanas.

2-Una vez que tengas como mínimo 5 presupuestos, con las mismas cosas para comparar, descarta el más barato y por supuesto el más caro. El barato, porque si hay mucha diferencia con los otros, es o porque están tirando los precios o están desesperados por pillar un trabajo. A la larga te dejaran tirado. Una cosa que tienes que tener claro es que nunca se puede tener un reloj de marca a precio de los chinos. Por algún lado saldrá.

3-De los tres presupuestos intermedios, ya mira otras cosas. Las referencias, otros trabajos, realizados, el feeling contigo o lo extra que te ofrezcan, ya sea, asesoramiento, o compartir los descuentos de los fabricantes contigo y esas cosas. Porque, si no lo sabías, muchos fabricantes a los profesionales les hacen descuentos, que si tú eres un cliente de calle, no te harán. Una buena solución es compartir por ej, si una tienda de sanitarios al profesional le hace un 20%, que a ti te repercuta el 10% y el profesional el otro por los gastos generados de la compra del material. Esto no lo hacen todos los profesionales, pero lo puedes plantear. En los tiempos que corren es muy sabio, el compartir.

También el feeling es muy importante aunque parezca una tontería. Piensa que tiene que ser gente que te de confianza, que te den soluciones, que no sea alguien recién aparecido que dice hacer reformas. No olvides que las reformas salen dinero y son por mucho tiempo y agobio. Un abrigo si te sale malo, te puedes comprar otro, reformar una casa no es tan fácil.

4- Si no sabes por cual decidirte, o por ej uno tiene una partida alta pero otra baja o viceversa, negocia. En esta vida todo es negociable, la vida es negociación. Utilízalo. Llegará un punto que la otra parte te diga, más no se puede, este es el límite. A veces los criterios necesitan un punto de negociación para encontrarse.

5- una vez que te decidas, por alguien, no dejes de decirle a los otros que gracias por los presupuestos y su trabajo. Reconforta saber que aunque esta vez no ha podido ser, la próxima lo será. SI tú no dices nada, el profesional se queda con la sensación de un tema no cerrado. Y a quien le gusta esto no? A ti te gustaría sentir esa sensación? Además, uno nunca sabe si por lo que sea no lo vas a volver a llamar, como hiciste la primera vez.

Básicamente no hay más que tener en cuenta. Como verás no todo es dinero. Basar nuestras decisiones en lo que sea, solo por dinero, no es un buen camino para que logremos lo que queremos. Ya lo dicen las abuelas “solo es dinero, y ese va y viene, hay otras cosas importantes.”

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Decepcionar

Hace unos años,  tuve que suplantar a alguien de mi trabajo en sus obras en visita con la propiedad y el arquitecto. Evidentemente todo lo que se comentó no iba conmigo, ni era nada personal, y lo tenía claro. Pero el arquitecto o mejor dicho la arquitecta, cabreada, cogió un tono “maternalista” como si le hubiera estado hablando a un niño, regañándolo.

Esto a mi particularmente, me pareció bastante poco profesional. Una cosa que he aprendido trabajando  o he hecho un esfuerzo por aprender, es que es trabajo, que no hay amigos y sobre todo que los clientes no tienen una relación afectiva con nosotros, solo es el trabajo una prestación, un contrato por hacer algo que como contraprestación tiene un pago. Nada más.

Si en vez de decirte, “estas pasando de la obra, no me gusta como habéis hecho esto, que no se cumplen los plazos, o lo que sea que no te guste”, dices “me siento decepcionada”, estas poniendo sentimientos en una relación laboral.

Yo particularmente creo que “decepcionar” solo se puede a un ser querido cercano, lo demás no es decepción, es otra cosa. Pero a los clientes, les puede gustar o no lo que yo haga, pero “decepcionar”? no creo.

Leyendo por ahí encontré una reflexión de Mariano Arnal, que es profesor de latín, y se dedica a explicar el castellano y dice…

“Me has decepcionado”, “me siento decepcionado”, esto es decepcionante”, son las expresiones en que solemos usar este lexema tan culto, tan elegante, que apenas se entiende, o no se entiende como debiera. Y solemos añadir algo así como: “Has frustrado las esperanzas que tenía puestas en ti”. En efecto, al usar el verbo decepcionar solemos cargar el peso de la culpa en el decepcionado, no en el decepcionador. Pero si hay un decepcionado, tiene que haber un decepcionador. Si hablásemos en lenguaje transparente, hablaríamos de engañar, que se entiende más claro; aunque probablemente volveríamos a suavizar la expresión diciendo “me siento engañado” en vez de “me has engañado”; en efecto, usamos el término decepción cuando se trata de expectativas, de promesas insinuadas, no de promesas hechas.”

Sobran más palabras. Que rico es nuestro idioma. En un trabajo se puede “engañar” o lo que sea, pero no decepcionar, que no te toquen la fibra sensibles solo es trabajo.

Cuando se mezclan los afectos en un trabajo con el cliente, es un error. Es como decir que un compañero de trabajo es tu amigo. Puede que con el tiempo alguna relación nacida en el trabajo sea amistad, pero mucho tiene que pasar. Sino mira para atrás y reconoce cuantos amigos tienes de trabajos que ya no los tienes?

Mi padre tenia un amigo cuando yo era pequeña que decía “los amigo y familia no se mezclan con el negocio” o algo por el estilo. Tenia razón. Una cosa son los afectos y otra es el trabajo. Trabajo es trabajo.

Si fuéramos consientes cien por cien de esto, nos evitaríamos muchos problemas. Os lo aseguro.

Imagen “©Rodney Smith”
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La felicidad es un asunto del espíritu…

debido a la plasticidad de la mente.

¿Qué es la plasticidad de la mente?

Es la capacidad humana de modificar físicamente el cerebro por medio de los pensamientos que elegimos tener.” Resulta que al igual que los músculos del cuerpo, el cerebro desarrolla y fortalece las neuronas que más utilizamos.

A más pensamientos negativos, mayor actividad en el córtex derecho del cerebro y en consecuencia, mayor ansiedad, depresión, envidia y hostilidad hacia los demás. En otras palabras: más infelicidad autogenerada.
Por el contrario, quien trabaja en pensar bien de los demás y ver el lado amable de la vida, ejercita el córtex izquierdo, elevando las emociones placenteras y la felicidad.

Se debe trabajar sistemáticamente en debilitar esos músculos de infelicidad que tanto hemos fortalecido creyéndonos víctimas del pasado, de los padres o del entorno, y paralelamente, comenzar a ejercitar los músculos mentales que nos hacen absoluta y directamente responsables de nuestra propia felicidad.

Esto lo leí el otro día, que confirma lo que yo digo siempre… Nosotros somos nuestro peores enemigos.

Pero como yo no puedo ni quiero irme al Tibet como hizo la persona que dijo estas palabras, intento hacerlo a diario. Algunas veces lo consigo pero la mayoría no. Pero por intentarlo que no quede.

Una buena manera de intentarlo, es pillar el petate e irse unos días a descansar. Cosa que he hecho estos días, y debo reconocer, que luego de casi dos años de no salir por la pandemia, esta vez me he atrevido.

No se si con el cambio de sitio, de la ciudad al mar, el cambio de horarios y hábitos, mi cerebro plástico que no blandito, cambio algo pero hoy, luego de volver ayer, me siento descolocada, y vaya como.

Puede ser por eso, o como se dice, verdaderamente esos días de descanso fuera de mi entorno habitual ha sido tan intenso que he verdaderamente desconectado de todo.

Hacía mucho pero que mucho tiempo que al volver de un viaje no me sentia asi, que me ha llamado la atención. Todo me parece nuevo, hasta la casa. Es una sensación rara, os lo aseguro. Será que verdaderamente he descansado y sobre todo mi cerebro ha hecho click y se ha desconectado.

Hermosa sensación. La necesitaba luego de tanto encierro y crispación.

Pero bueno, ya estamos de nuevo por aqui, afrontando el verano de calor y ciudad, sin nuevos planes a futuro, salvo cumplir con las obligaciones, e intentando hacer que esa “plasticidad mental” me autoconvenza que la vida que tenemos es la que verdaderamente queremos tener. 

Porque pueda que sea más feliz con los pensamientos positivos, pero estos mismos no me conformarán en pensar o sentir, que muchas cosas deberían cambiar. Pero eso para otro post.

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